“No se peleen. Nos piden cada vez más eso en la calle. Antes de decirnos que le ganemos al kirchnerismo o las quejas por la inflación y la inseguridad, nos plantean que no nos peleemos, que sigamos ”, cuenta un encumbrado dirigente de Juntos por el Cambio. Es un mensaje que otro referente opositor confirma que escucha cuando hace recorridas de campaña y que empieza a ser una demanda en medio de la polarización extrema que se agravó tras el brutal intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
El reclamo tiene lógica y ya activó dispositivos y estrategias hacia adentro de la coalición opositora para evitar extender la imagen de discordia que se generó en las últimas semanas. Es el impacto -con potencial de daño en imagen y votos- que generó el “huracán Elisa Carrió”, la pelea abierta de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich y la diferenciación de Facundo Manes y la conducción de la UCR a firmar un pedido de juicio político contra Alberto Fernández.
Fueron, entre otras, disidencias detonadas con estruendo en medio de la pulseada con un kirchnerismo lanzado a la radicalización y la grieta después del pedido de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para Cristina Kirchner que hizo el fiscal Diego Luciani por corrupción en la obra pública de Santa Cruz.
Esas diferencias internas en el universo opositor que quedaron expuestas conviven con una acelerada consolidación del liderazgo de la vicepresidenta y el encolumnamiento de los sectores más blandos del Frente de Todos, como gobernadores y sindicalistas, que amagaron una sigilosa independencia. La salvaje agresión de la que fue víctima la vicepresidenta redobló esa tendencia: más unidad en la coalición de gobierno y dispersión en la oposición.
La acusación a los jueces, a la oposición y a los medios de comunicación por ser, supuestamente, los generadores de “discursos de odio” fue un argumento que le sirvió al Frente de Todos para explicar las causas mediatas y la motivación que llevó a Fernando Sabag Montiel a empuñar una pistola, apuntar a la cabeza de la vicepresidenta y gatillar dos veces. Al mismo tiempo, puso en superficie en el arco opositor la ausencia de acuerdos profundos, la desconfianza y una falta de conducción para coordinar discursos y acción ante un evento de la dimensión histórica que tuvo el intento de asesinato de la persona política más poderosa de los últimos 12 años.
En la UCR todavía hay malestar por la decisión del PRO de retirarse de la sesión del sábado en la que Diputados aprobó una condena al intento de magnicidio. El radicalismo atraviesa su propia interna entre los que reconocen la conducción del veterano Mario Negri y los que se identifican con la renovación que propone el sector de Rodrigo De Loredo, vicario en la Cámara baja del senador y candidato a jefe de gobierno porteño, Martín Lousteau.
El caso de la Coalición Cívica es el que genera mayor incomodidad. Todavía no están cicatrizadas las heridas que dejaron los ataques a dirigentes de la UCR y el PRO, por el vínculo con Sergio Massa y un sector del peronismo. Fue un “ataque preventivo” que Lilita lanzó como cortafuegos de posibles acuerdos sotto voce con el PJ, que después del alegato de Luciani y del ataque de Sabag Montiel se tornaron imposibles. “Van a tener que armar listas propias y competir”, desafió otro dirigente territorial porteño.
“En vez de concentrarnos en cuestionar lo que hace el kirchnerismo, de enfrentar sus ideas, de exigir soluciones a la inflación, la pobreza y la inseguridad, nos estamos contando las costillas entre nosotros. Hay que parar con eso, tratar de construir hacia adentro y fomentar los acuerdos”, explicó a Infobae uno de los interlocutores de JxC consultados para esta nota.
El PRO en su laberinto
En ese contexto de disidencias y desacuerdos, dos competidores que son amigos personales pero mantienen ambiciones y objetivos contrapuestos mantuvieron en la tarde del lunes un encuentro a solas. Diego Santilli y Cristian Ritondo se reunieron para hablar sobre el contexto nacional y la provincia de Buenos Aires: es que ambos están anotados en la carrera por la sucesión de Axel Kicillof.
Fuentes con acceso a ambos dirigentes, que comparten también la Cámara de Diputados y una amistad de casi 30 años, confirmaron que acordaron desactivar cualquier hostilidad en las segundas, terceras líneas y referentes barriales, como así también mostrarse juntos en actos políticos como señal de concordia hacia adentro de la coalición opositora.
“Terminen las peleas”, dicen que les dicen en sus recorridas cuando bajan al territorio. En las próximas semanas habrá fotos de ambos en El Palomar: con el ex intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro, se sumarán al reclamo de vecinos para que se reactive el aeropuerto desde donde operaban en tiempos de Mauricio Macri las low cost. Está previsto para fin de mes.
Otro anotado en esa carrera es Joaquín De la Torre, ex intendente de San Miguel, ex ministro de María Eugenia Vidal, y un dirigente que mantiene diálogo fluido con Mauricio Macri mientras camina la provincia de Buenos Aires, territorio que conoce como pocos. Con su impronta también habla de unidad: “Hay que firmar un pacto de sangre”, afirma el dirigente.
El dirigente elaboró un informe que compartió con Macri y con algunos medios que revela un panorama complicado de lo que se vive en el conurbano bonaerense. Si bien los alimentos no faltan, el resumen de la investigación -a la que tuvo acceso Infobae- advirtió que “durante julio y agosto se observó un empeoramiento del entramado social” que se observa en más demanda de comida, menos ventas en los comercios barriales, el dinero de los planes sociales alcanza para menos bienes, más enfermedades asociadas a la pobreza entre los niños,
En sintonía con esa mirada enfocada en los problemas sociales y los cuestionamientos al gobierno de Cristina Kirchner y Axel Kicillof, Santilli endureció las críticas al oficialismo. “Lo que nos faltaba: motochorros que atacan en manada. 50 delincuentes asaltaron una estación de servicio en Quilmes. Fue anoche, no hay identificados, ni detenidos. Tampoco políticas para evitar que la Provincia sea una anarquía. ¿Y Kicillof? Bien, gracias”, publicó ayer, en línea con su mensaje de confrontación con el Frente de Todos.
Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich también desescalaron la discusión que tuvieron por el vallado en Juncal y Uruguay. Sin embargo, ambos mostraron formas distintas de abordar el ataque contra Cristina Kirchner. La presidenta del PRO evitó expresar la condena o el repudio aunque lo trató como un “hecho grave” que debía ser investigado y repudió con dureza el planteo del senador ultra K José Mayans que pidió anular el juicio de Vialidad a cambio de paz social.
“En nombre de la paz social nos bancamos políticos y sindicalistas millonarios, el despilfarro de los recursos del Estado y la entrega del espacio público. Ahora el colmo: el canje Mayans. Paz por impunidad. SOLO CON EL IMPERIO DE LA LEY Y SIN IMPUNIDAD HABRÁ PAZ SOCIAL”, expresó en su Twitter la ex ministra de Seguridad de Macri.
El ex presidente, que viajó a Ruanda para cumplir con sus obligaciones como presidente de la Fundación FIFA, siguió activo los acontecimientos posteriores a la agresión que sufrió Cristina Kirchner. Si bien no tiene pensado descuidar ese rol en pleno año de la Copa del Mundo de Catar, está decidido a jugar un rol en el rumbo de Juntos por el Cambio.
Según pudo saber Infobae, les transmitió a sus interlocutores que va a insistir con que la oposición defina con nitidez una identidad contraria al populismo, que contemple reformas profundas en materia económica, política y laboral. “Hoy no está pensando en ser candidato. Es más no que sí, ahora va a apoyar al que considere que esté dispuesto liderar un cambio profundo”, explicaba uno de los interlocutores que tuvo antes de ir al continente africano.
El ex presidente transmite que el proceso de radicalización del oficialismo va a agravarse a medida que pase el tiempo y que ese proceso va a impactar en la coalición opositora. Por eso les pidió a los dirigentes de Juntos por el Cambio con los que habló que las diferencias no se escondan pero que se tramiten con respeto y firmeza. Así, continúa con esa función de gran elector o árbitro que algunos creen que ejerció en la reunión de la semana pasada en un restorán de la Costanera. Con la intención de no inclinar la balanza entre Larreta y Bullrich, el ex presidente elogió a Vidal, quien no afloja en su objetivo de ser una opción competitiva para el 2023.
La pulseada entre Larreta, Bullrich y Vidal no se queda sólo en discusiones que salen en los medios. También impacta con fuerza en el interior. Más allá de lo que en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma, en las provincias empieza a sentirse la tensión entre los que disputan al peronismo con alguna chance de éxito las gobernaciones.
Sólo a modo de ejemplo, en Entre Ríos, Rogelio Frigerio recibió a cada uno de los precandidatos. Con el mismo argumento del “no se peleen” es que el ministro del Interior recrudece las críticas al gobernador peronista Gustavo Bordet y al gobierno de Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Y se cuidó que no salga movida ninguna de las fotos que se sacó con Vidal, Bullrich y Larreta. Es una dinámica agotadora que se repite también en Córdoba, en Neuquén, Chubut, Tucumán, La Pampa y otras provincias donde hay más de un candidato.
“En Juntos por el Cambio va a haber PASO en todas las categorías. Aunque consigan que alguno de los nuestros les voten la eliminación de las primarias. Se va a elegir el candidato a presidente a gobernador o intendente”, explicó un referente de diálogo habitual con Macri.
SEGUIR LEYENDO