Alberto Fernández había aterrizado con el helicóptero presidencial en la Quinta de Olivos para terminar la jornada del jueves. En ese momento, nunca se imaginó lo que iba a pasar en la esquina de Uruguay y Juncal, en el barrio de Recoleta, donde vive Cristina Kirchner.
Cuando la Vicepresidenta llegó a su departamento, luego de presidir la sesión en el Senado, se bajó del auto y empezó a saludar a la militancia que la esperaba, de la misma forma en que lo hizo los últimos días, cada vez que salió o entró a su casa.
En el medio de la gente un hombre identificado como Fernando Andres Sabag Montiel, de 35 años, sacó un arma, le apuntó y gatilló. La bala no salió. La pistola Bersa, según fuentes de la investigación, tenía 5 balas. En ese instante el país entró en estado de conmoción.
Apenas se enteraron del hecho, los funcionarios nacionales que forman parte del círculo de confianza presidencial, se comunicaron con Alberto Fernández y acordaron dirigirse hasta la Quinta de Olivos. Llegaron cerca de las 22 para sentarse a decidir los pasos a seguir.
Fernández empezó a recibir en su celular mensajes de los primeros funcionarios que se enteraron y los videos que habían empezado a salir en la televisión. Así fue tomando dimensión de lo que había sucedido en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.
Cuando todos había llegado a Olivos se terminó de cerrar la idea de hacer una cadena nacional y que el Presidente le hable al país. Nadie tuvo dudas de la gravedad institucional del hecho. Entonces, cada uno empezó a ocuparse de una tarea diferente para sacar en el menor tiempo posible el comunicado.
En Olivos estaban el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; la Secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; la Portavoz, Gabriela Cerruti; y el canciller Santiago Cafiero. Junto a ellos Fernández diseñó el discurso que grabó en su oficina de la residencia presidencial y que fue emitido cuatro minutos antes de la medianoche.
Antes de que eso sucediera Fernández se comunicó con la Vicepresidenta para conocer en qué estado se encontraba. Luego, empezó a recibir información de la investigación y se comunicó con la jueza a cargo de la misma. Todo en pocos minutos.
En el transcurso de ese tiempo se enteró cómo era el funcionamiento del arma con el que se había intentado matar a Cristina Kirchner y los motivos por los que no salió ninguna de las cinco balas que tenía cargada.
Juan Manuel Olmos fue quién más ayudó a Fernández en el contenido del discurso. El detalle del mensaje. Vilma Ibarra se ocupó de armar el decreto que resuelve que el viernes 2 de septiembre sea feriado nacional y haya cese de todas las actividades.
Julio Vitobello fue el nexo con Cristina Kirchner a través del secretario privado de la Vicepresidenta, Mariano Cabral. Se mantuvieron en contacto para estar actualizados del estado de situación en Olivos y en Recoleta.
En esa reunión que se llevó a cabo en Olivos también se decidió que el Presidente suspenda su viaje a Neuquén, para estar presente en Vaca Muerta, donde tenía previsto encabezar un acto por el festejo del Día de la Industria.
La agenda se modificó por completo. Por eso también decidió declarar feriado nacional. Entiende que es un momento de extrema tensión donde hay que poner una pausa y que baje el nivel de tensión.
A las 12 del mediodía los distintos sectores del Frente de Todos se reunirán en la esquina de la avenida 9 de Julio y Avenida de Mayo para realizar una manifestación en solidaridad con Cristina Kirchner, y en repudio del atentado perpetuado en la puerta de su casa.
El peronismo se volcará a las calles, tal como lo pidió el Presidente durante su discurso, y unificará todas las voces en un mensaje de apoyo a la Vicepresidenta.
SEGUIR LEYENDO: