¿Cómo va a ejercer el poder Cristina Kirchner a partir de ahora? ¿Cómo va a seguir la gestión del Gobierno con la Vicepresidenta concentrado el poder político? ¿Cuál va a ser la relación institucional que el kirchnerismo busque con la oposición en el año de gestión que queda? ¿Dónde quedará Alberto Fernández en el mapa de poder peronista? ¿Y Sergio Massa?
El Gobierno empieza hoy una nueva etapa. Un capítulo más de la extensa historia que tuvo sus primeras líneas en el 2019, cuando Cristina Kirchner señaló con el dedo a Alberto Fernández y lo ungió como candidato a presidente. Ahora, más que nunca, la centralidad de la Vicepresidenta es absoluta. Ese solo hecho le dio vida a un nuevo capítulo del peronismo en el poder.
Al igual que tres años atrás, el peronismo empezó a transitar un camino de cristinización. Todos con Cristina. Los más leales custodiando su imagen todopoderosa, encumbrada por ellos mismos en el altar del poder. Los menos leales aplicando el reconocido pragmatismo peronista, olfateando donde está el futuro una vez que el presente se rompió.
Lo que sucedió el fin de semana en el barrio de Recoleta retrata la actualidad del peronismo. La Vicepresidenta se quedó con la centralidad y corrió del escenario a Alberto Fernández y Sergio Massa, quienes, hasta hace pocos días, tenían un rol protagónico en esta etapa de la gestión de gobierno.
En la última semana se terminó de construir el relato que el kirchnerismo empujaba hace tiempo. Cristina Kirchner es la virtual candidata a presidente del peronismo. La militancia la pide, los dirigentes empiezan a explicitar el deseo y ella deja correr las versiones, en medio de la construcción de la épica histórica del mundo K.
Así como el peronismo empezó a cristinizarse, Cristina Kirchner se peronizó en las últimas horas. Alejada del núcleo tradicional del peronismo clásico, volvió a cantar la marcha y puso la corriente política como eje de la discusión pública entre “el partido judicial”, la oposición y el “peronismo al que quieren exterminar”. Ellos y nosotros. Los que vienen por todo y los que resisten en la trinchera.
“Encontramos un motivo que movilice a la militancia. Un enemigo común de todo el peronismo y una épica. Todos valores para un gobierno que no había pegado una”, reflexionó un importante dirigente del PJ Bonaerense. El escenario político se partió al medio. El del peronismo, también. Hoy es la Vicepresidenta la dueña del presente y, en consecuencia, la que subió sus acciones de cara al año electoral.
La sensación que atraviesa al Frente de Todos por estas horas es que la Vicepresidenta marcará el pulso del Gobierno de aquí en adelante y que el Presidente estará a cargo, casi exclusivamente, de la gestión. Todavía nadie tiene respuestas que expliquen si Sergio Massa ya dejó de ser el potencial candidato a Presidente con el que muchos se habían ilusionado o si la idea de que Cristina sea candidata es solo un globo de ensayo.
“Alberto ya está terminado. No tiene chances de ser candidato, ni de reconstruir su poder”, sentenció un importante legislador del oficialismo. La contracara de ese discurso se encuentra en la Casa Rosada. “Alberto no perdió poder. Eso no es real. Es el principal punto de unidad. No hay otro que pueda tener ese rol en esta coalición”, aseguró un funcionario cercano al Jefe de Estado. Las dos caras de la moneda presidencial.
Lo cierto es que la decisión de Alberto Fernández fue alinear su discurso y sus acciones con la Vicepresidenta. La última semana se convirtió en el principal defensor de Cristina Kirchner, la misma que ejecutó jugadas políticas que lo debilitaron a lo largo de toda la gestión. La misma que jugó en contra del acuerdo con el FMI, clave para la estabilidad de la política económica del Gobierno.
Cristina y Máximo Kirchner siempre cuestionaron el acuerdo con el Fondo y las metas que acordó Martín Guzmán, y que Alberto Fernández revindicó. Metas que también fueron avaladas por Sergio Massa cuando se hizo cargo de la política económica.
En esta nueva etapa, el interrogante que surge puertas adentro del peronismo es cuál va a ser la agenda del Presidente y hasta dónde llegará el respaldo al ministro de Economía. Cómo se va a desmarcar Fernández de la agenda judicial en la que se sumergió y cómo hará Massa para explicarle al FMI que la mayor parte del poder quedó en manos de Cristina Kirchner.
En el peronismo miran con atención las señales que da la Vicepresidenta. La que nunca llegó fue la que explicite un respaldo público a las medidas de recorte del gasto y el aumento de tarifas que está llevando adelante Massa. Por ahora solo fue una foto en el Senado. Hace tiempo que en el interior de la coalición tienen dudas sobre si el kirchnerismo respaldará con toda su energía a ministro de Economía.
A partir de ahora el foco de atención estará puesto en lo que haga o deje de hacer Cristina Kirchner. En la construcción del relato K preelectoral y en los gestos que dé respecto a la gestión y su vínculo con Alberto Fernández. En definitiva, el poder real está concentrado en su puño y en sus palabras.
En paralelo, las vigilias en Recoleta, la dirigencia K pidiendo su candidatura y el peronismo clásico dando señales de acercamiento, definen el nuevo cuadro de situación del Gobierno. Las últimas expresiones de un dirigente sindical y un ministro nacional son un claro ejemplo de ese presente.
“Fue una jornada maravillosa, el pueblo comprendió que tiene que estar cerca de Cristina. Yo creo que Cristina va a ser la candidata del oficialismo”, afirmó ayer el titular de la CTA, Hugo Yasky, sobre la tarde del sábado en Recoleta.
“Lo del sábado fue la militancia que nos marca un rumbo que hay que tener y es la que tracciona cuál es el rol del Estado. No hay dudas de que quieren un país sin peronismo. No solo no se van a cargar a Cristina si no que no van a borrar al peronismo”, sentenció el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis.
Yasky es parte del núcleo duro del kirchnerismo. Katopodis es uno de los ministros más cercanos a Alberto Fernández. Los dos dieron una muestra clara de dónde está parado el peronismo hoy.
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