El ministro de Economía, Sergio Massa, ya habló con todos los sectores del sindicalismo. Los escuchó a todos, en persona o por teléfono, y no anunció ni prometió nada, aunque explicitó el objetivo del Gobierno de otorgar una compensación salarial ante el avance indetenible de la inflación.
A los dirigentes gremiales tampoco les pidió expresamente que levantaran la marcha de protesta de este miércoles, aunque lo intentó a través del cotitular cegetista Carlos Acuña, del gremio estaciones de servicio y enrolado en el Frente Renovador, quien llevó la sugerencia a sus colegas. Se llevó una negativa, pero también es cierto que la Confederación General del Trabajo (CGT) saldrá a la calle sin haber podido resolver su interna sin fin: algunos se movilizarán contra los empresarios que aumentan los precios y otros, para reclamarle a los políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, un gran acuerdo que ordene la macroeconomía.
Pablo Moyano (Camioneros), uno de sus cotitulares, volvió a manejarse con autonomía de sus pares cegetistas: funciona en tándem con el sindicalismo kirchnerista, alentó a La Cámpora a sumarse a la marcha y, aunque tuvo un contacto con Massa, fue muy duro con el secretario de Comercio, Matías Tombolini, quien aseguró que los aumentos de precios son una “cuestión de percepción”.
“No lo escuché, pero si dijo eso es un inútil. ¿Qué percepción? Salí a la calle, hermano, y fijate cómo están los salarios de los laburantes y cómo aumentan los precios”, dijo en declaraciones radiales.
Pablo Moyano, sumado a la kirchnerista Corriente Federal de Trabajadores, de Sergio Palazzo (bancarios), y la CTA ultra-K de Hugo Yasky, promueven la idea de marchar contra “los especuladores” que aumentan los precios y ahora, como añadió el dirigente camionero, también será “un llamado de atención para que el Gobierno se ponga las pilas en controlar a esos empresarios y denunciar quienes son esos que están llevando esa remarcación indiscriminada”.
El documento de la CGT que será leído en la marcha, hasta ahora, no incluye ninguna crítica contra los empresarios ni contra el Gobierno. Ese texto es motorizado por la alianza sindical que maneja la central obrera (”los Gordos”, los independientes y el barrionuevismo), que se reunió con Massa (sin Pablo Moyano) y que mantiene una agenda distinta a la del camionero y sus aliados K.
En la charla con el ministro de Economía, realizada el martes pasado en sus oficinas de la avenida del Libertador 850, los referentes de esa coalición sindical le advirtieron en persona lo que ya le habían anticipado por teléfono: rechazan la iniciativa, impulsada por Cristina Kirchner, de otorgar un aumento de suma fija para los trabajadores de menores ingresos. Héctor Daer, de Sanidad; Carlos Acuña, de estaciones de servicio); Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, le dijeron a Massa que una suma fija “achata las categorías salariales” y les quita margen de maniobra en las paritarias para mejorar los sueldos.
Por algo el documento que se difundirá durante la marcha es terminante: “Nos movilizamos en defensa del poder adquisitivo de los salarios, advirtiendo sobre la necesidad urgente de adoptar medidas antinflacionarias que detengan su deterioro; reivindicando el valor de las paritarias libres como conquista clave de protección de los derechos laborales y de los ingresos de los trabajadores”.
Pablo Moyano, Palazzo y Yasky, por el contrario, están en sintonía con la Vicepresidenta y exigen que el Gobierno otorgue una suma fija. También se lo señalaron en Massa en los encuentros que mantuvieron por separado. Alberto Fernández parece haberse alineado con los sindicalistas que no quieren esa fórmula de recomposición salarial: fue sugestivo que el Ministerio de Trabajo, conducido por el albertista Claudio Moroni, haya fogoneado las estadísticas sobre el crecimiento del poder adquisitivo del salario promedio del trabajo registrado en el sector privado durante el último año, que, en la práctica, tornaría innecesaria la suma fija para los trabajadores de menores ingresos. ¿Será también porque ese recurso le daría un fuerte oxígeno político a Cristina Kirchner?
La CGT marchará unida, pero, a la vez, dividida. Nada nuevo, aunque la complejidad del tablero sindical dificulta la estrategia de Massa. Para colmo, Hugo Moyano se sumó virtualmente la semana pasada a la actividad cegetista para oponerse a su hijo Pablo: durante una comida en la UOCRA con Daer, Rodríguez, Martínez y Lingeri, el líder camionero compartió la resistencia de sus pares a que la marcha del miércoles tenga un escenario y oradores, como quería el eje Pablo Moyano-Palazzo-Yasky para castigar al empresariado y rozar con sus críticas a Alberto Fernández.
La movilización de la CGT fue pensada con alcances tan moderados que justamente evitará pasar ante la Casa Rosada y el Congreso para que no se interprete que sus cuestionamientos apuntan a esos poderes del Estado. Por eso se marchará desde la Plaza de la República, ante el Obelisco, y se llegará a Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña, donde comienza la Plaza de los Dos Congresos.
Peleado con su hijo por la crisis de la obra social de Camioneros, Hugo Moyano también discrepa con él por cuestiones políticas: es un firme defensor de Alberto Fernández, mientras que Pablo está cerca de Cristina Kirchner. Ahora sumaron otro motivo para estar enfrentados, ya que su papá se alineó con sus rivales internos en la CGT. Ese acercamiento ya quedó definido en el acto del 1° de julio en la central obrera por el aniversario de la muerte de Juan Domingo Perón: Hugo Moyano y su hijo Jerónimo estuvieron en primera fila para escuchar a Alberto Fernández, mientras que Pablo Moyano eligió ausentarse y concurrir al día siguiente al acto de la Vicepresidenta en Ensenada.
Mientras se multiplican las diferencias internas, en la CGT se avanza en los detalles de la marcha. Este mediodía se reunirá la comisión que organiza la protesta, coordinada por Sergio Romero (UDA), secretario de Políticas Educativas cegetista, y de la que participa Gildo Onorato, secretario gremial de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y dirigente del Movimiento Evita. Es que la organización social que lideran Emilio Pérsico y Fernando Navarro se sumará a la movilización casi para garantizar que su desarrollo no se desvíe hacia el sesgo que quiere darle el kirchnerismo.
No es el único papel que desempeñará el Movimiento Evita en esta protesta: sus referentes iniciaron contactos discretos con organizaciones sociales de izquierda que el miércoles harán una protesta paralela a la de la CGT, pero que terminará en la Plaza de Mayo, para impedir que las columnas coincidan en la calle y haya incidentes. “Vamos a movilizarnos el 17, pero lo vamos a hacer de forma independiente de la CGT. Nosotros vamos a ir a Plaza de Mayo a diferencia que la CGT, que va a ir a dar una vueltita por el centro”, afirmó Eduardo Belliboni, del Polo Obrero.
Aunque los puntos de concentración y de llegada son distintos, en la CGT preocupa la posibilidad de que militantes de uno y otro sector terminen envueltos en episodios de violencia o, en todo caso, una fuerte presión de la izquierda en la calle para que la central obrera se endurezca ante el ajuste y declare un paro general en lugar de una protesta pasteurizada como la del miércoles.
Entre los dirigentes sindicales aún quedan recuerdos traumáticos de aquel 7 de marzo de 2017, cuando la CGT que conducían Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid hizo un acto contra el gobierno de Mauricio Macri frente al Ministerio de Producción, en Diagonal Sur y Chacabuco, pero la izquierda copó la calle, se robó el atril del escenario y abucheó a la dirigencia cegetista (que era renuente a hacer una huelga porque no quería romper con el Gobierno) al grito de “¡Pongan la fecha del paro, la puta que lo parió!”. Hoy, en la CGT nadie quiere exponerse a algo similar.
Aún no queda claro de qué forma se sumará La Cámpora a la marcha. En la CGT creen que finalmente no se irá para evitar posibles enfrentamientos con el sindicalismo tradicional, aunque hay dirigentes que aseguran que Pablo Moyano les dará protección a los militantes K dentro de la columna del Sindicato de Camioneros. ¿El hijo de Hugo Moyano tendrá el apoyo de su papá?
Hay otra duda que sobrevuela las alturas de la central obrera: ¿se sumará el massista Carlos Acuña a la marcha que el ministro de Economía intentó desactivar? Cerca del líder del Frente Renovador lo ponen en duda. En la CGT aseguran que no faltará. Las suspicacias sobre su ausencia crecieron cuando la semana pasada anunció que no adherirá a la movilización la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT), que agrupa a sindicatos del sector que se oponen al moyanismo, liderados por Omar Maturano (La Fraternidad). Varios de sus dirigentes están alineados con el barrionuevismo, como el propio Acuña, que participa y avala este nucleamiento gremial.
Los argumentos de la UGATT para bajarse de la marcha se parecen a los que seguramente Massa soñaba Massa que la CGT hiciera suyos: “Esperaremos, con la fe necesaria que amerita este desastre económico que desordenó la vida de los que trabajan en nuestra patria, que se pongan en marcha las políticas económicas que va a tratar la nueva administración que engloba las carteras de Economía, Producción y Agricultura”, sostuvo en un comunicado de prensa.
Y agregó: “Somos la armonización entre el capital y el trabajo, no podemos marchar contra «formadores de precios». Esto nos lleva a una lucha de clases que no es propia de nuestro Movimiento Nacional Justicialista. La herramienta política e ideológica expresada en los nuevos funcionarios, que tienen el deber de pensar en el bien de la Patria, tiene que resolver los problemas”.
De esta forma, la UGATT que integra Acuña no participará de la marcha que impulsa la CGT que integra Acuña. ¿Qué hará Acuña? Quizá son demasiadas las preguntas para una marcha que representará el debut de las protestas cegetistas durante el gobierno del Frente de Todos, aunque presentada ahora como si no fuera contra un ajuste que no difiere tanto del ejecutado por gobiernos no peronistas y que sufrieron una catarata de medidas de fuerza sin tanto camuflaje.
Una protesta que cada sector sindical enfocará contra distintos destinatarios y mediante la cual la mayoría de la CGT pretende dar una demostración de fuerza desplegada en varios frentes en forma simultánea: hacia el Gobierno, que no le encuentra la vuelta a la inflación y le pone a las bases en contra; hacia Cristina Kirchner, de la que siguen desconfiando por sus supuestas intenciones de insertar al camporismo en los gremios y apropiarse del dinero de las obras sociales, y hacia Juntos por el Cambio, que si gana las elecciones de 2023 aplicaría medidas que el gremialismo rechaza, como una reforma laboral y un ajuste económico, que, como se sabe, es tolerable durante un gobierno peronista y totalmente inaceptable si lo ejecuta una administración no peronista.
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