Sergio Massa define un viaje a Washington y New York para obtener respaldo político a su plan de estabilización económica y alcanzar un puñado de inversiones destinadas a la energía, los alimentos y el litio. Sin el apoyo explícito de la Casa Blanca, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bonistas más importantes de Wall Street, Massa estará en dificultades para cumplir con su ambiciosa agenda económica y financiera.
En DC se sorprendieron por la inesperada ofensiva de Xi Jinping que consiguió que Silvina Batakis firmará los avales definitivos para construir dos represas en Santa Cruz financiadas por tres bancos chinos y a continuación lograra que el embajador argentino en Beijing, Sabino Vaca Narvaja, calificara de provocación la visita de Nancy Pelosi a Taiwan.
Todo en 72 horas.
Massa llega al Salón Oval a través de Juan González, consejero de Seguridad Nacional de Joseph Biden para América Latina. González tiene trato fluido con el ministro -se hizo fan de Tigre por su insistencia- y ya han hablado de los intereses de Estados Unidos en la región y su rechazo al avance permanente de China en América Latina.
El ministro de Economía también conversó de este complejo asunto de política exterior con Marc Stanley, amigo personal de Biden y embajador de Estados Unidos en la Argentina. Massa y Stanley almorzaron la semana pasada en el Palacio Bosch, y los ejes de la charla calcaron el discurso geopolítico que se escucha en la Casa Blanca.
Esto es: Argentina puede multiplicar su exportaciones con China -Beijing es el principal socio comercial de Estados Unidos-, pero Washington vetará acuerdos que impliquen ventajas estratégicas para su enemigo global. Por ejemplo: asuntos referidos a la seguridad, a las comunicaciones (5G) y a la energía (litio, centrales nucleares o represas hidroeléctricas).
Massa llegará a Washington antes que concluya agosto y tiene audiencias previstas con Kristalina Georgieva -directora gerente del FMI-, Mauricio Claver Carone -titular del BID- y quizás con David Lipton, un economista muy influyente de la Secretaria del Tesoro. Será una gira corta que sólo incluirá DC y Manhattan.
“Al Club de París y a Qatar vamos a viajar más adelante. No podemos irnos muchos días. Todavía no acomodamos la economía”, confió un asesor de Massa que hace mucho que no duerme.
La gira por Washington y New York es organizada por Jorge Arguello -embajador argentino en DC-, Gustavo Pandiani -subsecretario para América Latina y el Caribe- y Marco Lavagna, titular del INDEC. Ellos acompañarán a Massa y no se descarta que se sume Silvina Batakis -como presidenta del Banco Nación-, Lisandro Cleri -vicepresidente del Banco Central- y el propio embajador Stanley.
Sergio Chodos, actual representante argentino en el FMI, no integraría la delegación oficial a Washington. Y su destino institucional está a merced de la decisión política de Massa.
China tiene concedido a la Argentina un swap por 18.500 millones de dólares que están en el Banco Central. No se cuentan como reservas y se usan para financiar el comercio entre ambos países. Alberto Fernández y Massa no descartan una negociación con Xi que permita robustecer las reservas públicas con una cuota generosa del swap chino.
Pero Beijing desconfía de la seguridad jurídica de la Argentina y sólo sumará una porción del swap a las reservas si el Presidente y su ministro de Economía avanzan en la construcción de las centrales nucleares, permiten a capitales chinos comprar más reservas de litio y abren las licitaciones de 5G a las empresas de tecnología que están vetadas por la Casa Blanca.
El embajador de China en Buenos Aires, Zou Xiaoli, se reunió con Massa en el Quinto Piso del Palacio de Hacienda. Zou repitió su guión geopolítico y el ministro nunca se olvidó que Argentina está en el área de influencia de Estados Unidos.
Massa tendrá un ardua tarea en Economía. Necesita el respaldo político de Biden y contener la ofensiva de Xi. Una agenda internacional que es más difícil que mediar entre Alberto Fernández y Cristina.