Sergio Massa dio su primer paso como ministro de Economía en tierras movedizas y fangosas. Comenzó la era del Gobierno que tiene sellado su nombre y apellido con un puñado de medidas que le sirvieron para contener a algunos sectores de poder que cuestionan, desde hace tiempo, a la Casa Rosada.
A cada sector una respuesta. O, al menos, una señal de que puede haber respuestas concretas. El sector agropecuario mantiene un vínculo muy tenso con el gobierno nacional, que ya lleva casi tres años sin encontrar la forma justa de poder negociar con el campo sin caer en un conflicto permanente.
El nuevo ministro convocó al sector agropecuario, representado en la Mesa de Enlace, para trabajar en conjunto. Cuando le consultaron sobre la posibilidad de aumentar las retenciones a algunos granos, en especial, la soja, Massa lanzó su primera señal: “No nos antepongamos condiciones a la hora de sentarnos al diálogo, tenemos que sentarnos a trabajar con el sector”.
La Mesa de Enlace le respondió rápidamente a través de la voz del presidente de Federación Agraria Argentina (FAA), Carlos Achetoni. “Esperamos que pueda generar expectativas que puedan estimular a los pequeños productores de las economías regionales. Ojalá el nuevo ministro logre dar previsibilidad”, explicó.
El titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, fue más contundente: “No queremos reuniones para una foto, sino encuentros productivos. Esperamos que la nueva conducción de Agricultura esté a la altura de las circunstancias en las que nos encontramos”. Duros y dialoguistas.
Massa no le plantó medidas al campo de primera mano. Fue una buena señal para el agro después de tantas semanas atravesadas por marchas, reclamos y acusaciones de Alberto Fernández a los productores por la falta de liquidación de las cosechas. Barajar y dar de nuevo. Es eso.
La convocatoria para trabajar en conjunto también fue enviada a la oposición. Especialmente, al Congreso, lugar que Massa abandonó el martes cuando decidió renunciar a la presidencia de la Cámara de Diputados. Le pidió a los opositores que traten leyes que beneficien, en términos impositivos, a la construcción, la biotecnología, la agroindustria y la industria automotriz.
Massa tiene la necesidad de ampliar su red de contención y que la oposición forme parte del proceso que encabeza. Desde un lugar colaborativo en el Congreso, agilizando el tratamiento de leyes importantes que fueron quedando estancadas en el tiempo y que ahora son parte de un paquete de medidas que busca darle otro impulso a la economía.
Tratará de generar un clima de tranquilidad en el escenario político, sin que se lleve adelante una guerra sin trincheras entre la oposición y el oficialismo, y, mucho menos, una balacera interna en el peronismo. La crisis interna no está saldada, solo se encuentra congelada. Necesita paz y estabilidad por unos días. Lograrlo, es un gran objetivo.
Otro de los mensajes de su discurso fue para el mercado. El ministro anticipó el ingreso de 5.000 millones de dólares como adelanto de exportaciones vinculadas a la pesca, el agro y la minería. Y, además, el desembolso de 1200 millones de dólares con organismos internacionales.
Una inyección de dólares que, en paralelo, tendrá el lanzamiento de un canje voluntario para los vencimientos en pesos de los próximos 90 días. Según relató Massa, ya tienen comprometida la adhesión de un 60%. Busca generar certidumbre luego de un mes donde los bonos cayeron y el dólar libre subió exponencialmente.
Esas medidas fueron un importante mensaje para el Fondo Monetario Internacional (FMI), que pide el fortalecimiento de las reservas del Banco Central y un control exhaustivo de la emisión de pesos. Massa afirmó: “No vamos a pedir más plata de emisión para financiar el Tesoro. Nos vamos a arreglar con los recursos que tengamos y el financiamiento del sector privado”. Austeridad en tiempo de crisis.
El mensaje a los sectores de clase media, muy críticos del gobierno nacional, tuvo que ver con la unificación de los programas de crédito en una sola línea, que se llama “Crédito Argentino” y que va a concentrar todas las políticas de promoción del crédito para los sectores productivos, Pymes y el sector comercial.
Por último envío un mensaje a los jubilados, uno de los sectores más castigados por el alto nivel de inflación que tiene la Argentina y que, según señaló Massa, comenzaría a bajar a partir de septiembre. El tiempo apremia, pero no hay soluciones mágicas, advierten en el massismo. Habrá un bono para los jubilados que será anunciado el 10 de agosto.
Ayer culminó la primera parte de los anuncios que había adelantado el ministro de Economía. En los próximos días, según explicó, habrá más medidas que le darán mayor robustez al plan anti inflacionario y al proceso de estabilización que quiere llevar adelante.
En el oficialismo hay mucha expectativa por los resultados que pueda generar el plan económico de Massa en los próximos meses, aunque asumen que el margen de error es muy estrecho y que hay un cansancio en la sociedad que está contenido, pero que no desapareció por un cambio de Gabinete.
“A Sergio se le va la vida en esta apuesta. Es muy fuerte. Pero está convencido de llevarla a cabo. Sabe que es a todo o nada”, aseguró un dirigente muy cercano al nuevo ministro de Economía. La presión que recae sobre Massa condice con las expectativas generadas en los distintos rincones del Frente de Todos.
En el peronismo esperan con cierta ansiedad las maniobras de Massa. Saber si podrá enderezar la gestión o si quedará licuado en el intento. Conocer si Cristina Kirchner respaldará todas las medidas que se tomen o si mirará para el costado en algunas que no sean de su agrado.
En este tiempo de crisis, y con el impulso que tomó la gestión con el nuevo ministro, la unidad política y de criterios es fundamental. Si eso no sucede su gestión puede degradarse rápidamente. Ese final no le conviene a nadie. Sin importar nombres propios. Nadie del Gobierno puede salir bien parado. Por eso todas las fichas están puestas en el plan de Sergio Massa.
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