Sergio Massa asume hoy el manejo de casi toda el área económica. Llega con guiño explícito pero para nada lineal del kirchnerismo. Transcurrió apenas un mes desde la caída de Martín Guzmán. Pasó la breve y muy modesta gestión de Silvina Batakis, y quedaron en el camino varios funcionarios. Con todo, el punto destacado es otro. En aquel inicio de julio, el tema saliente era la forzada restauración del diálogo entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, algo que debía ser normal convertido en extraordinario. Hoy, el dato fuerte es la foto -cuidada y sugerente- de la visita del nuevo ministro al despacho de la ex presidente. Una postal de doble sentido, en medio del impacto del alegato fiscal en la causa Vialidad. Y la consagración de la anomalía del poder.
Massa ya definió todo el equipo, básicamente propio, sin interferencias de Olivos y con algunas zonas (AFIP, Energía, Banco Central) fuera de su dominio directo, al menos en el arranque. Se verá allí cómo es la convivencia interna. Llega el turno de los anuncios, con eje en las cuentas públicas, los subsidios, el dólar, los precios. Las precisiones de tales medidas, la aplicación y los resultados que vayan produciendo serán decisivos en el terreno doméstico, en el corto plazo y en la perspectiva de 2023. Eso piensan todos.
La secuencia de los últimos días expuso el corrimiento del eje en el interior del oficialismo. Y distintas realidades. Massa estuvo el lunes con CFK y ayer en Diputados, para formalizar su renuncia. La ex presidente se fotografió con el nuevo ministro y lleva un par de días atendiendo el desarrollo de la causa por el manejo de la obra pública y la relación con Lázaro Báez. El Presidente tomó juramento a Mercedes Marcó del Pont, que tuvo que dejar la AFIP y ahora asume en la más devaluada secretaría que ocupaba Gustavo Beliz. Ayer, encabezó un acto en Catamarca.
Massa, por supuesto, tiene clara la trascendencia del respaldo político. Y busca escenificarlo. Su despedida en Diputados fue significativa, en las bancas oficialistas y en las tribunas, con gente propia. Fue un clima de lanzamiento de gestión y, a la vez, una demostración que pareció ignorar la dimensión de la crisis económica, social y también política. Algo de eso expresó el recambio de autoridades de la Cámara baja a esta altura del año, es decir, fuera de época.
El ministro de triple título -Economía, Producción y Agricultura- insistió desde siempre en el control de la mesa económica y en la necesidad de respaldo político interno. Lo hizo ante el Presidente cuando Olivos aún se aferraba a Martín Guzmán y lo repitió en el interregno angustiante de Batakis. También se lo planteó a CFK, cuyo poder de veto -o de aprobación- agudizó la pérdida de poder presidencial. Otro actor, colectivo, sumó su juego abiertamente: los gobernadores siguen con atención el tema. Fueron pieza clave para forzar el recambio ministerial y ahora transmiten inquietud frente a la posibilidad de cualquier poda de fondos a sus provincias. A su modo, los jefes sindicales y de movimientos sociales aliados acompañan y demandan.
Con esa mezcla de expectativas para oxigenar la gestión frente a la profundidad de la crisis y a la vez tratar de amortiguar el ajuste, la presencia de esos actores será tema de lectura política este miércoles, en el acto de asunción de Massa. Se verá si se cuidan las formas. No ocurrió ayer en Diputados. Esa escenografía ayudó a amalgamar la reacción opositora, mezcla de prevenciones y sus propios movimientos internos. Juntos por el Cambio, el peronismo cordobés, otros provinciales y la izquierda eligieron el camino de la abstención. Facilitaron, pero no avalaron la designación de Cecilia Moreau.
Previo a ese acto formal, la foto de Massa con CFK fue valorada de manera unidireccional como gesto de aval, luego completado por la actitud de Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” de Pedro, en el recinto de Diputados. Pero el juego de la ex presidente contempla más de un tablero. Está preocupara por la suerte de esta gestión, aunque en la primera línea de su lista -y también por eso- se sigue anotando el frente judicial.
Extraña coincidencia, o no tanto, la foto en su despacho fue producida el mismo día en que Diego Luciani y Sergio Mola iniciaban su alegato en la causa que expone los vínculos entre las gestiones kirchneristas y Lázaro Báez. En las dos primeras jornadas de exposición, los fiscales trazaron algunas líneas centrales de la acusación. Dijeron que Néstor Kirchner y CFK “instalaron una matriz extraordinaria de Corrupción” y mostraron algunos intercambios de José López con autoridades de Austral Construcciones que dejaron otro título para el final del gobierno de Cristina Kirchner: “Limpiar todo”.
La foto en cuestión podría tener entonces más de una connotación. La ex presidente y su círculo vienen exponiendo desde hace rato diversas cargas sobre el terreno judicial. Hay, con todo, un cambio significativo y es el que unió la repetida consigna del lawfare con una estrategia para colocar a CFK como víctima de una operación de los poderes fácticos para proscribirla el año que viene.
La Corte como principal objetivo y esta causa por su actual desarrollo -aunque no es la única- alimentan esa posición. Es probable que crezca, con el correr de los días y a tono con los tiempos del alegato fiscal, que llevaría por lo menos una semana más. Algo anticipó ayer mismo La Cámpora con un nuevo video en Twitter: imágenes de una marcha en Comodoro Py y discurso de CFK contra los jueces. Por lo pronto, el kirchnerismo comenzó a impulsar una campaña -especialmente, en las redes sociales- bajo la etiqueta “Todos con Cristina”.
No se trata únicamente del núcleo duro, desde los dirigentes de La Cámpora hasta Axel Kicillof y algunos intendentes y funcionarios kirchneristas. También, exponentes de lo que se consideraba parte del círculo presidencial, en primera línea ministros como Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis, la diputada Victoria Tolosa Paz. Y además, nada ingenuo, el “renovador” Daniel Arroyo. Juan Manzur también se pronunció, aunque no con un tuit sino ante algunos micrófonos.
La ex presidente coloca su situación judicial como tema de gobierno. Fue asimilado por Alberto Fernández en el discurso y en la práctica. El punto no sería exclusivamente una cuestión de gesto personal del nuevo ministro. El problema es la proyección para la gestión -ahora con Massa en lugar central- si la reacción de CFK escala en esta etapa gravitante del juicio por el manejo de la obra pública. Las fotos pueden decir distintas cosas si cambia el contexto.
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