En dos meses cumplirá 50 años. Con casi 30 de carrera judicial, el fiscal Diego Luciani arrancó hoy una de las etapas más importantes para su carrera: de su alegato depende lograr la condena a la vicepresidenta Cristina Kirchner por asociación ilícita y defraudación al Estado. La decisión fue jugar a fondo: lo dejó expuesto en más de siete horas durante el primer día de alegato. Faltan ocho jornadas. En las redes sociales, su figura ya quedó dividida por la grieta. “Héroe”, “huevos” o “no dejemos solo al fiscal Luciani, ya tuvimos un fiscal asesinado”, decían carteles que mostraban su imagen. Del otro lado, sus detractores hablaban de “efecto mediático”, “lawfare”, acusaciones “sin pruebas” y “odio a Cristina”. Alguno incluso escribió que Luciani estaba sentado allí por orden del macrismo cuando, en realidad, llegó a ser fiscal por la firma de la ex presidenta, que hoy está en el banquillo.
El currículum de Diego Luciani dice que empezó como auxiliar en el Poder Judicial en 1993. Era un empleado de menor jerarquía cuando le tocó trabajar en el juzgado federal 9 de Comodoro Py, al mando del juez Juan José Galeano, el hombre que el 18 de julio de 1994 quedó al frente de la investigación del atentado a la AMIA y terminó destituido. “Diego era muy pinche, no estuvo en esa causa”, dicen en tribunales. Sin embargo, sí estuvo presente el día que Galeano le abrió una causa a un detenido que se comió el pebete de uno de los empleados. Ese episodio, recordado por Infobae recientemente, avergüenza a muchos de los estuvieron ese día trabajando cuando el edificio de Retiro todavía no se había inaugurado.
Egresado de la UBA, especializado en lavado de dinero, entre 1998 y 2004 Luciani se mudó de Comodoro Py a los tribunales de San Isidro para ser secretario de la Fiscalía General. De ahí, de la mano de Eduardo “Bebe” Righi, procurador nombrado por Néstor Kirchner, saltó a la fiscalía federal de secuestros extorsivos entre 2004 y 2005, abierta por esos años para dar respuesta a un delito que crecía y se cobraba la vida de sus víctimas. Entre 2005 y 2007, Luciani se desempeñó como secretario de Cámara en la fiscalía general de San Martín. Su nombramiento como fiscal federal subrogante fue firmado en 2007 para la justicia de Mercedes.
En 2010 volvió a su puesto anterior hasta que en marzo de 2013 la entonces flamante Procuradora Alejandra Gils Carbó decidió crear fiscalías especializadas. Luciani fue designado como prosecretario letrado en la Procuración de Delitos Económicos y Lavado de Activos. Fueron pocos meses: el 9 de septiembre de 2013, el decreto Decreto 1137 dice “NOMBRASE FISCAL GENERAL ANTE LOS TRIBUNALES ORALES EN LO CRIMINAL FEDERAL DE ROSARIO, PROVINCIA DE SANTA FE, FISCALIA Nº 1, AL SEÑOR DOCTOR DIEGO SEBASTIAN LUCIANI”. Estaba al frente del Ejecutivo Cristina Kirchner.
Pero Luciani -que había ganado el concurso para Rosario- nunca llegó a desempeñarse en la ciudad santafesina. En una cadena de enroques firmada por Gils Carbó, Luciani pasó a desempeñarse como fiscal ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Py, en reemplazo de su colega Fabiana León, hoy fiscal en la causa de los cuadernos. León salió en ese momento de los tribunales de Retiro rumbo a la fiscalía de Concepción del Uruguay en Entre Ríos y el que había sido designado para ese cargo, Adolfo Villate, fue a Rosario a donde nunca llegó Luciani. Traslados que en tribunales justifican diciendo que, a diferencia de los jueces, “el Ministerio Público es uno solo”.
Por aquellos años, Luciani formó parte del consejo evaluador dentro del Ministerio Público Fiscal que mandó a jury al fiscal de instrucción José María Campagnoli cuando analizó transacciones encabezadas por Lázaro Báez, ya por entonces señalado por la prensa por sus vínculos con los Kirchner. El consejo que integró Luciani suspendió a Campagnoli, pero el jury quedó en la nada. Era tiempos en que también se frenaba la frustrada reforma judicial que impulsaba el kirchnerismo.
Desde Comodoro Py, a Luciani le tocó acusar en causas de drogas pero también en otra de relevancia política como el expediente contra Armando Gostanian, ex titular de la Casa de la Moneda durante el menemismo que en 2015 fue condenó por el Tribunal Oral Federal 4 a cinco años de prisión por pagar sobreprecios en la compra de máquinas que luego volvían a una cuenta en Suiza. El proceso se suspendió después porque su estado de salud lo convertían en inimputable. Pero la Fiscalía pidió que devuelva lo robado durante su paso por la función pública.
Después también motorizó la acusación en la causa por la compra de Tandanor, también durante el menemismo, en donde después de casi dos años de debate el Tribunal Oral Federal n°5 condenó a un ex funcionario y a dos empresarios por la fraudulenta privatización del astillero estatal Talleres Dársena Norte. El gran logro para el Ministerio Público fue la inmediata restitución al Estado de la planta, uno de los mayores activos recuperados en este tipo de casos. E impulsó el juicio oral contra la ex funcionaria del kirchnerismo Romina Picolotti, un debate que se postergó porque la acusada estaba en Estados Unidos y que se hizo recién en 2021, en medio del pandemia y con ella desde Miami. De ahí también se fue con una condena a tres años de prisión en suspenso.
Por su forma de manejarse en los debates, los jueces de los tribunales orales le pusieron un apodo: “el Doctor No” porque siempre se oponía a todo, contaron a Infobae.
Hincha de Boca, ex jugador de rugby, hoy vecino de zona norte después de haber crecido en Palermo. Las luces de los reflectores mediáticos comenzaron a posarse sobre Luciani cuando quedó a cargo de llevar adelante la acusación en el juicio contra Cristina Kirchner, cuando nada hacía prever el regreso de la entonces ex presidenta al poder.
El 2 de diciembre de 2019, a una semana de jurar como vicepresidenta, Cristina Kirchner habló en indagatoria en el debate que había comenzado en mayo de ese año y que ahora esta llegando a su etapa final. CFK declaró durante horas sobre el lawfare durante el macrismo y sobre el manejo de la obra pública y terminó diciendo que no era amiga de Lázaro Báez. La ex mandataria fue tomando impulso y aseguró: “Este tribunal, el del lawfare, seguramente tiene la condena escrita. No me interesa, a mí me absolvió la historia, me va a absolver la historia. Y a ustedes, seguramente, los va a condenar la historia”.
La Vicepresidenta alcanzó a decir “he terminado la declaración, me voy a levantar señor presidente, muchas gracias y buenos días”. Se levantó de la silla y agarró sus papeles para volver a su puesto ante la mirada silenciosa de los miembros del tribunal. Fue entonces cuando se escuchó la voz de Luciani queriendo saber si la imputada iba a responder preguntas. “Absolutamente innecesario”, dice hoy ante Infobae uno de los abogados que estaba presente.
El presidente del TOF Rodrigo Giménez Uriburu, que ya había visto cruzar a CFK por enfrente suyo, cerraba la computadora, el juez Andrés Basso tomaba agua y su colega Jorge Gorini apoyaba la mano sobre la nariz, inclinado sobre su silla. “Doctora, le pregunto entonces si va a responder preguntas de las partes”, dijo entonces Giménez Uriburu. Cristina Kirchner volvió sobre sus pasos, se acercó al micrófono y, sin sentarse, de espaldas a Luciani, disparó: “Preguntas, preguntas tienen que contestar ustedes, no yo”.
Las notas periodísticas sobre quién es el fiscal de la causa Vialidad llegaron cuando le tocó ir a declarar al presidente de la Nación Alberto Fernández. El voltaje de la testimonial fue subiendo con las preguntas del Ministerio Público y el jefe de Estado le preguntó si tenía problemas de comprensión. “No me falte el respeto”, le contestó entonces el fiscal. Los dichos del presidente de aquel día fueron usados hoy por la fiscalía para fortalecer la acusación contra Cristina Kirchner, al hablar de los vínculos de su esposo con Lázaro Báez.
La prueba encontrada en el teléfono de José López, el ex secretario de Obras Públicas del kirchnerismo que apareció con 9 millones de dólares en un convento y terminó condenado por enriquecimiento ilícito y “arrepentido” en la causa de los cuadernos, fue una jugada que Luciani gestó en silencio, junto a su colega Sergio Mola, cuando se enteró que existían esas conversaciones y que en el debate contra el hombre de los bolsos nadie las usó. Misterio.
En la última audiencia de debate, antes de los alegatos, Luciani logró que el tribunal aceptara incorporarla como prueba. Muchas de las defensas están indignadas porque sostienen que no tuvieron acceso a ese material. Será uno de los focos del debate cuando le llegue el turno a los acusados.
Algunos, sin embargo, después de ver las pruebas que exhibió Luciani a través del teléfono de López, recordaron aquellas palabras que Cristina Kirchner pronunció en una entrevista con Infobae en 2017 cuando de cara a la campaña que electoral que la convertiría en senadora y el periodista Luis Novaresio le preguntó por el ex secretario de los bolsos. “Lo odié, como pocas cosas odié en mi vida”, dijo aquel día Cristina Kirchner. Hoy, después del inicio de la audiencia, la vicepresidenta escuchó el alegato de la fiscalía con la cámara apagada.
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