Sergio Massa reaparece con fuerza en el centro de la política argentina. El rol de mediador que mantuvo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner desde el 10 de diciembre de 2019 fue mutando en medio de la crisis económica y política que vive el Frente de Todos y ahora se lo presenta como el bombero que viene a solucionarla.
Político con un apetito voraz que fue dominando con el paso de los años, supo entender que necesitaba de Fernández y Kirchner para tener alguna posibilidad de llegar a su anhelo: el sillón de Rivadavia. Algo que ninguno de los que lo vieron nacer hace 50 años en la localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires, siquiera se podrían haber imaginado.
Hijo de un empresario de la construcción, Alfonso “Fofó” Massa y Lucía Cherti, comenzó sus estudios en el colegio católico Agustiniano donde cursó hasta la secundaria y no fue hasta el 2013, cuando tenía 41 años, que se recibió de abogado en la Universidad de Belgrano.
Comenzó su militancia política a principio de los 90 y pocos años después ya se erigía como el presidente de la juventud del partido más liberal que tuvo la Argentina: la Unión de Centro Democrático, más conocida como la UCEDE. En esos años, la Ucede hacía buenas migas con el peronismo que representaba Carlos Menem y sindicalistas como Luis Barrionuevo -también oriundo de San Martín- y ese contacto estrecho fue lo que hizo que el joven Massa pegara el salto al peronismo.
Esa afinidad que Massa percibía entre el partido de Alsogaray y el menemismo también se vio cimentada por la familia de quien fuera su novia y, desde el 2001, su esposa: Malena Galmarini, hija de un dirigente del PJ y funcionario menemista Fernando “el pato” Galmarini. Eso, más su mudanza a Tigre, fueron la piedra fundacional del dirigente que 30 años más tarde conformaría una de los tercios que conforman el Frente de Todos.
Su primer cargo público fue como asesor de la mano de un ex concejal de San Martín, Alejandro Kenk y, luego de la fusión entre la Ucede y el PJ, pegó el salto al Ejecutivo nacional como asesor también pero, en este caso, de Ramón “Palito” Ortega en el Ministerio de Desarrollo Social.
Para el final del menemismo, en las elecciones en donde ganó Fernando De la Rúa, Massa compitió por primera vez en una elección y accedió a una banca de diputado provincial por el PJ en representación de la primera sección electoral.
Su paso por la legislatura provincial fue breve ya que en 2001, con De Rúa fuera de la Casa Rosada y Eduardo Duhalde asumiendo de manera interina la presidencia, su suegro quien oficiaba de asesor del “cabezón de Lomas de Zamora” lo impulsó como director de la Anses y asumió de esa manera su primer cargo ejecutivo.
Luego de las elecciones del 2003 que llevaron a la presidencia a Néstor Kirchner, Massa se mantuvo al frente de la Anses mostrando como referencia 10 aumentos consecutivos de las jubilaciones. Por ese entonces conoció a un economista con quien trabó una estrecha relación, Amado Boudou, tanto es así que cuando fue presidente del Club Tigre lo llevó a la comisión.
En 2005 es elegido como diputado nacional por la lista del oficialismo pero renunció a su banca y siguió al frente de la Anses, en donde se mantuvo hasta el final del gobierno de Néstor Kirchner.
Néstor Kirchner se forjó fama de estar metido en todos los asuntos del Ejecutivo y la Anses de Massa no quedaba afuera. Así fue que el propio Massa contó una anécdota sobre los días posteriores al nacimiento de su hija: “Estaba intentando que duerma en su cuna, me suena el celular y era uno de los secretarios de Kirchner que me pregunta qué estaba haciendo. Durmiendo, como la gente normal a ese horario; a lo que me responde que acaban de llegar de viaje y me pasó con el Presidente que quería saber los números. Tuve que salir corriendo a buscar una hojita donde tenía todos los números de ANSES porque sabía que venía la pregunta de altas, bajas, superávit, transferencias del mes. Estaba hiper metido en lo que hacía cada uno de los funcionarios en la gestión”.
El paso siguiente de Massa fue volver a su terruño y en 2007 se presentó como candidato a intendente de Tigre, en donde alcanzó el 46% de los votos y le ganó al partido vecinalista que gobernó el partido durante 20 años.
Con Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia comenzó una nueva etapa de Sergio Massa. Su buena relación con Néstor Kirchner que forjó en su paso por la Anses y la crisis del gobierno con el campo lo impulsa a un nuevo cargo. El 24 de julio de 2008 los diarios mostraban la salida de Alberto Fernández de la Casa Rosada quien renunció al cargo de Jefe de Gabinete y mostraban a un sonriente Sergio Massa que asumía en su lugar.
Instalado en el edificio de la ex Somisa en donde funciona la jefatura de Gabinete, Massa repartió su tiempo entre la presidenta Cristina Kirchner y las demandas de un Néstor Kirchner que todos los viernes lo llamaba alrededor de las 18 para que fuera a jugar al fútbol a la Quinta de Olivos.
De esos partidos muchos recuerdan la relación entre el ex presidente y el por entonces jefe de gabinete. Massa -quien al igual que Alberto Fernández suele jugar de arquero-, Massa tenía un equipo de fútbol conformado por buena parte de asesores en donde uno se destacaba por su habilidad. “Massa puteaba por esos llamados porque tenían que salir corriendo para Olivos a una hora en la que el tránsito era imposible, pero Néstor llamaba y había que estar. Pero, además, llegabas y Kirchner armaba los equipos y lo jugaba en contra de Massa pero ponía en su equipo al asesor de Sergio que la rompía, era imparable, y lo hacía para gritarle los goles”, contó a Infobae una fuente cercana al ex intendente de Tigre.
De su rol como Jefe de Gabinete uno de los hitos fue la nacionalización de las AFJP, que llegó de la mano de quien era su amigo y luego fue vicepresidente de la Nación: Amado Boudou.
El paso por Jefatura de Gabinete duró hasta marzo de 2009 -en enero se había anunciado la estatización de las AFJP- y Massa decide volver a Tigre y no competir en las elecciones de medio término para un cargo legislativo y comenzó a despegarse de Cristina Fernández de Kirchner y del kirchnerismo en general, en donde irrumpía con fuerza una nueva agrupación con la que nunca tuvo una buena relación: La Cámpora.
La ruptura
El fin de la relación entre Massa y el kirchnerismo llegó a través de un hecho y una filtración. El primer hecho fue en las elecciones legislativas de 2009 donde Malena Galmarini fue como candidata a concejal en Tigre y lo hizo en una boleta local y no en la del gobierno que llevaba a Néstor Kirchner como candidato como diputado. Y no solo eso, sino que sacó 14 puntos más.
En ese momento, lo llamaron “traidor” pero en voz baja. Todavía la ruptura con el kirchnerismo no era ni pública ni agresiva. Pero corría el 2010 y el mundo conoció los cables de Wikileaks que, en lo que se refiere a Massa, revelaron que en sus reuniones en la embajada de los Estados Unidos en la Argentina calificaba a Néstor Kirchner de “perverso” y “cobarde”.
En esos mismo cables se señala que Massa calificaba a Cristina Kirchner como alguien que “cumplía órdenes” de su marido y que se encontraba “sometida” a Néstor. “Trabajaría mucho mejor sin Néstor que con él”, señalaba el cable de la embajada de los Estados Unidos en la Argentina. Semejante declaraciones fueron el quiebre explícito entre Sergio Massa y el kirchnerismo y comenzaron las acusaciones cruzadas.
Mientras se iba gestando esa ruptura, Massa conformaba el Grupo de los 8 junto a otros siete intendentes bonaerenses entre los que estaban Pablo Bruera (La Plata), Joaquín de la Torre (San Miguel), Sandro Guzmán (Escobar), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), José Eseverri (Olavarría), Gilberto Alegre (General Villegas), Luis Acuña (Hurlingham). Este grupo que buscaba presionar a Scioli, con quien no tiene una buena relación desde hace muchos años, quien era el gobernador de la provincia de Buenos Aires, cargo al que supo aspirar el tigrense en algún momento.
Con esa base arrancó lo que dos años más tarde se conocería como el Frente Renovador, el partido político que preside y con el que se presentó a las elecciones de 2013, 2015, 2017 y en 2019 formó junto a Unidad Ciudadana, el Frente de Todos.
El peronismo racional y Alternativa Federal
La pelea con el kirchnerismo lo mostró como una opción dentro del peronismo para desbancar a los pingüinos que dominaban la escena nacional desde el 2003 de manera ininterrumpida. Pero tampoco le alcanzaba para hacerle sombra a la otras fuerza que le disputaba el poder a los K que era Mauricio Macri con el PRO y la posterior coalición Cambiemos.
Pero ese despegue, el trato de “corruptos” y “ñoquis” y un discurso en donde aparecía la clase media, lo posicionó en un sector medio que no quería al kirchnerismo y tampoco confiaba en Macri.
Cambiemos se impuso en las elecciones y un sector de la sociedad que esperaba el fin del kirchnerismo buscaba un referente en el peronismo y Massa apareció en escena. Y Macri lo subió al escenario, tanto que lo llevó al Foro de Davos en donde Cambiemos se presentaba como quienes venían a modernizar a la Argentina y el tigrense era presentado por el propio Macri como el referente del “peronismo racional”.
Tiempo después, con la relación con Macri rota, Massa siguió avanzando con la idea de desembarcar en Balcarce 50. Corría el 2017 y la pelea con el kirchnerismo y La Cámpora seguía. El peronismo que representan los gobernadores del PJ tenía una misión por delante y una convicción profunda. Buscaban armar un bloque nuevo en la Cámara de Diputados y utilizar ese espacio legislativo como sostén para construir un esquema político que sea federal, heterogéneo y, sobre todo, que se diferencie del kirchnerismo. Pretendían debilitar el liderazgo de Cristina Kirchner y empujar la renovación del movimiento nacional desde las provincias.
Los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Juan Manzur (Tucumán), Juan Schiaretti (Córdoba), Sergio Casas (La Rioja), Carlos Verna (La Pampa), Hugo Passalaqua (Misiones), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Domingo Peppo (Chaco), Mariano Arcioni (Chubut) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego) tallaron en el acuerdo para que el bloque de legisladores tenga sustento y volumen, y para que sea el principio de un nuevo proyecto político. Rápidamente se sumó Massa que venía de salir tercero en 2017. Y lo hizo con el mismo discurso que venía teniendo desde el 2013: el peronismo debía que armar un nuevo esquema abriendo el diálogo con otros espacios políticos y dejando a un costado al kirchnerismo. No era con todos.
Sin embargo, el video que se conoció el 18 de mayo de 2018 que lanzaba a Alberto Fernández como candidato a presidente y Cristina Kirchner como vice, cambió el tablero político y prendió la mecha que más tarde hizo detonar Alternativa Federal.
Esa misma tarde, seis de los ocho gobernadores se alinearon bajo la nueva fórmula presidencial. Luego Massa armó un Congreso del Frente Renovador para mostrar en público que seguiría un nuevo camino. La mayoría de los dirigentes de su espacio impulsaban una alianza con el sector K y él mismo negociaba con Máximo Kirchner y Alberto Fernández un acuerdo de unidad.
Durante los últimos días de mayo y la primera quincena de junio Massa negoció una fusión con kirchnerismo que incluía acomodar a la mayoría de sus legisladores, enganchar a sus intendentes de la fórmula Fernández-Fernández y asegurarse un lugar en el armado. Así salvaba al Frente Renovador de un nuevo golpe electoral y mantenía a su fuerza política sin fisuras. El cierre de esas negociaciones llegó la semana y la forma de simbolizar el acuerdo fue un café con Alberto Fernández. Fue el final del misterio.
El conciliador
El Frente de Todos conformado por el kirchnerismo, el peronismo de los gobernadores y el massismo se impuso en primera vuelta y Sergio Massa encabezó la lista de diputados. Asumió, juró como legislador y fue elegido como presidente de la Cámara de Diputados. “Desde que asumió cada vez que abrí la sesión no perdí ninguna votación”, decía con su media sonrisa el tigrense a la hora de hacer el balance de sus primeros dos años de gestión al frente de la cámara.
Pero, además de llevar las riendas de las sesiones, enfrentarse cada tanto con diputados de Juntos por el Cambio, el principal rol de Massa en la coalición de gobierno fue el de mediar, el de conciliar entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
“Entendió rápido que un presidente de la Cámara de Diputados es nadie si al Gobierno le va mal. Y que buena parte de su futuro y sus aspiraciones presidenciales dependen del éxito del Frente de Todos”, explicó un hombre que lo conoce desde hace muchos años.
Asume un nuevo rol dentro de la coalición pero el objetivo sigue siendo el mismo. Como en los casos anteriores, será un escalón más en la escalera que comenzó a subir hace más de 30 años cuando comenzaba a militar en San Martín, cuando empezaba a hacer sus primeras armas como político, cuando daba abrazos y besos en las caminatas de campaña y planificaba el camino: ponerse la banda de Presidente de la Nación.
Hoy, como hace 20 años, Massa retorna al Ejecutivo y vuelve a ponerse los guantes de arquero para jugar en Olivos, mientras sigue soñando con ser el que arma los equipos.
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