Se terminó la luna de miel entre el Gobierno y la Confederación General del Trabajo (CGT). Hay una marcha de protesta que la central obrera realizará el 17 de agosto y que simbolizará el malestar de una dirigencia sindical atrapada entre la pelea interna del Frente de Todos y la presión de sus bases, que reclaman por una inflación que no se detiene y unas paritarias que nunca alcanzan.
Como miembro de la mesa chica cegetista, Sergio Romero, el líder de la Unión Docentes Argentinos (UDA), es uno de los dirigentes que decidió la movilización y que no disimula las razones de esa medida de fuerza: en la entrevista con Infobae, afirmó que “no anda casi nada bien en el país” y aseguró que “le vamos a decir al Gobierno que haga una lectura fiel y firme de la movilización porque necesitamos un cambio del plan económico, no una ratificación de la pobreza”.
“Lo que dijo (la ministra Silvina) Batakis no va de la mano con lo que pretendemos -sostuvo-. Es decir, hay gente que tiene convenios, que tiene contratos, y debe estabilizarse en su trabajo. No es venir con un cargo de ministro y empezar a despedir gente. Eso no habla bien del justicialismo. El peronismo da trabajo, no lo quita. Si la ministra viene por ese lado va a tener que confesar que no es peronista. Si lo es, tiene que preservar las fuentes de trabajo. Decididamente es así. Y si ella viene por el ajuste y el despido de los trabajadores la vamos a combatir muy fuertemente”.
Además, como secretario de Políticas Educativas de la CGT, Romero destacó: “Hoy, un docente que se inicia en el sistema educativo argentino tiene un salario inicial de 60.000 pesos cuando una familia necesita de 105.000 para no ser pobre. Estamos casi más cerca de la indigencia que de la pobreza”.
— La CGT se movilizará por primera vez en el gobierno de Alberto Fernández. ¿Cuál es el diagnóstico por el cual llegaron a esta protesta?
— La movilización es producto del estado en el que estamos viviendo los ciudadanos argentinos. Hay una situación casi de una complejidad absoluta en el campo social, económico, de la salud, de la educación. Es decir, no anda casi nada bien en el país, todo tiene dificultades. Entonces nosotros, como representantes de los trabajadores, y particularmente del trabajador con empleo formal, tenemos que seguir luchando para sostener los principios fundamentales del sindicalismo, como paritarias libres. Es fundamental poder negociar con el Estado empleador bajo una inflación galopante. Tenemos una inflación que es motivo de comentarios en el mundo. Cuando uno lee los medios internacionales es una tristeza tremenda observar cómo es una preocupación en el mundo esta situación económica argentina. Y al no estar bien la economía produce vacíos en lugares estratégicos.
— ¿Vacíos de qué tipo?
— Por ejemplo, hay reducción, aunque la palabra correcta sería ajuste, en educación. Lamentablemente la educación padece la baja del presupuesto fijado por ley. No es algo que pidamos las organizaciones sindicales, hay una Ley de Financiamiento Educativo que produjo el peronismo a través de Néstor Kirchner y que no se cumple. Desde que está la ley, solamente dos veces se aplicó el 6% del Producto Bruto Interno. En esta gestión no se aplicó el 6%. Cuando no se aplica hay dos términos para utilizar: reducción o ajuste. Pero si reducís o ajustás en educación tenés un problema. La educación debe ser política de Estado. Un país que pretende desarrollarse hace fuerte hincapié en la educación.
— El reclamo por los salarios docentes no es nuevo. ¿Por qué tampoco este gobierno los mejora?
— No es nuevo, pero, más allá de que no es una situación nueva, ha hecho un impacto en el sistema educativo argentino muy negativo en este momento. Los argentinos hemos transitado una pandemia donde los educadores hemos sido estratégicos, hemos puesto todo a disposición, nuestros domicilios, nuestros equipos tecnológicos, nuestra vocación. Hoy, un docente que se inicia en el sistema educativo argentino por negociación paritaria tiene un salario inicial de 60.000 pesos cuando una familia necesita de 105.000 para no ser pobre. O sea que estamos casi más cerca de la indigencia que de la pobreza. Entonces cuando hablo de políticas de estado, esto debería ser una prioridad en la Argentina. ¿Sabe lo que me preocupa en este punto? Que está gobernando el Partido Justicialista. El justicialismo es justicia social. Si bien es otro momento, nosotros tenemos un líder que es Juan Domingo Perón y parece que los gobernantes cada vez lo leen menos o lo escuchan menos.
— ¿A la CGT le preocuparon los primeros anuncios de la ministra Batakis?
— Nos preocupó. No dijo nada, mucho menos para los trabajadores.
— Ratificó el rumbo económico, que es equivalente a un ajuste.
— La ministra va a tener que ser cuidadosa en su vocabulario porque hay cosas que hieren mucho. Los trabajadores estamos poniendo todo de nuestra voluntad. Lo primero que le diría a la ministra es que tiene que buscar gestos en la propia política. Si va a contabilizar los empleados del Estado empezó mal. La propia política puede generar una muestra de apego y de solidaridad hacia los trabajadores.
— ¿Cree que el Congreso tendría que hacer algún tipo de ajuste?
— Por ejemplo el Senado, Diputados, el propio gabinete. Hay señales que puede dar la propia gestión de gobierno sin atacar al empleado público, que cumple funciones excelentes y que ha demostrado una capacidad de gestión admirable en épocas de pandemia. No es el camino por donde debe ajustar.
— ¿La pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner agrava la situación económica?
— Este es un problema que genera la política y lo tiene que resolver la política. Si la economía no anda bien, la educación no anda bien. La salud anda más o menos. Entonces en realidad estos problemas se producen por acciones concretas de la política. Y por eso debe resolver los problemas que genera.
— ¿El Frente de Todos en particular?
— El Frente de Todos tiene responsabilidad, pero también la oposición. Tenemos una oposición a la que no se le cae una propuesta. Aparece un fenómeno como (Javier) Milei que duró poco tiempo, pero que entre las propuestas dijo que hay que cerrar el Ministerio de Educación. En la política no se pueden hacer inventos. Tenés que tener una trayectoria determinada como para opinar con respaldo. Si lo primero que vas a hacer es afectar a la educación, ahí también hay responsabilidad.
— Esa declaración no deja de ser un anuncio. ¿El problema no es lo que hacen los funcionarios del Frente de Todos con las herramientas que tienen a su alcance?
— Hoy es el Frente de Todos y las decisiones que toma en materia educativa son todas para ser cuestionadas. Ahora hubo una reunión en Rosario donde se decidió ampliar las horas de clase a 38 horas al año. Imagínese el entusiasmo de las provincias que solamente cuatro provincias adhirieron. Entonces se termina también relajando lo que es la figura del Consejo Federal de Educación, donde asisten todos y después cada uno va a su provincia y hace lo que puede o lo que quiere. Todas las áreas de la actual gestión están necesitando de un ajuste importante, pero un ajuste en la política. La gestión tiene chances de encaminarse en la medida que se piense más la justicia social y se lo escuche más a Perón. Se habla mucho de Perón y se aplica poco la política que generaba.
— También es cierto que no hay plata para distribuir. Hoy existe un Estado casi quebrado.
— No tiene los recursos porque el Estado, en muchos casos, malgasta. Los trabajadores seguimos pagando Impuesto a las Ganancias. Si el Estado nunca tiene la culpa, ¿siempre tiene la culpa el trabajador? Hay provincias donde los impuestos son altísimos. Y tampoco le estoy echando la culpa exclusivamente al gobierno nacional de la actual situación. Los gobernadores tienen mucho que ver en esto. No han generado propuestas que permitan de manera conjunta poder ir sacando de la crisis a la Argentina. Hay declaraciones de algunos gobernadores que realmente… (hace una pausa).
— ¿A quiénes se refiere exactamente?
— En La Rioja, donde los docentes legítimamente piden salarios acordes a la inflación para salir de la pobreza, el gobernador (Ricardo) Quintela les dijo que el que no le gusta que se dedique a otra cosa. Un gobernador que dice esto no tiene la altura política de lo que está representando. Esto te pasa en otras jurisdicciones donde los gobernadores son figuritas pintadas. Apuntar exclusivamente contra el gobierno nacional es un error estratégico de la mirada política.
— Ustedes van a realizar una protesta en un momento de mucha debilidad política de Alberto Fernández. ¿No temen que la marcha acelere la crisis y lo deje más débil todavía?
— Desde la CGT vamos a sostener la institucionalidad del Gobierno hasta el último minuto . Aunque llegue con muletas, tiene que cumplir su mandato. Lo que sí vamos a tutelar fielmente desde la CGT son las políticas que deben ser en favor de los trabajadores. Este gobierno se tiene que expedir rápidamente con políticas concretas para los trabajadores. Primero, sostener las paritarias libres.
— Las paritarias libres se mantienen.
— En algunos casos. Algunos gobernadores están dando aumentos, Hay que llamar a paritarias libres y negociar los salarios con el empleador para ir viendo cómo la inflación no te come el sueldo. Y garantizar los puestos de trabajo. Por eso lo que dijo Batakis no va de la mano con lo que nosotros pretendemos. Es decir, hay gente que tiene convenios, que tiene contratos, y debe estabilizarse en su trabajo. No es venir con un cargo de ministro y empezar a despedir gente. Eso no habla bien del justicialismo. El peronismo da trabajo, no quita trabajo. Si la ministra viene por ese lado va a tener que confesar que no es peronista. Si lo es, tiene que preservar las fuentes de trabajo. Decididamente es así. Y si ella viene por el ajuste y el despido de los trabajadores la vamos a combatir muy fuertemente.
— El jefe de Batakis es el Presidente. Si la ministra dijo que ratificaba el rumbo económico, esa decisión tiene claramente el aval de Alberto Fernández. ¿O hay otro responsable?
— Ya se está hablando de una posible inflación para el mes de julio del 8%. Yo te digo primero ya hay que empezar a abrir nuevamente paritarias. Ya, en lo inmediato. Si bien hay cláusulas de revisión en la mayoría de los acuerdos, va a haber que adelantarlas y en esto cumple un rol preponderante el Ministerio de Trabajo. Si la inflación se da como se está diciendo para julio, no va a haber familia que pueda llegar a fin de mes. Ya no llega. Creo que el Presidente es un hombre de la democracia que estuvo en la CGT el 1° de julio compartiendo con los trabajadores. Yo no creo en el ajuste propuesto por el Presidente. No creo que sea idea de él. Es un plan económico que lo ponen a disposición del Presidente. pero no va a permitir que se reduzcan los puestos de trabajo y se minimicen los salarios de los trabajadores. Yo confío en que el presidente de la Nación va a tomar las medidas.
— Insisto en que Batakis ratificó el rumbo económico fijado por el Presidente.
— El rumbo económico tiró por los aires la inflación y dejó los salarios por debajo de la línea de pobreza. Ese rumbo económico no es el que queremos los trabajadores. Vamos a salir a la calle no solamente contra los formadores de precios: pareciera que el empresario tiene la responsabilidad de lo que está pasando, pero la política permite que actúe de esta manera. Desde la organización sindical que represento, vamos a salir en contra de los formadores de precios, pero también le vamos a decir al Gobierno que haga una lectura fiel y firme de la movilización porque necesitamos un cambio del plan económico, no una ratificación de la pobreza. La mayoría de los trabajadores en la Argentina son pobres. No vamos a permitir que haya ajustes que sostengan la pobreza de nuestros trabajadores. Si sostener el plan económico implica pobreza, no quepa ninguna duda de que va a haber lucha.
— ¿Cree que esta crisis socioeconómicas, si no hay una rectificación de las políticas del Gobierno, puede derivar en algún tipo de estallido social parecido al de 2001?
— No me quiero aventurar en ese tipo de cosas: tampoco tenemos que perder el optimismo por completo porque queda un año y medio de gestión. Sigo siendo optimista en tanto y en cuanto se lo empiece a mirar más a Perón. Se lo nombra mucho y se le hace poco caso. Entonces el peronismo tiene la fuerza suficiente como para sacar a los trabajadores y a todos los argentinos de esta crisis.
— A la luz de otras experiencias de gobierno del peronismo, en otras gestiones se le daba más participación a la CGT. ¿Por qué la central obrera hoy no tiene ninguna incidencia?
— Es parte de la ineptitud política en la gestión. Primero tenés que tener claro que la educación, la salud y la seguridad tienen que ser políticas de Estado. Hoy vemos la seguridad cómo anda: mal. Y quién tiene la culpa, el Estado. Pero el Estado gobernante, no el Estado de los trabajadores. El que gobierna, el que contrata, el que capacita a las fuerzas de seguridad. En educación no se cumple con la Ley de Financiamiento. Esto es un llamamiento al presidente de la nación, él tendría que tomar la iniciativa de una nueva Ley de Financiamiento Educativo para superar ese 6% de inversión en educación. Ya a esta altura deberíamos estar en el 8 o el 10% de inversión. La iniciativa tiene que salir de la Casa Rosada. Más para educación. Más para los educadores. Más para todo el sistema educativo. Entonces esto se hace con inversión. Si no, no se corrige. En salud pasa lo mismo.
— ¿Pero cómo se hace desde un Estado virtualmente quebrado?
— Tenés que mandar los proyectos al Parlamento, el Parlamento lo discute, se genera el presupuesto y no estamos diciendo que tienen que pagar la plata ya, es una cuestión progresiva. Pero la voluntad política, el diseño en las políticas de Estado se lee muy bien socialmente. Ahora, si tenés una inversión que no cumplís y no programas para mejorarla, entonces estamos ante un Estado estanco, sin iniciativa. La sociedad está esperando la reacción política de la actual gestión.
— ¿Le preocupa que este rumbo económico termine en una derrota electoral del Frente de Todos en 2023?
— Formo parte de la estructura del Partido Justicialista, soy congresal del PJ: ¿cómo no voy a estar preocupado? Yo hablo con los presidentes de los partidos provinciales, estoy analizando con ellos la marcha del justicialismo en las distintas provincias, y hoy estamos con dificultades en el campo electoral. El justicialismo tiene que tener más apego a la justicia social, tiene que tener orden político entre los que gobiernan y los que somos parte del partido. El movimiento justicialista nace para favorecer a la gente, y hoy estamos en un punto en donde la gente no le cree a la política.
— ¿Se podría decir que hoy usted está más cerca del discurso y de la postura de Cristina Kirchner ante la situación económica que de la Alberto Fernández?
— No quiero meterme en ningún tipo de diferencia política en el frente. Hay un Presidente que respeto, es la expresión política más importante del país, pero reconozco la capacidad política de Cristina Kirchner, es una líder y es una mujer que dentro del frente es la que más mide electoralmente.
— ¿Se puede ser vicepresidenta y pasarse a la oposición cuando ella fue la que designó al Presidente por un tuit y tiene una responsabilidad política evidente en el Frente de Todos?
— No la veo pasada a la oposición.
— Tiene un discurso muy crítico del plan económico y de la actitud del Presidente.
— Ella hace lo que corresponde. Si no, estaría dejando e hacer política. Hace las observaciones desde su mirada política de cómo se debe gestionar, en esas opiniones puede coincidir o no con la Casa Rosada, pero son las diferencias lógicas y razonables cuando se conforma un frente electoral.
— ¿No debilita al Presidente si la Vicepresidenta lo critica en público?
— Eso lo leen desde afuera y hacen una lectura caprichosa a veces, pero lo voy a decir con algo que también decía nuestro líder: “Los peronistas somos incorregibles”. No todo lo que se dice y lo que se lee es malo, los peronistas somos así. El movimiento justicialista es dinámico, entonces te tenés que permitir este tipo de cosas: tenemos diferencias, pero a la hora de votar sabemos bien qué hacer.
— ¿Qué opina de los contactos con Cristina Kirchner que mantuvo primero Héctor Daer y luego otros dirigentes de la CGT como Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez y José Luis Lingeri?
— La CGT, de manera institucional, mantiene contacto con todo el arco político, mucho más dentro del Frente de Todos. Por eso hacemos un llamamiento a toda la política para sacar el país adelante.
— ¿La CGT analizó en algún momento la posibilidad de un paro general? ¿Lo harán si no hay respuestas del Gobierno?
— Fue una de las opciones que se evaluó, pero después de un análisis profundo amplio y muy criterioso hemos decidido la marcha y un acto previo, el día 26, por el aniversario de los 70 años del fallecimiento de la compañera Evita, que también de alguna manera hay que leerlo como un acto político por la mujer más interesante que tienen el peronismo. Estamos diciendo: bueno, acá estamos los peronistas pero el rumbo se debe observar a favor de los trabajadores. Después culminaremos en agosto en una marcha: algunos dirigentes sindicales hablan de ir en contra de los formadores de precios, sí, pero también hay que ir en contra de aquellos que tiene la obligación de corregir la política para beneficiar a los trabajadores. Los formadores de precios tienen gran culpa pero no son los únicos culpables de lo que está pasando en este momento en Argentina.
— ¿Hay algún tipo de gestión por parte del Gobierno para desactivar la marcha?
— Siempre hay charlas. Falta bastante para la marcha. Como le dije: el justicialismo es un movimiento, puede pasar de todo de aquí al día de la marcha. Por ahora, está asegurada en un 100%.
— ¿En la CGT ven con preocupación el escenario político que viene, con un Frente de Todos que probablemente pierda las elecciones y un gobierno de Juntos por el Cambio que ya está insinuando reformas que implicarán una cuota de sacrificio para los trabajadores?
— No siempre hay que dar por muerto al enfermo: no sería terminante de que va a perder el justicialismo. Creo que tiene todas las chances electorales porque es un gran movimiento y tiene gran injerencia en la vida política argentina. Y si el gobierno que viene, sea del color político que sea, va en contra de las cuestiones que defendemos como las paritarias libres, los puestos de trabajo, todo lo que haga en beneficio de los trabajadores que se logró con la lucha durante tantos años, va a tener las mismas dificultades que está atravesando la actual gestión.
— ¿Usted tiene una postura antiempresarial como algunos de sus colegas de la CGT?
— Cuando hacemos las reuniones del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil se sienta el empresariado y acordamos con ellos el salario mínimo. No todo es discusión, a veces se pueden lograr acuerdos y, como en todo, hay empresarios malos y empresarios buenos. Lo que sucede es que el empresariado ha tomado un rol en este momento de no acompañamiento de las necesidades de la gente y tiene que mostrar ese grado de sensibilidad que lleve a no remarcar los precios. Nosotros estamos dando en muchas provincias líneas de crédito a familias enteras de docentes que piden préstamos el día 10 o el 15 al sindicato porque no tienen para comer. El empresariado tiene responsabilidad en esto, así como la oposición y la gestión. Y cuando digo la gestión no hablo exclusivamente del presidente de la Nación y su gabinete, hablo de los gobernadores, de todos.
— Pero el Frente de Todos es la coalición que está gobernando.
— A esta coyuntura nos trajo la política, y la política tiene que tener la altura y la jerarquía de gestión para sacarnos de este problema. No sé si es con Batakis, pero la gestión, la oposición y el empresariado son las tres patas para darle solución a esta coyuntura grave que estamos atravesando. No podemos seguir teniendo asalariados de 60.000 pesos. Insisto: el peronismo es gestión, sensibilidad y justicia social. Hay que ir por ese camino y el que no lo pueda hacer se tiene que ir a otro partido.
— ¿Entre los motivos del malestar de la CGT también figura la falta de respuesta del Gobierno a la crisis financiera de las obras sociales?
— En la época de pandemia, las obras sociales sindicales han sido estratégicas para atender las necesidades de los trabajadores. Hubo promesas del Gobierno a través de sus distintas áreas de gestión que han sido incumplidas. El Gobierno tiene una deuda muy grande con el movimiento obrero y con los trabajadores. El peronismo tiene que girar 180° y empezar a pensar como Perón.
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