A 14 años del voto no positivo de Julio Cobos: memorias del kilómetro 0 de la grieta

A las 4:25 del 17 de julio de 2008, la voz temblorosa del entonces vicepresidente pronunció esa frase que ya es historia. Ese día, la división se tornó irreconciliable. Del senador que pidió ir armado al recinto, al rol de Alberto Fernández, según el propio Cobos. Recuerdos que se proyectan al presente

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El día que Julio Cobos dijo: "Mi voto no es positivo. Mi voto es en contra"

Es la Resolución 125. El final de la crisis del campo. Volver a escuchar hoy el discurso del entonces vicepresidente Julio Cobos eriza la piel. Terminó a las 4:25 de la madrugada del 17 de julio de 2008, con una frase que ya es parte de la historia argentina: “Mi voto no es positivo, mi voto es en contra”. Revisitar todo lo que ocurrió antes y después de eso es encontrarse, quizás, con el hecho fundacional o el kilómetro cero de la grieta, esa polarización irreductible que ordena y explica la política de la última década y media.

El Gobierno iba a los tumbos. El campo estaba en las calles, había desabastecimiento y en la Casa Rosada veían que desde la Vicepresidencia saldría lo que para ellos era una traición. Las palabras de Cobos fueron el cierre de un conflicto que empezó como sectorial y terminó tiñéndolo todo. Escaló con el vértigo de lo inesperado hasta la derrota del oficialismo y, una semana después, la renuncia de Alberto Fernández, que en ese entonces era el jefe de Gabinete de Cristina Kirchner.

Empezó como un error de cálculo. Una resolución que le aumentaba las retenciones al campo -un problema de técnica fiscal-, que derivó en un paro, una confrontación política entre sectores sociales, políticos y económicos, y una profunda fractura entre amigos y enemigos. Patria y Anti Patria, alternativamente. Una división entre quienes están a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo. El final de los grises, de la tolerancia y, en última instancia, la convivencia democrática.

Cristina Kirchner había aceptado que el radical Julio Cobos integrara la fórmula como parte de la Concertación Plural, experimento político fallido del primer kirchnerismo.
Cristina Kirchner había aceptado que el radical Julio Cobos integrara la fórmula como parte de la Concertación Plural, experimento político fallido del primer kirchnerismo.

Julio Cobos intervino después de que el santiagueño Emilio Rached -que llegó a la Cámara alta como parte de la oficialista Concertación Plural- decidió votar en contra de lo que sostenía el gobierno de su provincia y el nacional. Tras 128 días de conflicto y 18 horas de debate, el empate en 36 votos dejó al entonces vicepresidente al frente de su decisión más difícil.

En las calles, el kirchnerismo se había concentrado frente al Congreso Nacional, y el campo, la oposición y miles de autoconvocados, en Palermo.

Los protagonistas del conflicto eran los cuatro líderes de la Mesa de Enlace, Luciano Miguens (Sociedad Rural), Eduardo Buzzi (Federación Agraria), Carlos Garetto (Coninagro) y Marío Llambías (Confederaciones Rurales), más el hoy senador Alfredo De Angelis, por los chacareros no alineados. Cristina Kirchner, Martín Lousteau -que había firmado la resolución 125 de retenciones móviles- Néstor Kirchner, ex presidente y hombre fuerte del Gobierno, Alberto Fernández.

En el Senado, además de Cobos, claro, el presidente provisional de la Cámara, el fallecido José Pampuro, el titular de la bancada del Frente para la Victoria, el rionegrino Miguel Ángel Pichetto; y el presidente de la bancada opositora, el también mendocino Ernesto Sanz, entre otros.

Julio Cobos habló con Infobae y transmitió esos recuerdos que son, más que del pasado, del presente.

- ¿Por qué tanta demora y tanto suspenso?

- Tiene su fundamento eso. Más allá del nerviosismo y la situación de crisis, me llamaba mucha gente, entre ellos, Florencio Randazzo, que era ministro del Interior y me lo recordaba ahora, que estamos en la Cámara de Diputados, hasta el propio Néstor Kirchner, pero no atendí a nadie. El último llamado ya cuando yo me dirigía al recinto viene (José) Pampuro, que era presidente provisional del Senado, y me dice “Es Alberto, es amigo, atendelo. (NdR: Alberto Fernández, entonces jefe de Gabinete, hoy presidente de la Nación). Yo me había instalado en mi oficina tratando de convencer al Gobierno que aceptaran el pedido del cuarto intermedio. En el trayecto que yo iba desde mi oficina de la Vicepresidencia o presidente del Senado al recinto me hago un lugar ahí en el salón Illia y lo atiendo a Alberto. Yo le decía que acepten el cuarto intermedio.

- ¿Porque en ese momento ya se sabía que la votación terminaba empatada, 36 a 36, no?

- Claro, por eso le digo No pido yo el cuarto intermedio, que lo pida Pichetto, yo no quiero protagonismo. Creía que estábamos a punto de arreglar, si se aceptaban algunas modificaciones. Él me respondió: “Vos votá y decí que la Presidenta va a recibir a las entidades a las 8 de la mañana, al otro día”. Le respondo: “Alberto, es más lógico, que los reciba a las 8 de la mañana, en un cuarto intermedio, para luego buscar el desenlace”. Era algo de manual.

No quiso saber nada. Yo había pedido la intervención en el Congreso, pero la intervención del Congreso era para arreglar el tema, no para ratificar la resolución. En ese momento, me dice Pampuro: “Bueno pedí el cuarto intermedio y estiralo, que voy a ver si convenzo al bloque”. La verdad que no había preparado ningún discurso, yo había preparado nada más Pido un cuarto intermedio. Mientras veía que Pampuro hacía gestiones ahí en el bloque de él. Se vota, hay empate y cuando es así, por reglamento, hay que volver a votar. Los bloques dicen que no hay discusión, ni se acepta un cuarto intermedio. Ahí empiezo a hablar hasta que veo que Pampuro me hace una seña de que que no va más, que hasta aquí llega. Y ahí ya hilvano, las últimas palabras, pero eso fue el motivo de la demora.

- Fue darle tiempo a la última gestión de política antes de naufragio.

- Claro, es así.

- ¿Cuál era el sentimiento que tenía? ¿Eran sólo nervios o también miedo?

- Uno sabe que forma parte del gobierno y es muy difícil encarar una votación de ese tipo en contra. Yo conocía bien la situación y también conocía cómo estaba el país. Era una situación de angustia, porque sabiendo que el tema se solucionaba, no solucionarlo era un capricho. Y yo sabía que si votaba de otra manera -es decir votaba a favor, o positivo- el desenlace podría haber sido de mucho riesgo social. Estaba en riesgo la paz social y la situación obviamente era complicada. No era para que yo diera un discurso altanero, diciéndoles “vieron les dije que esto no iba a prosperar”. La verdad que no cabía. Era consciente de esto. Ese discurso reflejaba un estado emocional. Todos estábamos compungidos. Varios senadores me vinieron a ver, inclusive una senadora del Frente para la Victoria, que me pidieron custodias en sus casas, porque vivían en zonas de campo, temían por su seguridad. En el caso mío no era miedo, era angustia por la situación de un conflicto innecesario. A mi modo de ver, porque había gobernado una provincia, sabía hasta cuándo podés tensar las cosas. Era eso, que la peregrinación iba por dentro mío

- ¿Tuviste miedo que te mataran, que te agredieran?

- No. En mí no me pensaba. Sí tenía preocupación por mi hijo, porque estaba en Buenos Aires. Él estudiaba en San Luis y había venido a acompañarme. Mis dos hijas estaban solas en la casa de Mendoza. Era una situación complicada. En lo personal no sentí miedo en ni ningún momento.

- Porque hubo trascendidos en esa noche de que de que había gente armada en el Congreso…

- Un solo senador, que no voy a decir el nombre, me pidió para entrar armado y yo le dije que no. Que iba a tener toda la custodia del caso y la protección de irlo a buscar. Pero había muchos senadores que estaban preocupados por sus casas, más que por ellos. Tenían miedo de que les fueran a dañar la casa, que se las prendieran fuego.

- El senador ese que le pidió entrar armado, ¿temía por su vida, era para defenderse?

- No sé. Temía por su seguridad…

- ¿El senador es conocido?

- No voy a hablar de ese tema que no vale la pena. Es simplemente para poner el marco de las situaciones que se vivían.

Cristina Kirchner mantuvo con Julio Cobos, después del voto no positivo, una relación meramente institucional.
Cristina Kirchner mantuvo con Julio Cobos, después del voto no positivo, una relación meramente institucional.

- ¿Argentina y la política en general aprendió algo de ese episodio tan traumático?

- La verdad que no ha aprendido porque cada tanto re editamos conflictos, no de esa magnitud. El conflicto de la 125 quedó como un metro patrón de comparación, todo el mundo lo quiere llevar o comparar si una situación es igual. Pero creo que no se ha vivido un conflicto de esa naturaleza después. Pero, sin dudas, no hemos aprendido nada. No hemos aprendido a tratar de consensuar, de resolver las cosas de otra manera. A ver los caminos equivocados que tomamos en el pasado y el desenlace que tuvo. No hemos aprendido nada.

- 14 años después seguimos con el campo en las calles, protestando por las retenciones y se le agregó el tema del dólar y la falta del gasoil.

- Estamos en la misma rueda. Desde el punto de vista de la situación del sector agropecuario, es más complicada que la otra vez, tanto en lo económico como en lo financiero. En aquel entonces lo que desbordó la situación fue esta avaricia, si se quiere, por parte del Gobierno de recaudar cada vez más y de colocar las retenciones móviles. Pero en ese entonces teníamos un único tipo de cambio. La inflación no andaba por las nubes. Veníamos de inflación de un dígito, después era 12 a 13 por ciento. La inflación real era esa, aunque daban menos porque ya estaban toqueteados los índices. No teníamos problemas de combustible, no había lío con las importaciones, con los problemas que trae para los fertilizantes. Hoy la situación es más compleja desde el punto de vista de la macroeconomía, que aumentan los costos de producción y que siguen en líneas generales con retenciones -no tan altas como se esperaba con la 125- altas para algunos sectores como la soja. Eso complica y perjudica y no permite aprovechar el viento favorable que tienen los precios internacionales para producir más inversión, más desarrollo y trabajo. Se genera sólo incertidumbre.

- Poniéndolo en perspectiva, esas retenciones móviles que parecían que eran confiscatorias porque pasaba más del 30 y pico por ciento, comparado con lo que está recibiendo el productor ahora, es mucho menos.

- Claro, aunque no lo llamen retenciones. Pero es cierto, porque vos tenés un dólar futuro y Contado con Liquidación que ronda los 300 pesos y a ellos les liquidan a 130 más la retenciones, les deben quedar menos de 100 pesos por dólar. En lo macroeconómico creo que estamos ante una situación más complicada.

- ¿Cómo estás viendo el rol que está cumpliendo Cristina Kirchner hoy como vicepresidenta?

- Uno puede disentir. El caso mío fue muy puntual, porque entendí que solucionaba un conflicto. La actuación de Cristina en muchos aspectos y con el peso específico que ella tiene y su poder político, y si se me permite, el pecado de origen de cómo surgió la fórmula, la situación es distinta. Ella tensó mucho la cuerda cuando -si bien ella no votó- votaron todos sus sus seguidores en contra del acuerdo con el Fondo Monetario y fue la oposición la que le brindó la salida al presidente.

Yo tuve la intención de recomponer la relación, pero ella fue la que no quiso en su momento y dijo que íbamos a tener una relación nada más que institucional y eso me llevó a presidir el Senado, prácticamente, nada más, a pesar de que la reemplace más de 180 días. Pero no hubo ningún problema en esos 180 días.

Ella sabe y juega con su palabra, con su silencio, con su intriga. Esto lo afecta al presidente y ella tiene una capacidad política como para darse cuenta que su forma de actuar está limando la autoridad del presidente y lo están desgastando en la función que él debe ejercer.

- A usted le dijeron golpista, le dijeron que era Judas, lo insultaron de miles de formas…

- Me dijeron de todo, pero a Cristina no le dicen nada.

- A eso iba. A Cristina no le dicen nada.

- Porque el patrón de la lealtad es Cristina. Si uno disiente con Cristina, es un traidor, para arriba para abajo, al costado, para adelante o para atrás. La convicción que vale es la de ella y nada más. Los demás no podemos tener convicción o actuar por nuestro propio convencimiento o pensamiento.

Cristina Kirchner y Julio Cobos, en una foto sacada durante la campaña de 2007. Faltaba un año para el voto no positivo.
Cristina Kirchner y Julio Cobos, en una foto sacada durante la campaña de 2007. Faltaba un año para el voto no positivo.

- Es la traición a una sola persona, a lo que dice Cristina

- Claro, exactamente. No es el cargo el que genera la traición. Porque si vos me dijeras que el vicepresidente se debe alinear con todo lo que dice el presidente, bueno, esa regla no corre actualmente. Es al revés. Es el presidente que cada vez se esfuerza más para complacerla, para readecuar sus posiciones, para rebobinar, para que sus discursos, que uno espera una cosa, se lo dirija ella. Con el objetivo de componer la relación, la verdad que ha hecho demasiado esfuerzo para ello Alberto Fernández.

- Se quedó 180 días como presidente a cargo, pese a que te hacían la guerra. Qué recuerda de esos días.

- Me acuerdo nada más que firmé un solo decreto. Fue el que declaró duelo cuando fallece el doctor Raúl Alfonsín. Yo no había vuelto a hablar con la Presidenta, salvo el encuentro que hacíamos el primero de marzo, que la recibía yo en la Asamblea Legislativa. La llamé y me acuerdo que ella estaba en el G20 en Estados Unidos. Le pregunté si volvía, si la esperábamos y me dijo que no, que procediera con el protocolo oficial. Después me llamó Oscar Parrilli y me acercó el decreto de duelo: fue el único que firmé. Recuerdo de gente que me pedía audiencia y que yo le decía que esperemos cuando asuma como vicepresidente. Fue el caso Bergoglio, por ejemplo, que fue el primero que me pidió una audiencia. Ya había un cierto enfrentamiento, aunque todavía no estaba el voto (no positivo). Le dije a Bergoglio lo voy a recibir cuando vuelva la Presidenta y después lo recibí tres veces más. Me dediqué a presidir el Senado, nada más. Otra cosa no podía hacer y la verdad que lo hice bien, no faltando a ninguna sesión, coordinando la labor parlamentaria y nada más

- Ver la escena del voto no positivo, con Pichetto de un lado y usted del otro y verlos ahora, a 14 años, es impresionante también.

- Es dinámica la política. Ahí te das cuenta de que no estaba tan equivocado. Verlo también a Martín Lousteau y varios que estaban en otra sintonía. La vicepresidenta ni el kirchnerismo van a reconocer que ayudamos a terminar un conflicto social.

- ¿Cómo ve la situación de ahora no con este enfrentamiento?

- Muy complicado, mal. Convengamos que Alberto Fernández recibe una gestión en lo económico complicada, para ser autocrítico y corresponde serlo. Con muchos temas para renegociar, como era el tema de la deuda. Con mucho para corregir pero lo cierto es que después vino la pandemia, cosas que agravaron la situación, pero perjudicó más la crisis política que la crisis económica. Con liderazgos cuestionados donde el presidente tuvo una decisión y se la tiran abajo, como fue lo del Fondo Monetario. El presidente consumió dos años de su gestión porque no encontraba una solución interna. Esa eterna negociación con el Fondo generó más incertidumbre. Después viene el ataque de Rusia a Ucrania, que afectó el tema energético, la suba de combustible y más aumento de subsidios. Los subsidios a la energía y el transporte representa por lo menos hasta hace un mes atrás el 76% del déficit fiscal. La situación se complicó en el mundo, pero acá se agravó por la crisis política, profundizando la crisis económica.

Alberto Fernández, agobiado por las presiones de Cristina Kirchner. (foto Reuters)
Alberto Fernández, agobiado por las presiones de Cristina Kirchner. (foto Reuters)

- ¿A Alberto Fernández lo ve con fortaleza para superar esta crisis de gobernabilidad, esta crisis política?

- Creo que ha tenido varias oportunidades Alberto como para decir “bueno hasta acá llegamos y acá el presidente soy yo; el que me quiera acompañar, que me acompañe y los que no están de acuerdo que den un paso al costado”. Pero la verdad que no lo veo. Creo que va a seguir todo igual. Ahora no se ha dicho nada de la propuesta económica y se está dudando si hay apoyo. Se insiste con el salario universal sabiendo que es algo imposible de dar, por la situación de crisis que tiene hoy nuestro país. Son cosas que el presidente tendría que tomar el toro por las astas. Ojalá me equivoque, pero ya ha tenido varias oportunidades y hasta ahora no las ha aprovechado. Mientras más tiempo pasa, las oportunidades se le van achicando.- Preguntaba si lo ve con la fortaleza política como para poder superar esta crisis

Él es un hombre que tiene paciencia y eso puede ser fortaleza, pero no lo veo con la necesaria para cambiar el rumbo del país, de acuerdo lo que él, sienta y no de acuerdo a lo que sienta Cristina o lo que sienta el núcleo duro del kirchnerismo, porque estaría impostando y eso se percibe en un líder.

Julio Cobos es diputado nacional y tiene mandato hasta 2025. (foto Twitter)
Julio Cobos es diputado nacional y tiene mandato hasta 2025. (foto Twitter)

- ¿Y la oposición cómo está actuando y cómo lo está viendo?

- La oposición está siendo contemplativa por la situación que está atravesando el país. No estamos echando nafta al fuego. Pedimos cierta información, que vaya el jefe de Gabinete a Diputados, la ministra de Economía para saber cuál es el verdadero plan económico. Más allá de aumentar el valor del dólar turista, no vemos otra medida que no sea la continuidad de lo que ha hecho Guzmán. La oposición lo ayudó al Gobierno con el Fondo y no vamos a echar leña al fuego. Queremos ayudar al presidente pero el presidente se tiene que dejar ayudar.

- Y Cobos en 2023, ¿cuál es su su horizonte?

- Estoy ayudando a los eventuales candidatos del radicalismo que me piden por ahí algunos consejos sobre cómo encarar una campaña. Voy a seguir colaborando para ver si Juntos por el Cambio puede llegar al 2023, pero con un rol no activo en lo eleccionario porque venimos de hacer una muy buena elección en Mendoza y en estos dos años no voy a ocupar ningún cargo electivo.

- ¿Dentro de los precandidatos de Juntos por el Cambio hay alguna preferencia una ubicación o referencia?

- Tengo buena sintonía con la gente del PRO, como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, pero estoy trabajando para los candidatos del radicalismo que los veo posicionados y en carrera, como Facundo Manes y Gerardo Morales. Uno con experiencia de gestión y otro que es algo nuevo que habrá que ver cómo se termina de perfilar, un hombre que siempre ha simpatizado con el radicalismo, pero que se está formando y preparando.

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