El Gobierno minimizó esta tarde las marchas de la izquierda y de los movimientos sociales, algunos alineados con la Casa Rosada, que a pesar de marcar diferencias en los lugares de protesta y en las consignas, tuvieron al Salario Básico Universal como reclamo transversal. Si bien los dirigentes más críticos las reivindicaron como masivas, cerca del Presidente las consideraron un “fracaso” y las atribuyeron a motivos políticos y a cierta debilidad frente a la presión de la izquierda.
“Parece que se les hizo difícil marchar en forma multitudinaria contra un gobierno peronista”, dijo, con algo de sorna, un altísimo funcionario de consulta permanente y directa de Alberto Fernández. El balance que hicieron sobre la convocatoria fue negativo para los movimientos sociales. “Las dos plazas tenían huecos importantes. Aparentemente solo pudieron mandar delegados testimoniales”, relativizaron en Balcarce 50.
Las organizaciones alineadas con Alberto Fernández, como Movimiento Evita y Barrios de Pie, trataron de hacer equilibrio entre las demandas de las bases, castigadas por la inflación, y su propia pertenencia a la administración nacional, a través de múltiples cargos de alto rango y cajas generosas.
Ayer, durante su visita vespertina a la Casa Rosada, los líderes de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) —que integran tanto Emilio Pérsico como Daniel Menéndez— le aclararon al Presidente que en realidad no se sumarían a la marcha piquetera en la Plaza de Mayo —que estaba planteada directamente en contra el Gobierno—, sino que encabezarían otra manifestación: menos confrontativa, ante el Palacio del Congreso, y para exigir que salga promulgada lo antes posible la famosa Ley de Tierra, Techo y Trabajo. También le transmitieron, como atenuante, que estaba organizada hacía 40 días.
Sin embargo, esta tarde se vio a dirigentes afines a Alberto Fernández en ambas manifestaciones. El motivo, dijeron a Infobae, fue que habían sellado un acuerdo de palabra con la izquierda, para que los líderes de ambos sectores se “cruzaran” de plaza en solidaridad por el amedrentamiento contra sus pares en Jujuy por acción del gobierno de Cambiemos.
La intrincada explicación, que también hicieron llegar a los despachos de la Casa Rosada, no satisfizo al sector moderado. El Presidente ya se había mostrado irritado con los líderes de la UTEP la noche previa. “No entendía qué era lo que le decían. Si iban a marchar, por más asteriscos que pusieran, es que iban a marchar. Lo cierto es que aparece como una movilización opositora al gobierno. Si no la querías hacer, no la hacías”, dijo un ministro muy cercano al primer mandatario.
Más allá de la desconfianza, en Balcarce 50 también se mostraron comprensivos. “La realidad es que, muchas veces, lo que termina pasando es que no quieren quedar descolocados ante su gente, porque hay otros que reclaman más fuerte que ellos. Los corren por izquierda”, agregaron. En el caso de la CTA, de Hugo Yasky, y de Juan Grabois, directamente atribuyeron la marcha a un arreglo con Cristina Kirchner.
Las movilizaciones se celebraron a unos días de los anuncios calificados como “ortodoxos” de la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, y que pusieron en pie de guerra a los sectores sociales más vinculados a Cristina Kirchner. Coincidieron, además, con la difusión de la cifra de inflación de junio, que volvió a superar el 5 por ciento, al contrario de las predicciones del Gobierno, que esperaba poder contar unas centésimas menos.
Esta tarde, mientras oscurecía y los piqueteros debatían si levantar campamento o quedarse a pasar la noche en la Plaza de Mayo para insistir con los reclamos, los militantes de los movimientos sociales ligados al Gobierno regresaban a sus casas. Mientras tanto, desde su despacho, un importante funcionario albertista que había seguido el derrotero desde temprano —y desde cerca— trazaba un paralelo entre las marchas de hoy y la protesta “contra la inflación” que anunció la CGT para el 17 de agosto. “Dicen que marchan porque no pueden hacer otra cosa, y que van a leer un documento, pero que no va a haber un discurso. Que sí, que no. Que no, que sí. La gente está preocupada por las cosas que faltan, es cierto. Pero no creemos que vean que el camino sea atacar al Gobierno”, interpretó.
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