En medio del proceso de acercamiento entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, las medidas económicas que anunció Silvina Batakis ayer fueron seguidas por un sugestivo silencio de parte de los actores principales del kirchnerismo, que tampoco estuvieron en la conferencia de prensa ni saludaron su llegada al Gabinete. Mientras la Casa Rosada busca empoderar a la nueva funcionaria, el grueso de la dirigencia K espera una definición de Cristina Kirchner sobre las nuevas políticas, que en el ala dura del Gobierno acuerdan en llamar “ortodoxas”. Sin embargo, los sectores de izquierda afines a La Cámpora fueron más lejos y ya sentaron postura: salieron a criticar a viva voz el ajuste y llamaron a las bases a movilizarse.
En el Instituto Patria se cuidaron, tras los anuncios que hizo Batakis rodeada del resto del Gabinete económico, de transformarse en “exégetas de Cristina”. “Ella lo dijo muy claro, nadie habla por ella”, dijo un aliado de la vice, en referencia al discurso que brindó la líder el viernes. No obstante, se atreven a contrastar sus mensajes con la hoja de ruta divulgada ayer y señalan, sin dudar, que las nuevas políticas económicas del Gobierno contradicen los conceptos que defiende Cristina Kirchner sobre el déficit fiscal, la emisión y el tipo de cambio.
“Ella (por la vicepresidenta) habló de emitir, de no atarse al déficit fiscal, compartió los números de emisión de las naciones desarrolladas, y pidió no casarse con un régimen de equilibrio fiscal. Exactamente lo opuesto a lo que dice Batakis. Acá hay dos caminos y ella (por la ministra) elige intentar salir (de la crisis) sin gastar”, señaló un funcionario kirchnerista que, en lo personal, se mostró muy crítico.
Los “duros” advierten que no fue casual que Cristina Kirchner evitara nombrar a Batakis después de que se concretó su nombramiento, en el acto que encabezó en El Calafate el viernes, luego de referirse a la renuncia en Hacienda. Su aval a la ex secretaria de Provincias fue en privado, durante los primeros diálogos con Alberto Fernández propiciados por la salida de Guzmán y forzados por la acuciante corrida cambiaria. Pero la vice, remarcan una y otra vez, “no le dio un cheque en blanco”.
De hecho, en La Cámpora se ocupan de explicar, con cada vez mayor insistencia, que no hubo un “acuerdo” entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, sino que se dio lugar a “los primeros diálogos”. Aceptan que hubo un alto al fuego, acceden a usar la palabra tregua, y celebran que en el nuevo paquete se sostenga la segmentación de tarifas tal como estaba planteada, para que afecte sólo al 10% con mayor poder adquisitivo. Pero presentan dudas sobre la duración de la mejora en la relación con este tipo de medidas, y recuerdan que sigue vigente el concepto de que el problema no son los nombres, sino las ideas. “Hablar de pacto es demasiado grande. Pudieron charlar. De ahí a un acuerdo hay un abismo”, dijo un funcionario.
Ayer por la tarde, los principales dirigentes K mantuvieron sus opiniones en reserva tras los anuncios de Batakis, a pesar de que ocuparon el centro de la agenda política. Máximo Kirchner, Andrés “Cuervo” Larroque, y Eduardo “Wado” de Pedro, locuaces en las últimas semanas, evitaron hacer comentarios en sus redes y ante las consultas de periodistas. Frente a una pregunta de Infobae, en La Cámpora dijeron que, por ahora, no van a opinar. Esperan una definición de la titular del Senado y se desconoce cuándo será su próximo mensaje. Tampoco se sabe si lo plasmará en una carta, una serie de tuits, o bien en un nuevo discurso de la saga que viene ofreciendo con asiduidad semanal desde el mes pasado.
Mientras los dirigentes puros esperan la opinión de su jefa política para expresarse sobre las medida -aunque por lo bajo las califican críticamente como “ortodoxas”- los sectores de izquierda afines al kirchnerismo salieron a condenar los anuncios con todas las letras. La CTA de Hugo Yasky, que ofició de anfitrión de Cristina Kirchner durante su plenario en Avellaneda hace dos semanas, anunció que impulsará movilizaciones en todo el país tras la restricción a los ingresos al Estado, para pelear por un Salario Básico Universal, el impuesto a la renta extraordinaria y “para que la deuda la paguen los que la fugaron”. En tanto, algunas organizaciones sociales aliadas, como el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), se mostraron críticas: “Creer en medidas de la ortodoxia económica es cuestionable”, dijo ayer el dirigente Juan Grabois.
En medio de la crisis, la Casa Rosada buscó dar tranquilidad al mercado al asegurar el cumplimiento de las metas del acuerdo con el FMI, ajustar el gasto en el Estado para ahorrar, y mantener el tipo de cambio evitando una devaluación. Sin embargo, sigue la preocupación por el rumbo de la economía.
Batakis ofreció un discurso conservador y afín a las demandas del establishment, aunque no hay certeza de que vaya a imponerse la calma. En los últimos días hábiles de la semana pasada, a pesar de que el Frente de Todos se había “ordenado” tras el cimbronazo por los cambios en Hacienda, los mercados forzaron una nueva suba del dólar, de 20 pesos, mientras el riesgo país seguía escalando. Por ahora, las primeras consecuencias de las medidas fueron un baja del dólar, acompañada por una nueva suba del riesgo país, y una caída de los bonos pese a que el Gobierno prometió que pagará los vencimientos en pesos de esta semana.
En el difícil escenario económico, desde el punto de vista político, en Balcarce 50 aseguran que la nueva titular de Hacienda está “en control” de la delicada situación, según dijo un importante funcionario del ala albertista. El apoyo que le dio Alberto Fernández al mediodía, desde Berazategui, a la batería de medidas que se habían comunicado por la mañana, fue una señal extra de respaldo que consideró necesaria a pesar de que había trascendido que las habían diseñado juntos durante el fin de semana. Por ahora, el kirchnerismo advierte que le dará a Batakis la oportunidad de gestionar la crisis, aunque en consenso con la vicepresidenta, mientras en el ala dura del Gobierno ayer hablaban de un endeble “aval condicionado”.
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