“Si ella o La Cámpora no dan señales de apoyo, esto no termina bien”. Así resumió el estado de situación en el que se encuentra la Argentina un analista que suele ser consultado para ambos lados de la grieta. Cuando dice “ella”, claro, es Cristina Kirchner y “esto” son las medidas que definió Silvina Batakis para, entre otras cosas, resolver la monumental avalancha de vencimientos de deuda en pesos que tiene por delante; frenar la escalada del dólar; y contener, de alguna manera, la disparada de los precios.
Esa batería de anuncios fue el resultado de un fin de semana febril donde el gobierno de Alberto Fernández, con su novel ministra de Economía a la cabeza, decidieron acelerar al máximo el diseño de las medidas después de que, con las nuevas “Ondas de Amor y Paz” que brotaron de los discursos de la Vicepresidenta y del Presidente, se consagró una tregua tan frágil como imprescindible para desescalar una crisis que lució, por momentos, terminal.
Son medidas que se labraron al calor de la urgencia que le imprimió la cotización del dólar blue, el derrumbe de los bonos y la virtual parálisis que se registró en amplios sectores de la economía formal. Pero también por los desafíos que esta semana enfrenta el Gobierno, con una renovación de deuda, el anuncio de la inflación, el paro del campo y el aumento de la presión de Juan Grabois y los piqueteros por el salario universal. Todo, con el telón de fondo que es, para Cristina Kirchner, una preocupación cardinal: el frente judicial.
“Es la última oportunidad”, repetían en las últimas horas ministros de estrecha confianza y diálogo con los dos protagonistas de la sátira en que se convirtió la interna del Frente de Todos. El armisticio forzado al que llegaron Cristina y Alberto -entendían sus interlocutores- servirá como condición necesaria, aunque no suficiente, para poner en marcha las medidas que por falta de apoyo y desaprensión nunca anunció Martín Guzmán. Algunos quieren que el ex ministro pase de enemigo perfecto a parte del pasado.
La inestabilidad que provocó esa renuncia llevó al dólar financiero a 300 pesos, el riesgo país a niveles estratosféricos y una desconfianza que tradujo en que la economía, en muchos sectores, se quedó sin precios. Comprar bienes de capital, electrodomésticos o cualquier insumo importado fue una odisea. Hasta aparecieron góndolas de papel higiénico vacías en algunos supermercados. En el Gobierno esperan otro cimbronazo, inevitable, el jueves cuando el INDEC anuncie la última inflación de la era Guzmán. El consenso apunta a que estará más cerca del 6 que del 5 por ciento, una calamidad.
“Tenemos una ventana de 10 meses que no podemos desperdiciar”, decía anoche en televisión Gabriel Katopodis, uno de los ministros que supo mantener los puentes de diálogo abiertos entre los antagonistas del Frente de Todos. Es el mandato que surgió después de los encuentros que tuvieron, a puertas cerradas o en la discreción de los chats, Alberto, Cristina y Sergio Massa. De hecho, el presidente de la Cámara de Diputados se mantuvo en estos días en estricto silencio.
Massa fue uno de los que desde la gestualidad y la acción institucional como una de las cabezas del Poder Legislativo reforzó la estrategia política de la unidad, con la que el oficialismo intenta revertir el proceso de descomposición y vaciamiento del poder político que se registró en las últimas semanas en la coalición gubernamental.
Cuando todavía no se había producido la estruendosa renuncia del discípulo de Joseph Stiglitz, un operador del peronismo advertía en diálogo con Infobae que para el Frente de Todos no hay que pasar el invierno sin resolver las tensiones internas y la crisis política: reordenar el gabinete, cambiar algunos ministros, anunciar medidas económicas, rediscutir el acuerdo con el Fondo Monetario y que el Presidente desactive su candidatura a la reelección. Ese listado, por ahora, está en la mitad.
Pero la embestida contra la titular del FMI, Kristalina Georgieva, que surgió desde el kirchnerismo más duro empieza a mostrar un camino que podría complicar a Batakis. La frase “las acciones dolorosas a veces son necesarias para cosechar sus beneficios” que pronunció la jefa del Fondo después del diálogo con la ministra de Economía irritó porque fue interpretada como la repetición de ideas que terminaron con la caída del ministro anterior.
Silvina Batakis aseguró que su objetivo es cumplir el acuerdo con el Fondo Monetario, pero no aclaró que si estaba hablando del que Guzmán firmó o uno nuevo que surja de la próxima revisión. El panorama quedará, se supone, esclarecido con la conferencia de prensa.
De Grabois al campo
Uno de los que se “levantó” contra Georgieva por esa frase después de verla a Batakis fue el referente de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), quien criticó “las declaraciones criminales de Giorgieva (sic)” y anunció que saldrá a la calle a reclamar el denominado “salario básico universal”. Se trata de un reclamo que tuvo cierto aval de La Cámpora, pero que el Cristina Kirchner no hizo del todo suyo.
En un texto que publicó en su perfil en Facebook y elDiarioAr, el dirigente exigió que el gobierno de Alberto Fernández avance con ese proyecto, pese a que la vocera Gabriela Cerruti aclaró que por ahora no se va a implementar. “La soberbia de la portavoz oficial del gobierno descartándolo de cuajo es una cachetada para todos. Bienvenida la cachetada. Nos sirve para despertar. Si no podemos dar esta discusión en las instituciones, la daremos en la calle”, manifestó. Exagerando el refrán: ¿Fue hablarle a la nuera (Gabriela Cerruti) para que escuche la suegra (Alberto Fernández)?
“Nos autoconvocamos el 13 de julio en todo el país para discutir con las bases un plan de lucha en los barrios y los espacios de trabajo. Junto a trabajadores del sector público y privado, junto a los jubilados, junto a los pobres, descartados y precarizados de la Argentina, nos toca tomar acciones dolorosas parafraseando a Giorgieva (sic) pero para defender los intereses del Pueblo frente a los del Fondo, los políticos insensibles y las grandes corporaciones. Que alguna vez les duela a ellos”, afirmó.
Grabois no es un ortodoxo cristinista. Pero suele sintonizar con algunos de los reclamos o planteos que hace la vicepresidenta, sobre todo los que tenían que ver con la crítica a la política económica del gobierno de Alberto Fernández. Aunque hay diferencias, coincide con La Cámpora y Axel Kicillof sobre la necesidad de fortalecer los ingresos de los sectores más postergados, que incluye no sólo a los desocupados sino también a los informales, monotributistas sociales y empleados poco calificados.
Esa disputa puede meterle presión a la tregua inestable, como el desafío que planteará el campo, también, el 13 de julio. Ese día, de acuerdo a la que anunció la Mesa de Enlace, harán su primera protesta del año. Aunque había sido convocada por la falta de gasoil, mutó a una serie de reclamos contra el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, sobre todo por el impacto que tiene en la actividad agroindustrial el desdoblamiento cambiario.
Es que vender a 130 pesos, a eso descontarle retenciones, y comprar los insumos con precios a 300 pesos no es negocio para nadie. La indefinición sobre si habrá o no una devaluación inminente es el trasfondo de una protesta que se concretará, principalmente, con cese de comercialización de granos y hacienda. Aunque hubo presiones para que desactiven el paro, los titular de las entidades madres del campo, Nicolás Pino (Sociedad Rural); Carlos Achetoni (Federación Agraria), Jorge Chemes (Confederaciones Rurales Argentinas); y Carlos Iannizzotto (Coninagro), decidieron no bajarla.
El escenario de la oposición
En la oposición, las internas del Frente de Todos permiten disimular las tensiones que hay entre los socios principales de Juntos por el Cambio por cómo enfrentar a un gobierno que está cada vez más débil y, también, por las candidaturas del año que viene. En pleno domingo hablaron los presidentes del PRO (Patricia Bullrich), de la UCR (Gerardo Morales), la Coalición Cívica (Maximiliano Ferraro) y el Peronismo Republicano (Miguel Ángel Pichetto).
“Observamos con mucha preocupación una fuerte debilidad política que genera graves consecuencias en millones de argentinos. Estamos frente a un gobierno dividido en luchas intestinas, cuyo único objetivo es el poder, y esto agrava aún más la difícil situación económica, social, política e institucional”, acordaron en un comunicado conjunto que, fijó para el próximo martes 19 de julio, una nueva reunión de la Mesa Nacional de JxC.
Mientras aparece esa sintonía pública, por debajo quedan latentes malestares. La foto que tuiteó Mauricio Macri con Horacio Rodríguez, Jorge Macri y Soledad Acuña cayó mal en las segundas y terceras líneas que responden a Patricia Bullrich. “A 20 años del nacimiento del PRO, hoy tiene que ser más que nunca el representante del cambio que necesita la Argentina y mantenerse al lado de la gente en este momento crítico”, es el mensaje del ex presidente que pareció un gesto de apoyo. También hubo porfía en la imagen del jefe de Gobierno con Morales, que empezaron a sintonizar como nunca antes.
Con esos antecedentes, en el entorno de la presidenta del PRO empiezan a ver con buenos ojos un acercamiento con Facundo Manes que le permita a la UCR bonaerense tener candidatos propios. Los dos, Bullrich y Manes, pelean por la candidatura a presidente, pero como pasa en el Frente de Todos entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, tal vez los una más el miedo que el afecto.
El rechazo al ajuste y los políticos
Mientras las diferentes versiones del Frente de Todos discuten si ajuste sí o no y la oposición tiene sus tironeos por las candidaturas, la consultora Zuban Córdoba, de Gustavo Córdoba, incluyó en su informe nacional correspondiente al mes de julio una serie de preguntas vinculadas a cómo tomaría la población “un shock de estabilización de la macroeconomía” y cuál es su mirada sobre los políticos.
Ante la pregunta ¿qué sentimientos tiene respecto de la política y los políticos?, el 76,4% tiene sensaciones negativas y sólo 216% postivas; mientras que del total de los consultados, el 36% expresa incertidumbre, el 21,6% resignación y el 18,5 por ciento temor. En ese sondeo, el 66,5% de los consultados tiene una mirada negativa del Gobierno, el 68,3% cree que el país va a en dirección incorrecta (incluso entre sectores que apoyan al Frente de Todos) y Alberto Fernández registra una imagen negativa del 67,7% y una positiva del 31%.
“Un 64% afirma que el próximo gobierno debería aplicar medidas de shock -advierte el informe de Zuban Cordoba-, pero ese porcentaje disminuye drásticamente cuando se les pregunta si ese shock implica que deberían sufrir un recorte en sus ingresos, un aumento en sus impuestos o una pérdida de derechos laborales. En Argentina, el ajuste debería recaer siempre en el otro”.
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