En 1986, cuando debutó en su cargo (no era un novato porque había empezado su carrera en la década del 70), en la Argentina gobernaba Raúl Alfonsín, los aumentos de precios deterioraban el Plan Austral, casi no se conocían los teléfonos celulares ni Internet, la CGT de Saúl Ubaldini iba apenas por el cuarto paro de una serie de 13 contra el gobierno radical, el Congreso recién sancionaba la Ley de Divorcio y Diego Maradona estaba por estrenar “la mano de Dios” para que la Selección obtuviera en México su segundo Mundial de Fútbol.
Hoy, que confiesa tener 85 años (sus opositores insisten en que llegó a los 88), Armando Cavalieri sonríe como un recién llegado al sindicalismo minutos después de haber ganado una asamblea clave. ¿Cuántas asambleas protagonizó en su extensísima carrera? Cuando Infobae se lo pregunta, el líder del Sindicato de Comercio de Capital asegura que perdió la cuenta y se ríe con ganas.
De todas formas, la asamblea que acaba de ganar no es una más de las tantas que vivió desde su lejano debut: el que triunfaba podía elegir a la junta electoral que, como se sabe, es la llave maestra para ganar cualquier elección sindical. Por eso el experimentado gremialista está de tan buen humor en un salón de Parque Norte. Acaba de derrotar a su opositor Ramón Muerza, apoyado por Hugo Moyano y el empresario Alfredo Coto, y se encamina a afrontar unos comicios decisivos en septiembre que le permitirían acceder a su décimo mandato consecutivo.
¿Cómo vive la profundización de la crisis económica actual alguien que pasó por situaciones casi idénticas desde hace tantas décadas y siempre al frente de un sindicato importante? “Mal porque los dirigentes sindicales vivimos la realidad de otra manera que los políticos -confesó el dirigente mercantil a Infobae-. Hacemos frente a necesidades concretas. El que viene al gremio es porque lo despidieron, le bajaron el sueldo o no le pagaron las horas extras. Y nosotros estamos permanentemente ahí en el mostrador”.
-¿Qué representa haberle ganado esta asamblea a su opositor?
-Más que un triunfo personal, significa el triunfo de una tendencia dentro del sindicalismo que siempre buscó la unión nacional y que llega a la conclusión en estos últimos tiempos de que sólo con la unión nacional se puede salvar a la República y sacarla de esta tristeza que tiene. Estamos todos convocados, sin ideología, para que la Argentina salga de nuevo y sea próspera. Nosotros, que no nos identificamos por los colores políticos sino que estamos detrás de las soluciones, creemos que que el pueblo trabajador no puede aguantar inflaciones como la que está teniendo la Argentina. Ese es el principal flagelo para salario del trabajador.
-¿Qué le pareció la designación de Silvina Batakis en el Ministerio de Economía?
-Es una compañera que hace mucho que está en estas cuestiones de la economía, pero, por más que traigamos a quien sea, si no hay respaldo político... Todos tenemos que encontrar una salida, una comunión de ideales en función de sacar al país adelante, tanto los radicales, peronistas, liberales. ¿Cómo salieron otros países? ¿Por qué estamos condenados a vivir así?
-¿Lo dice por la economía solamente?
-Ese es el problema. Nosotros nos quedamos cada vez más cortos defendiendo las paritarias. No queremos otro salario que no sea el que discutimos con los empresarios, pero también tenemos que tener en cuenta las condiciones en que está el comercio en la Argentina. Hoy no hay precios, la gente tiene miedo de reponer la mercadería, se está parando la actividad y esto debe llamar la atención.
-¿Ve alguna posibilidad de llegar a una hiperinflación?
-No creo, pero puede ser que la inflación de este año llegue al 100%. Igual hay muchos países que están igual que la Argentina. Estados Unidos tuvo un 8% de inflación en un mes. Eso demuestra claramente que, a nivel de capitalismo mundial, esta es una movida de piso muy importante. Hay que ver cómo nos arrastra a nosotros y no le podemos echar la culpa a Ucrania.
-¿Puede encarrilarse la economía si sigue el enfrentamiento entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner?
-Las últimas noticias que tenemos es que hay cierto diálogo entre ellos, al menos por teléfono, pero un país con la crisis que tiene, con la deuda que tiene y un dependencia total del mundo exterior, no puede dar esta imagen que está dando. Los responsables tienen que darse cuenta y juntos llamar a todos los argentinos a la unión nacional. Tenemos que estar todos de acuerdo en un plan económico, aumentar las exportaciones, que el campo siga rindiendo mucho más y el tema del valor agregado a los productos que tenemos.
-¿Con Mauricio Macri habló sobre eso la semana pasada?
-Macri quería saber qué predisposición tenía el movimiento obrero para un nuevo estilo democrático, si un gabinete de coalición nacional puede consensuar un plan económico adentro y afuera, y para que la gente tenga confianza para hacer todos los sacrificios necesarios.
-¿Cree que la gente puede aceptar más sacrificios con la promesa de que estará mejor?
-La gente tiene desconfianza porque ya estuvieron todos y ninguno dio soluciones. Pero también se tiene que resignar: no se sale fácil, aunque con confianza de que si se unen se soluciona el problema, puede funcionar. Primero hagamos un esfuerzo, por lo menos.
-¿Eso implica que haya antes que nada un acuerdo político?
-Claro. Por ejemplo, un gobierno de coalición.
-¿Fue uno de los temas conversados con Horacio Rodríguez Larreta en su almuerzo de la semana pasada, además de cómo garantizar la seguridad de la asamblea?
-Sí, eso lo hablé con Larreta. El me dijo: “Quiero empezar ahora, Armando. No sé si tenemos tiempo para hacer lo que tenemos que hacer”.
-Entre esas cosas, ¿figura una reforma laboral? La mayoría de sus colegas se oponen.
-Va a llegar un momento en el que la realidad nos va a poner contra la pared.
-¿Una reforma laboral es inevitable?
-Claro, mientras no se toquen los derechos laborales como las indemnizaciones, las vacaciones, el salario, la paritaria.
-Es que si no se hace nada se produce una reforma laboral de hecho.
-Es lo que digo yo.
-¿Y por qué tiene tanta mala prensa entre los dirigentes hablar de una reforma laboral?
-En esto hay que tener feeling político. El tema no es hablar de reforma laboral sino de todas las reformas que hacen falta en la Argentina. La reforma impositiva, la redistribución del ingreso, los impuestos que pagan los empresarios... Hay uno que es el impuesto a la renta presunta, pero ¿cómo puede ser? ¿Cómo lo calculan? Después, todos los impuestos que son nacionales, provinciales y municipales, las tres categorías están en todas las tarifas, incluso para los laburantes cada vez que pagan la luz. Hace falta una reforma tributaria para distribuir mejor el ingreso y que sea posible pagar todo el esfuerzo que tenemos que hacer.
-De todas formas, ¿mantiene algo de optimismo?
-Al final de tantos tumbos, la Argentina va a encontrar su destino. Nunca pensé que Ucrania podía tener tantos cereales como la Argentina. En esto podríamos haber dado un paso muy grande, sobre todo en energía. Tenemos petróleo, gas, somos un país rico. Si se juntan 20 políticos que discuten cosas innecesarias todos los días en el Parlamento, se podrían poner de acuerdo: “¿Hacemos un gasoducto, che?”. Que lo hagan Techint o Magoya, pero que lo hagan, y no dilatar más tiempo ni plata.
-Todavía hay algo que usted no confirmó: ¿se va a presentar como candidato para otra reelección en su sindicato?
-(Se ríe) Vamos a ver...
-¿Por qué Ramón Muerza se convirtió en su opositor?
-Estuvo 20 años al lado nuestro, pero de repente quería ser secretario general.
-¿Es cierto que usted lo llamó para ofrecerle un acuerdo en una lista de unidad?
-Sí, quería la secretaría general. “¿Pero vos querés la secretaría general o querés echarme?”, le dije. No tiene la calidad que tiene que tener un dirigente. Cualquiera de los nuestros es más dirigente que él.
-¿Por qué cree que Hugo Moyano apoya a Muerza?
-Porque Moyano tiene en la cabeza que manejando Comercio maneja el movimiento obrero. En parte es verdad: es el gremio que más delegados lleva al congreso de la CGT. Los Moyano también pueden tener otra ambición, más ligada al país, no solamente unir fuerzas para derrotar a un compañero. Por eso creo que nosotros tenemos que reivindicar la acción sindical. Hay testigos de que siempre apostamos a la posibilidad de que la Argentina tenga un futuro cierto. Nos duele que se vaya la gente del país y nos duele mucho que los jóvenes de hoy no tengan futuro. En la Argentina tenemos que poder vivir todos. No es difícil: el desafío es pensar hacia adelante.
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