Para las bases de datos internacionales más sofisticadas del mundo Asan Azad no existe. Pero está detenido hace dos semanas en Concepción del Uruguay por la Justicia Federal luego de que intentara comprar un pasaje con documentación ajena.
Luego de una medida cautelar de detención por 10 días hábiles para intentar identificarlo, el juez federal Pablo Seró lo procesó el viernes por uso de documento ajeno, le dictó la prisión preventiva sin plazo determinado y ordenó su traslado desde la Comisaría Primera de Concepción a la Unidad Penal Nº 4 de esa misma ciudad. El juez federal quiere saber quién es este hombre de un metro noventa y supuestos 28 años.
Esta tarea, hasta ahora, ha resultado infructuosa. Fuentes judiciales confirmaron a Infobae que ni el FBI norteamericano ni el Mossad israelí tienen en sus bases de datos a alguien que responda a esa identidad o que, en su defecto, coincida con sus datos biométricos (huellas dactilares, iris, rostro). Tampoco Interpol aportó al expediente judicial información concreta: no hay alertas sobre esta persona ni se verifican antecedentes. Su archivo está en blanco.
Seró considera que es muy probable que esta persona sea de nacionalidad iraní, pese a que la Embajada de ese país en la Argentina ha respondido con cierta indiferencia y frialdad a la requisitoria que hizo la Justicia Federal en cumplimiento de la Convención de Viena, que obliga a todos los estados signatarios a informar la detención en su territorio de un ciudadano extranjero a la sede diplomática correspondiente.
Al ser interrogado en el Juzgado Federal, Azad dijo que llegó a Venezuela en 2016 vía Estambul. Y que allí solicitó la ciudadanía pero que le fue negada. Luego intentó nacionalizarse en Ecuador, pero perdió sus papeles. Allí inició según sus dichos, un periplo que lo llevó a Perú, Bolivia y a ingresar caminando a la Argentina.
Pero nada de esto ha podido ser corroborado oficialmente.
El hombre que ríe
Turkish Airlines, la empresa que supuestamente abordó Azad para llegar a Caracas, dio a la Justicia argentina informaciones confusas y sin precisiones que, hasta el momento, no permiten ni confirmar ni descartar que voló en uno de sus aviones.
Venezuela notificó en estos días a Seró que no figuran en sus registros el ingreso de ningún ciudadano iraní con la identidad que declara Azad. La embajada de Irán en Ecuador consignó ante la requisitoria del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay que no hay en sus sistemas trámite alguno iniciado por esta persona, pese a que así lo había dicho el detenido en la indagatoria.
Azad le dijo al juez Seró que fue expulsado de Irán hacia Irak por ser un adversario al régimen que los Ayatollah instalaron tras deponer al Sha de Persia en 1979 ¿La razón de la persecución? Su fe cristiana, dijo, certificada con la cruz que cuelga de su pecho en la foto de identificación policial. El magistrado no considera que esto sea verdad: sabe que en Irán hay una comunidad cristiana importante.
Tampoco le cree que no sepa hablar en castellano como manifiesta. En La Rioja se comunicó sin intérprete. Seró es un hombre de la Justicia Federal con muchos años en sus espaldas y sospecha de la sonrisa indeleble que muestra en todo momento Azad, tras la cual disimula recurrentes incongruencias como contestar a la pregunta “¿Dónde nació?” con otro interrogante: “¿Qué hora es?”.
Más dudas
La historia de este hombre comenzó para la Justicia cuando fue detenido queriendo comprar en la terminal de ómnibus de Concepción, situada a 300 km de Buenos Aires, un pasaje a Concordia, otra localidad entrerriana ubicada al 100 km al norte. La documentación que exhibió no le pertenecía. El DNI que tenía era de una persona de Santo Tomé y el registro de conductor de un hombre de El Talar, Tigre.
Entre los interrogantes que perturban al juez Seró está el saber cómo un DNI denunciado como extraviado en Corrientes y un carnet reportado perdido en la ciudad de Buenos Aires terminaron en los bolsillos de Azad en Entre Ríos.
La hipótesis de mínima que baraja el magistrado es que su registro de nacimiento iraní se perdió durante los múltiples incidentes bélicos que se registraron en Irán con Irak, hasta fines de la década del ‘80, y los que involucraron a la nación persa durante los ‘90 y principios del 2000.
La de máxima es que la risa perenne y la incongruencias de Azad sean parte de una mascarada y que en verdad forme parte de una trama que involucre también al incidente del avión detenido en Ezeiza y las amenazas al periodista de Infobae, George Chaya. Para avanzar en esas líneas esperará confirmar la identidad del detenido.
Seró mantuvo en las últimas horas un contacto, un intercambio informal de información con su colega Ariel Lijo, que investiga las amenazas a Chaya. Ambos jueces federales compartieron lo poco que tienen en los expedientes que queman sus escritorios.
Mientras, en Concepción continuarán los peritajes. El foco está puesto ahora en dos elementos que se le secuestraron al momento de ser detenido por la Policía de Entre Ríos: un teléfono Samsung con chip de la empresa Claro con numeración argentina y unas libretas escritas en farsi, el idioma oficial de Irán, que serían una suerte de diario de viajes de Azad en Latinoamérica.
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