Desde que Alberto Fernández nombró a Silvina Batakis como ministra de Economía en lugar de Martín Guzmán, los colaboradores más estrechos del Presidente se esmeran en aclarar, en off y en on, que su designación fue una decisión del líder del Ejecutivo; que seguirá los lineamientos de su predecesor; y que su gestión no se verá condicionada por Cristina Kirchner. Una postura que desde el ala dura del Gobierno relativizan -”no va a tener carta blanca”, aseguran-; y sobre la cual desconfía tanto la oposición como los miembros desencantados del ala moderada.
Desde Juntos por el Cambio argumentan que Batakis está alineada con el kirchnerismo. Se basan en el origen de su designación -la salida de Guzmán se produjo a instancias de la Vicepresidenta, que venía socavando su poder hace meses, en público y en privado-; en la procedencia de Batakis -trabajaba hasta hace dos días en el Ministerio del Interior que conduce el dirigente de La Cámpora Eduardo “Wado” de Pedro-; en su pasado en el gobierno bonaerense durante el último mandato de Cristina Kirchner; y en el hecho de que el Instituto Patria y La Cámpora le dieron el visto bueno.
Con estas lecturas en boca de dirigentes opositores y analistas, y en medio de la crisis política, en la Casa Rosada temen por el cada vez más grave desgaste de la figura del Presidente y de una pérdida mayor de la confianza en el rumbo de la economía. Y están preocupados por dar señales, a diestra y siniestra, de que Batakis responderá a Alberto Fernández y actuará con independencia del ala K. “Su llegada no fue un triunfo de Cristina”, dijo ayer, tajante, un ministro que habló en varias oportunidades con Alberto Fernández en los últimos agitados días, y calificó esa idea como parte de una “instalación maliciosa, como noticia, en los medios”.
No es el único que piensa así y trabaja para solidificar la hipótesis de autodeterminación. Aunque con palabras más suaves, el titular de Producción, Daniel Scioli, se ocupó de aclarar anteayer, en una entrevista con Radio 10, que “las definiciones las va a dar ella”. Y agregó, para empezar a marcar la línea de continuidad con Guzmán inclusive antes de que asumiera Batakis, que la economista “no es de esas personas que cuando llega (a un cargo) cree que todo lo que se hizo está mal y hay que empezar todo de vuelta”. La portavoz, Gabriela Cerruti, dijo algo similar horas después.
En la misma línea, en su primera conferencia de prensa, luego de jurar en el cargo, Batakis resaltó el trabajo con el Presidente, sin nombrar a Cristina Kirchner. “Hoy mantuvimos una reunión con el Presidente a la mañana, y otra ahora a la tarde. Estamos convencidos de que el rumbo de Argentina tiene que ver con el manejo fiscal de nuestras cuentas”, dijo. Y después, en una entrevista con C5N, marcó distancia con otras de las ideas que viene sosteniendo la ex presidenta. Ratificó que, al igual que Guzmán, considera el déficit fiscal como uno de los causantes de la inflación; le puso coto a una implementación, en el corto plazo, de un ‘salario universal’ -a pesar de la apretada previa, vía Twitter, de Juan Grabois-; y dijo que seguirá en marcha la segmentación de tarifas que pergeñó su antecesor.
Más allá del intento de apropiación simbólica de la figura de Batakis, en la Casa Rosada no creen que la llegada de “La Griega” vaya a servir para que haya una tregua sólida entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Pero, en busca de un poco de optimismo en medio del vendaval político y económico, se entusiasman con la posibilidad de que la salida de Guzmán y la llegada de una funcionaria ponderada por su capacidad de diálogo pueda servir para que el Presidente y la vice se pongan de acuerdo, al menos, en algunos puntos clave. “No vamos negar que lo de Martín fue un golpe, ni que fue inesperado y sorpresivo. Pero eso que empezó como una crisis abrió también una ventana de oportunidad”, se ilusionó uno de los ministros de mayor peso.
La perspectiva positiva no es unánime. Mientras que algunos vieron la primera charla entre los líderes del FDT, el domingo; y la cena posterior, el lunes, con cierta esperanza de que el vínculo vuelva a aceitarse, son varios los que creen que Cristina Kirchner avanzará sobre el Gobierno sin miramientos, sea quien fuera el funcionario. Ya logró sacar a Guzmán, ahora sospechan que avanzará sobre el titular de Trabajo, Claudio Moroni.
“Hay un sector del Gobierno que cada minuto que pasa está más alejado y emite como si fuera opositor. El discurso repleto de barbaridades que dio Cristina el sábado fue básicamente un stand-up de la oposición, y la máxima expresión del enojo que tienen. Eso no va a cambiar. Con Batakis o quien sea, se va a quejar por cualquier cosa, porque su agenda está en Unidad Ciudadana y 2023”.
En el análisis, sin embargo, los albertistas introducen una salvedad. Creen que la Vicepresidenta se enfrentará a un nivel mayor de daño político -creen que ya lo sufre con sus embestidas previas- si “se las agarra”, como con Guzmán, contra la nueva ministra. Al menos en el corto plazo. “Por un tiempito creemos que le van a dar un margen. Después, no sabemos... hablarán en la Federación de Box”, ironizó un importante funcionario. “Batakis es un nombre tan consensuado, que (a CFK) le va a resultar un poco más complejo criticar. Es peronista; tiene tantas fotos con Cristina como con Riquelme, y viene de una gestión -la de Wado de Pedro- donde aprendió bastante a cabildear con el cristinismo”, reflexionó.
El otro contraargumento de los moderados contra la versión de la “Batakis K” apunta, también, aunque en sentido contrario, a su origen en el sciolismo. Si bien formaba parte de la gestión kirchnerista en la provincia más importante, los años que pasaron entre 2011 y 2015 fueron los que peor encontraron la relación entre el entonces gobernador y Cristina Kirchner. “Todos recordamos que los últimos cuatro años del gobierno de Scioli los tuvo a ‘ajo y agua’. y ella lo recuerda bien. Nadie puede decir que es de ellos”, sostuvo un dirigente bonaerense.
En el kirchnerismo, llamativamente, avalan esa mirada. Un importante intendente que responde a Cristina y Máximo Kirchner apoyó la idea de que el estilo de Batakis puede llegar a contribuir a una mejora en la relación entre las cúpulas de los espacios oficialistas enfrentados: “Ella tiene más humildad que Guzmán, que tenía el defecto de que no atendía a nadie, ni siquiera a los otros ministros. Eso ella no lo va a hacer”.
El funcionario K también apuntó a su amplitud ideológica: “Al no haber consenso, se puso a una funcionaria que no pertenece a ninguna banda. Eso es Batakis: nadie da la vida por ella, pero tampoco genera más tensión. Además, no había nadie más que quisiera hacerse cargo, y a Massa ninguno lo quería adentro con tanto poder”, analizó.
En La Cámpora, sin embargo, adelantaron que el poder decisión de Batakis será relativo: “Cristina dio aval, no carta blanca. Batakis es de todos y de nadie. Pero entiende que tiene que tener diálogo con los dos sectores”, dijeron en La Cámpora. Si bien dieron aval por lo bajo, ni Cristina Kirchner, ni Andrés “el Cuervo” Larroque, Ni Máximo Kirchner festejaron su llegada. En cambio, mantuvieron la reserva en sus redes sociales, y permanecieron apartados de los micrófonos que suelen tomar cuando quieren asentar sus posturas.
Más allá de las expectativas, nadie en Balcarce 50 se atreve a sentenciar con certeza que Batakis vaya a tener, efectivamente, margen de acción. Si bien le dieron libertad para designar a su equipo de trabajo, en las últimas horas había resistencia del kirchnerismo, por ejemplo, para la remoción de los dos funcionarios que más dolores de cabeza le dieron a Guzmán. Darío Martínez, Federico Basualdo y Federico Bernal siguen liderando la Secretaría de Energía, a pesar de que la intención del Presidente, a través de su nueva ministra, es desplazarlos para tomar las riendas de uno de los sectores más sensibles, mientras todavía está pendiente la ejecución del famoso plan tarifario.
Aunque el programa que dejó en marcha el retirado ministro sólo afectará al 10% de la población con mayor poder adquisitivo, se trata del eje de una pelea simbólica fuerte para ambas alas del Frente de Todos, y un triunfo de Alberto Fernández implicaría una claudicación de Cristina Kirchner. Por estas horas, cerca de Basualdo aseguraron que su permanencia no estaba en duda. ”Seguimos trabajando para sacar el país adelante”, dijeron.
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