“Lo que esperamos, y esperábamos tanto de Guzmán como del ministro que venga, es que apuesten a generar medidas antiinflacionarias que signifiquen quizás un esfuerzo, pero no un sacrificio. Por lo tanto, hay que buscar una fórmula que nos dé la posibilidad, más allá de quien vaya a ser ministro de Economía, de que exista confianza. Soy de los que piensan que el Ministerio de Economía se tiene que transformar en el Ministerio de la Confianza. Para eso se necesita un acompañamiento y un soporte político que, por lo menos en la coalición gobernante, esté garantizada con una unidad de criterios para mostrar que la política apoya un programa económico que busca esos resultados”.
Quien lo dice es Gerardo Martínez, líder de la Unión Obrera de la Construcción de la Argentina (UOCRA) y secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, poco después de la renuncia de Martín Guzmán, pero el recambio en Economía no modifica la iniciativa que este sindicalista puso en marcha con empresarios: consensuar cinco medidas macroeconómicas que se transformen en políticas de Estado para presentárselas tanto al Gobierno como a la oposición.
“No nos podemos quedar con los brazos cruzados. Los actores del sector privado que están vinculados con el crecimiento, la producción y el trabajo tenemos que reaccionar. No alcanza con ser cuestionadores o dar diagnósticos”, dijo el dirigente gremial en diálogo con Infobae.
Según Martínez, todo comenzó en charlas que mantuvo dentro del Consejo de Planificación Estratégica de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), a partir de las cuales decidieron sumar a las entidades empresariales del Grupo de los Seis: la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara Argentina de Comercio (CAC), la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina (UIA), además de CAMARCO.
¿Cuál fue la idea? “Coincidimos en una mirada por encima de lo que representamos sectorialmente, mostrándole a nuestros conciudadanos que el sector productivo que genera el desarrollo y el trabajo puede elaborar una propuesta que la política todavía no tiene”, dijo Martínez. Y agregó que eso derivó en la discusión de “cinco medidas macroeconómicas como políticas de Estado”, en las que se está trabajando para consensuarlas, y luego llevarlas al Gobierno y a la oposición porque, según el jefe de la UOCRA, “necesitamos que la política genere un salto cualitativo, que es la concertación”.
Martínez es uno de los sindicalistas que tiene una visión más proclive al diálogo social y a buscar acuerdos sectoriales. Esa mirada, nada común en un gremialismo dominado por enfoques más cerrados, seguramente se fortaleció con el ejercicio de una fuerte tarea en el plano internacional: desde 2005 es miembro del Consejo de Administración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde conviven representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores.
En el plano local, el titular de la UOCRA pertenece al sector sindical de los independientes, junto con Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Aliados con “los Gordos” (Héctor Daer, de Sanidad, y Armando Cavalieri, de Comercio), y los barrionuevistas (Carlos Acuña, de estaciones de servicio), mantienen el control de la CGT. Y así como cultiva un buen diálogo con el empresariado, Martínez también tendió puentes hacia el sector informal de la economía: en agosto de 2020 se unió a otros de sus colegas y a distintos movimientos sociales, como el liderado por Juan Grabois, para impulsar el Plan de Desarrollo Humano Integral, que tenía previsto “crear 4 millones de puestos de trabajo”.
Propuestas similares a las que llevan adelante hoy Martínez y los empresarios del G6 ya detonaron peleas internas en el sindicalismo. Una de las últimas fue la que se produjo en julio de 2020, en plena pandemia, cuando la cúpula de la CGT se reunió en forma virtual con los dueños de grandes compañías del país agrupados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA). La intención era dar su visión sobre la crisis del país y destacar cuáles eran los ejes sobre los cuales habría que buscar consenso para la recuperación económica. Para el Gobierno, sin embargo, se trató de una conspiración antioficialista, mientras Pablo Moyano, por ejemplo, criticó el diálogo entre la central obrera y “esos empresarios que son los que permanentemente alientan la rebaja salarial y la reforma laboral”.
Ahora, mientras el moyanismo y el sindicalismo K quieren una movilización para protestar contra los empresarios que aumentan los precios, el líder de la UOCRA ratificó el objetivo de avanzar hacia acuerdos con los sectores productivos. En la charla con Infobae, explicó en qué consiste esta nueva búsqueda de consensos empresariales-sindicales, que comparte con los presidentes de CAMARCO, Gustavo Weiss; de la UIA, Daniel Funes de Rioja; de ADEBA, Javier Bolzico; de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi; de la CAC, Natalio Grinman, y de la Sociedad Rural, Nicolás Pino.
-¿Cómo surgió la iniciativa de sumar a más entidades empresariales?
-Después de un año de haber constituido el Consejo de Planificación Estratégica con la Cámara Argentina de la Construcción, hicimos un análisis de todo lo que fuimos trabajando en los últimos meses y cuando me tocó hablar les dije: “Señores, acá estamos los que hacemos la Argentina competitiva, los que generamos el desarrollo, la producción y el trabajo. Cada uno juega un papel protagónico. Soy la voz de la demanda y ustedes son la oferta, pero estoy preocupado porque firmo paritarias por 62% y al mes me doy cuenta de que todo ese esfuerzo no tiene sentido porque el proceso inflacionario es incontrolable”.
-¿Por eso apuntan a buscar acuerdos y llevárselos a los políticos?
-Ese es el dilema que se nos presenta. Queremos demostrarle a la ciudadanía que, más allá de la discusión que genere cada uno desde su sector, hay una vocación por encima de todo que es la de generar una respuesta ante el nivel de incertidumbre que tenemos hoy. ¿De qué sirve hablar de 2023 cuando tenemos problemas hoy y ahora?
-Suena también como una crítica implícita a una clase política que no encuentra soluciones.
-Yo les dije (a los empresarios) que el sistema democrático por suerte reina en casi todo el mundo y el valor de la política es irremplazable para garantizar el bien común, pero hoy nos damos cuenta de que la sociedad civil no tiene una respuesta contundente, seria y responsable de la política como para generar una luz de esperanza o una perspectiva de que “hoy estamos con mucha incertidumbre, pero el año que viene vamos a estar mejor”. Eso no existe porque la política está entretenida en un debate dentro del internismo que hay en cada coalición, la que gobierna y la que está en la oposición.
-¿Y entonces qué se puede hacer?
-No nos podemos quedar con los brazos cruzados. Los actores del sector privado que están vinculados con el crecimiento, la producción y el trabajo tenemos que reaccionar. No alcanza con ser cuestionadores o dar diagnósticos. Debe haber 50.000 argentinos que decidieron irse del país y todos los ponderan, por ejemplo, pero nadie habla de los 47 millones que nos quedamos en la Argentina. No podemos ser complacientes con un proceso que nos lleva a una situación cada vez más complicada por la pobreza y la insolvencia. Tenemos una gran oportunidad en este momento: el mundo necesita alimentos y energía, pero nosotros estamos debatiendo acá cuestiones domésticas.
-¿Cuáles serían esas cinco medidas que quieren definir como un aporte?
-Estamos trabajando en eso. Hay que consensuarlas. Queremos llegar a cinco medidas macroeconómicas que tienen que transformarse en políticas de Estado. La idea es trabajar con pragmatismo y seriedad.
-¿Esta iniciativa tiene el aval de toda la CGT?
-Yo pertenezco a la CGT. Y en la primera de las charlas estuvo (el cotitular cegetista Héctor) Daer.
-¿No le preocupa que haya sectores dentro de la CGT que ven al empresariado como un enemigo?
-Eso es una caricatura y acá estamos hablando en serio sobre temas que tienen que ver con la producción, la precariedad, la salida de la crisis, las políticas de Estado. Está en juego el destino de la Argentina.
-¿Se fijaron algún plazo para terminar las medidas y poder presentarlas?
-Hay equipos técnicos trabajando y nosotros, los representantes de cada sector, nos reunimos una vez por mes. Ya tuvimos tres reuniones. La última fue hace 10 días. Calculamos que dentro de un mes o un mes y medio deberíamos tener listas las medidas. Y vamos a insistir en la necesidad de que, más allá de las diferencias, la política debe generar un estado de concertación para dar respuestas que bajen el nivel de incertidumbre que hoy reina en la sociedad argentina.
-¿Qué opina sobre la renuncia de Guzmán?
-Desde las organizaciones que responden al desarrollo económico y a la competitividad, como los metalúrgicos, textiles, comercio, construcción y otras actividades, lo que pretendemos es que no nos detengamos. Hay un proceso de crecimiento económico y lo que esperamos, y esperábamos tanto de Guzmán como del ministro que venga, es que apuesten a generar medidas antiinflacionarias que signifiquen quizás un esfuerzo, pero no un sacrificio. Por lo tanto, hay que buscar una fórmula que nos dé la posibilidad, más allá de quien vaya a ser ministro de Economía, de que exista confianza. Soy de los que piensan que el Ministerio de Economía se tiene que transformar en el Ministerio de la Confianza. Para eso se necesita un acompañamiento y un soporte político que, por lo menos en la coalición gobernante, esté garantizada con una unidad de criterios para mostrar que la política apoya un programa económico que busca esos resultados.
-¿Se mantiene esa búsqueda de consensos con los empresarios?
-Sí, más allá de estos cambios, tenemos que seguir mirando con sensibilidad y generando cinco medidas que puedan ser políticas de Estado desde la concertación y que garanticen un blindaje para llegar en mejores condiciones a 2023.
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