“Hay funcionarios que funcionan, hoy estoy positiva, hoy estoy positiva, pum para arriba”. Eran las 17.34 cuando Cristina Kirchner se tomaba un respiro para sonreír, en medio de un aluvión de mensajes filosos que venía pronunciando sobre la marcha de la política y la economía del país. Fue apenas un descanso antes de disparar con precisión quirúrgica contra quien -en ese momento- todavía era ministro de Economía: “Les voy a leer un mensajito que me mandó el 2 de junio el señor (Carlos) Zannini”, introdujo antes de revelar la invitación que recibió para tener una charla mano a mano con Carlos Melconian, un economista históricamente ubicado en las antípodas del kirchnerismo. “Of course, por supuesto”, respondió la vicepresidenta ante la propuesta, como guiño para habilitar la charla.
“Está claro que Carlos Melconian no piensa como yo y yo no pienso como él, no hace falta que lo aclaremos. Pero a mí me gusta escuchar a todos, porque a lo mejor estoy yo equivocada, y si me convencen que estoy equivocada... no va a ser la primera vez que hago lo que no pensaba hacer...Ojo, ojo, eh, no es la primera vez”, remarcó Cristina Kirchner antes los aplausos del público.
El cara a cara finalmente fue el miércoles 22 de junio. “Hicimos una reunión muy buena, estuvimos mucho tiempo. Y cuando se conoció (el encuentro), los del otro lado (por la oposición) le dijeron de todo al pobre Melconian: lo mataron, lo agredieron, violentos... ¿En serio piensan que de esa manera se puede construir un país?”, describió antes de lanzar el dardo dirigido al hasta hoy titular de la cartera económica.
“Yo creo que hay algunas cosas que están empezando a verificarse. Creo que sí tuvimos una coincidencia y que es la economía bimonetaria, no es poca cosa eh... no es que lo haya inventado yo, pero fui la que comenzó a impulsar que el problema principal de la Argentina y que causa el fenómeno inflacionario. Él (Melconian) no está tan convencido de eso, piensa más parecido a Guzmán con el tema de déficit fiscal, pero bueno, opiniones son opiniones...”, dijo Cristina Kirchner y desató el aplauso estruendoso de la los dirigentes y militantes que fueron a escucharla a Ensenada.
Eran las 17.37 de la tarde. Minutos después, Martín Guzmán publicó en su cuenta de Twitter la carta con su renuncia, con un párrafo saliente: “La hora necesita que quien Usted disponga tome las riendas del Ministerio que hasta hoy tuve el honor de conducir. Desde la experiencia que he vivido, considero que será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace, que tendrá por delante esta alta responsabilidad, cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante. Eso ayudará a que quien me suceda pueda llevar adelante las gestiones conducentes al progreso económico y social con el apoyo político que es necesario para que aquellas sean efectivas”.
El tuit de Guzmán explotó en las redes y sacudió la tarde del sábado, pero llamativamente no tuvo impacto (visible o audible) en el acto de Cristina Kirchner: la vicepresidenta no hizo ningún tipo de referencia a una noticia que llegó a cualquier persona que tuviera a mano un teléfono celular. Desde que el ex ministro de Economía anunció públicamente su dimisión hasta que finalizó el discurso de CFK pasaron 20 minutos, pero no hubo ni siquiera una frase ni un gesto que reflejara una reacción.
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