“Ella siempre se prepara para estos actos con muchos datos. Estudia, repasa números y piensa su discurso”. Ella es Cristina Kirchner y el evento es el que encabezará mañana en Ensenada. Fue convocado como un homenaje a Juan Perón pero será, en los hechos, la tercera vez que en menos de un mes le hablará de manera pública al presidente Alberto Fernández para que cambie el rumbo de un gobierno del que se siente cada día más ajena.
Cristina Kirchner llegará al acto en medio de un revitalizado operativo clamor y mientras crece su fastidio, principalmente, por tres motivos que, de manera pública y reservada, quedaron explicitados en las últimas horas: la demora en aplicar una rápida recomposición de los ingresos de los sectores sociales más empobrecidos, las críticas a la gestión de Martín Guzmán (Economía) y Miguel Ángel Pesce (Banco Central); y el coqueteo de una improbable reelección.
Los encargados de ponerles voz de algún modo al operativo clamor fueron Andrés “El Cuervo” Larroque, ministro de Axel Kicillof y secretario general de La Cámpora, y Mario Secco, el intendente anfitrión del acto de mañana. Son dos actores clave, sobre todo, por lo que representan en el dispositivo cristinista. Por otro lado está la Liga de Gobernadores que modula el mismo lenguaje que entiende la Vicepresidenta: embestida contra la Corte, críticas al macrismo y a aspectos de la gestión económica. Es una inocultable posición interesada: con una inflación disparada y el dólar caro y escaso, el peligro de perder la próxima elección los pone ansiosos.
Menos el presidente, que interpreta los desequilibrios como una “crisis de crecimiento”, los que dependen de los votos, vienen registrando con alarma un peligroso deterioro de la situación social.
Según resaltó el economista Martín Redrado, la actividad económica cayó en marzo 0,8% y apenas “creció” en abril 0,6%. Son datos que se registran en medio de una disparada del dólar y de un derrumbe de las acciones y los bonos (o cómo el mercado califica la salud del Estado y de las empresas). Ante este tembladeral, el final del “festival de importaciones” que activaron después de la llegada de Daniel Scioli, rindió unos frutos que por el momento se festejan pero pueden ser venosos.
“Las medidas que se aplicaron son lógicas en un marco de tensión”, reconocieron a Infobae en el entorno de la Vicepresidenta, en un aval precario y provisorio a una medida que permitió engrosar las reservas y cumplir con una de las metas del acuerdo con el Fondo. “Esto no puede durar mucho. Son unos días, no más. Después se va a ir abriendo porque si no se para la industria y se puede además agravar la inflación”, explicaron a Infobae fuentes involucradas en el apretón del comercio exterior.
“¿Es la economía o la política, estúpido?”
Expertos en finanzas dudaban de la idea del gobierno de que pararon del todo la corrida. “Compraron tiempo. Y compraron caro”, explicaban en la City, después de dos días con más de 500 millones de dólares adquiridos por el Banco Central. Sobre todo porque la causa estructural de los desequilibrios, como el dinosaurio de Monterroso, todavía está ahí: el déficit fiscal crece y no llega a ser cubierto por el modesto mercado de deuda doméstico.
“Para dejar de perder reservas y bajar el dólar, frenaron las importaciones. Si lo mantienen van a alimentar la inflación por los pesos sobrantes y por los aumentos que van a darse por la incertidumbre del costo de reposición de mercaderías. ¿Cuánto vale un insumo importado si no sabés cuándo podés volver a comprarlo?”, planteó un economista avezado, consultado para esta nota.
Especulan, al mismo tiempo, con una brecha en tendencia creciente y una fortaleza del peso, a la vez, menguante. Es probable que este haya sido uno de los temas que discutieron el economista Carlos Melconian con la Vicepresidenta, en un encuentro que tuvo sobre todo el mensaje de que ella es capaz de hablar con el economista amigo de Macri, pero no con el del gobierno que encabeza con Alberto Fernández.
¿De quién es el 2023?
En simultáneo con el fastidio por la economía, el Presidente retomó uno de los temas que mayor irritación provoca en el kirchnerismo duro: su incierto plan de reelección. Una pretensión que tiene la aparente voluntad de continuar reteniendo poder, pese a la evidente soledad política en la que se encuentra.
En una entrevista en C5N, el periodista Juan Amorín le preguntó al presidente: “Usted habló de unas PASO en el Frente de Todos para elegir todos los cargos, de Presidente a Concejal. ¿Ratifica esa idea? ¿Esa idea incluye su nombre?”. La respuesta no dejó lugar a dudas: “Sí. Definitivamente”.
“No hay peor peronismo que el peronismo quieto. El mejor peronismo es el que está movilizado, el que compite, el que discute, el que debate. Y cuando digo el mejor peronismo digo el mejor progresismo. El progresismo silenciado por un gobierno no es un buen progresismo (...) Nada puede ser mejor para un candidato que la gente lo haya elegido candidato. Y que eso no sea un acuerdo superestructural. Nadie debe ofenderse por eso”, dijo. ¿Quién sería “nadie”?
A tres días, en el peronismo todavía no se escucharon voces con poder territorial dispuestos a apoyar esa ensoñación electoral. Un operador que conoce el PJ recordó el discurso que dio Cristina Kirchner en Avellaneda por Manuel Belgrano. Al lado del ministro-intendente Jorge Ferraresi, recordó la entrevista que le dio en 2017 a Infobae, titulada: “Cristina Kirchner: ‘Si en el 2019 soy un obstáculo para ganar las elecciones, no tengan dudas de que me excluyo’”.
“Al periodista le dije ‘yo voy a hacer lo que tenga que hacer para que el peronismo vuelva a ganar las elecciones’. Y cumplí. Espero que todos y cada uno de los peronistas puedan hacer lo mismo y decir que hicieron todo lo que tenían que hacer para que el peronismo vuelva a ganar y ser gobierno”, dijo el 20 de junio pasado, una frase que se resignifica. Y completó: “No se trata de ganar por ganar, se trata de hacer lo que siempre hemos militado: la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación”. ¿Será un mensaje que repetirá mañana? Sin certezas, algunos abren apuestas.
Resistir en Buenos Aires o pelear por la Nación
El incipiente operativo clamor coexiste con la “viga maestra” que, hasta hoy, tiene la estrategia electoral del kirchnerismo. Repliegue en la provincia de Buenos Aires, con Axel Kicillof buscando la reelección y la vicepresidenta con -a priori- un lugar en la boleta del Senado. Como se sabe, sin decirlo, lo que están planteando en el kirchnerismo es que si quiere ir a la PASO, Alberto Fernández deberá armar sus listas, de gobernador a senador, de intendente a concejal.
Por otra parte, Larroque confirmó que Cristina Kirchner sigue esperando que Alberto Fernández lo llame y que el enojo más profundo es porque se demora el gobierno en dar un aumento por decreto o de otra manera que sea lo más rápido posible para que la gente deje de pasarla mal. “Hay que dejarse de embromar y poner plata abajo”, le dijo a este medio, días atrás, otro dirigente camporista.
Son dichos que, otra vez, el INDEC está confirmando. Hay una sintonía que, al parecer, es más fina entre los camporistas que entre el albertismo. Ese camporista de trato ocasional con el primer mandatario había admitido: “No sé qué planillas miran”.
Según el gráfico del INDEC, los ingresos informales, donde están los más pobres e incluso los que reciben planes -si Evita los viera, diría Cristina- siguen corriendo de atrás, más atrás, de lo que corren los formales. Con una inflación corriendo al ritmo de 60% anual, los sueldos no llegaron a empatar. Si los precios van por el ascensor y los salarios por las escaleras, los que tienen ingresos en negro suben con los pies atados.
Se trata de cerca de la mitad de la fuerza laboral que no participa de paritarias, que no tiene seguridad social (o paga una contribución misérrima vía monotributo para su atención médica), ni vacaciones ni aguinaldo. Al ser consultado sobre si estaba pensando en algún tipo de aumento por decreto respondió que “no, porque las paritarias están funcionando bien y el salario real está creciendo 3 puntos”.
A propósito del Movimiento Evita, las modestas gestiones entre Fernando “El Chino” Navarro y Wado De Pedro para moderar las tensiones internas quedaron en nada. El funcionario de Alberto Fernández se lamentaba anoche por una discusión familiar por el posteo de Facebook donde se trató a la Vicepresidenta como “la tía que grita”. Emilio Pérsico, el otro evitero con despacho oficial, se despachó con todo: “En el mejor momento de Cristina había 11 millones de trabajadores sin derechos y ese país es una mierda”.
Y por último, sobre la permanencia de Guzmán, Larroque -que también descargó munición gruesa contra los Pérsico “que pactaron con Macri”- cuando le preguntaron sobre el ministro fue lapidario: “Para mí, es un tema terminado. No tenés mucho para esperar de ese lado”. Nadie escuchó esa definición como la de un hincha de San Lorenzo, sino como la de uno de los hombres de mayor confianza de Máximo Kirchner.
Pero no es el único que critica al ministro de Economía. Desde la oposición y la “academia” se encargan de contarle las costillas. A Guzmán lo sostienen, además de un Alberto Fernández debilitado, sobre todo, el espanto por lo que puede venir. En el mundo financiero nadie quiere arriesgarse a tener que decir en unos meses: “Volvé Martín, te perdonamos”.
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