A diferencia de su gira por Europa a principios de mayo, cuando puso un pie en Madrid y aseguró que Cristina Kirchner tenía una mirada parcial sobre su gestión, en este viaje a Alemania, para participar de la cumbre del G7, Alberto Fernández no cargó la interna arriba del avión. La dejó anclada en Argentina.
El Presidente está en Múnich, Alemania, llevando adelante una agenda internacional que fortalece su perfil dialoguista y que lo pone ante los líderes europeos como el representante de muchos países de Latinoamérica, sobre todo en temas centrales para el mundo como es la posición ante la guerra en Ucrania y el impacto en la economía, y el abastecimiento de alimentos.
En su agenda este lunes figura se reunirá con el primer ministro británico, Boris Johnson. Nada más alejado de la interna peronista.
Sin embargo, en el país la interna del Frente de Todos estalló durante el fin de semana con cruces entre el Movimiento Evita y La Cámpora. El albertismo y el kirchnerismo. De todo el universo peronista, no hay dos representantes más definidos de los sectores que conducen Alberto Fernández y Cristina Kirchner que estas dos organizaciones.
“Es tan potente la palabra de Cristina que pasó una semana del discurso en Avellaneda y todavía se sigue hablando de eso”, analizó un funcionario K sobre el ruido que sigue, y seguirá, haciendo los dardos de la Vicepresidenta contra el Gabinete y, especialmente, contra el Movimiento Evita.
El centro de la discusión comenzó siendo la administración de los planes sociales. Pero los últimos debates públicos se expusieron las diferencias políticas que hay entre la organización social más popular y poderosa del país, y la agrupación ultra kirchnerista, que conduce Máximo Kirchner.
Este fin de semana el líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, le devolvió la gentileza de las críticas a la Vicepresidenta y aseguró que “se está desgastando ella misma con estas cosas”, en referencia al fuego cruzado que hay dentro del Frente de Todos.
Pérsico advirtió que la lucha de poder “es un error político” y sentenció: “No creo que sea una buena política desgastar a un gobierno que vos creaste”. Su pensamiento es el que tiene el peronismo que estuvo o que está alineado a Alberto Fernández. Nunca entendieron la conveniencia del desgaste con críticas públicas.
Rápidamente, y para no dejar que el impacto de sus palabras tome volumen, el secretario general de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque, principal vocero del kirchnerismo en la batalla interna, disparó contra Pérsico sin piedad. Aseguró que se “está haciendo política, en términos de disputa de poder, con la política social y con los humildes como rehenes”.
Pero fue aún más concreto y afirmó: “Es claro y evidente que Emilio Pérsico tiene una posición permanentemente opuesta a Cristina, diría que es un problema psicológico. Lamentablemente, fue la persona que más influyó para poner a Alberto en tensión con Cristina”.
Como ya ha sucedido en otras oportunidades, incluso el último sábado con cruces entre la Secretaría de Energía, bajo la conducción del kirchnerismo, y el ministerio de Transporte, controlado por el massismo, por la falta de gasoil, en el Gobierno se multiplican los motivos que generan peleas internas. Desacuerdos a montones. Tensiones y reproches, cada vez con más frecuencia.
Las declaraciones de Cristina y Larroque cayeron muy mal en el Evita, que la última semana dio conocer que está en proceso de armado un partido político de los movimientos sociales para competir en las próximas elecciones. Más precisamente para jugar en la interna del Frente de Todos.
“Las descalificaciones, el desprecio y las agresiones de Cristina es una forma de impostar fortaleza. Pero esconde debilidad. Dejó de ser una estadista porque habla con desconociendo de la estructura sociolaboral del Siglo XXI. Desconoce cómo funcionan los programas de trabajo comunitario. Síntoma de que su ciclo se está agotando”, sostuvo uno de los dirigentes más importantes del Movimiento Evita.
En el Evita consideran que ellos no son “agresivos” en esta discusión interna que se está dando, pero no piensan lo mismo de La Cámpora. Quizás por eso uno integrante de la mesa nacional de la organización, Gildo Onorato, publicó una carta en la que le pidió a Larroque “no diagnosticar a nuestros compañeros” ya que los problemas “son políticos y no personales”.
Según pudo reconstruir Infobae, esta semana uno de los líderes del Evita y secretario de Asuntos Parlamentarios de la Jefatura de Gabinete, Fernando “Chino” Navarro, se reunirá con Máximo Kirchner y el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro para poner las cartas sobre la mesa y saber hasta dónde va llegar el enfrentamiento.
Parece difícil que firmen una tregua, debido al nivel de degradación que hay en la relación y la continuidad de la interna peronista. Sin embargo, desde el Evita, fieles a la línea que marca Alberto Fernández, siguen reclamando que el mejor camino es la unidad. Faltan los acuerdos, que son cada vez más difíciles de alcanzar. Casi imposibles.
El encuentro aún no tiene un día pautado y se desconoce si será una reunión entre los tres o de Navarro, por separado, con cada uno de ellos. Así lo confirmaron a este medio fuentes del kirchnerismo y del Movimiento Evita. No sería la primera vez que se reúnan. El “Chino”, funcionario de estrecha confianza del Presidente, mantiene una buena relación con ambos dirigentes camporistas.
La relación entre ambas organizaciones nunca fue buena. Hay diferencias en la gestión del territorio, sobre todo en el conurbano bonaerense, y distintas miradas sobre el rol y el futuro de la economía popular. Además del control y la administración de los planes sociales, el tema que apuntó Cristina Kirchner, considerando que los movimientos sociales deben dejar de ser intermediarios.
En el peronismo alineado con Fernández hace tiempo que crece la hipótesis sobre el atrincheramiento de la Vicepresidenta y su fuerza política en la provincia de Buenos Aires. Movimiento político que, entienden, se empezó a ejecutar con tiempo, proyectando una derrota electoral en el 2023 y la implosión del Frente de Todos.
Por eso los cuestionamientos K al Evita fueron decodificados en esa sintonía. Hay muchos que sostienen que los quieren correr de la provincia y, en paralelo, limar más la gestión de Fernández, teniendo en cuenta que son el principal sostén político y territorial que tiene el Presidente.
La interna del Gobierno sigue encendida aunque el Jefe de Estado no esté en el país. Lejos de terminar, se agranda. Se suman más protagonistas, más puntos de conflictos y más hartazgo interno por parte de la dirigencia. Del límite político para afuera, recién el próximo año se podrá saber si la sociedad también se cansó de la lucha de poder interna del peronismo.
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