El último discurso incendiario de Cristina Kirchner precipitó, como nunca, el armado político para 2023 de los distintos espacios que conforman el agrietado Frente de Todos. El propio kirchnerismo, los moderados que rodean a Alberto Fernández, los gobernadores, los movimientos sociales y las principales figuras con peso propio empezaron a acelerar las reuniones para delinear candidaturas a nivel nacional y local. La pelea en la cúpula de la coalición, coinciden todos, es insalvable, y el tiempo apremia frente a una oposición que, si bien también está disgregada, ya recorre el territorio en modo de campaña.
En los sectores afines a Alberto Fernández cayeron finalmente en la cuenta, hace cinco días, de que Cristina Kirchner ya arrancó la carrera por 2023. Hoy, en modo reflexivo y en retrospectiva, ubican el relanzamiento de Unidad Ciudadana en el día de la sorpresiva renuncia de Máximo Kirchner a la titularidad del bloque oficialista en Diputados. Pero señalan que el mensaje del lunes pasado, en Avellaneda, fue la confirmación. Ya no dudan de que la Vicepresidenta socava al Presidente con intenciones electorales, y creen que no hay vuelta atrás.
Sobra decirlo, hay mucho enojo con Cristina Kirchner en las filas del ala moderada del Gobierno y entre los movimientos sociales. Pero ese malestar, que se arrastra hace meses, ya no está contrarrestado por la ilusión en torno a la figura de Alberto Fernández. Todo lo contrario. Buena parte de los dirigentes que se agrupaban en torno al primer mandatario perdieron prácticamente por completo la esperanza de que pueda ser un candidato potable para las próximas elecciones.
Los desilusionados hablan de su -persistentemente alta- imagen negativa, derivada de la incapacidad para encauzar la economía y contener la inflación. Pero también cuestionan la falta de definiciones y su lealtad política hacia los más fieles. El despido de su amigo Matías Kulfas del Gabinete fue un punto de inflexión. “Si no defendió al tipo que más lo protegió, no puede defender a nadie”, dijo un dirigente bonaerense afin, que ya no repite que trabajará por la reelección.
En la órbita albertista, sin embargo, algunos dirigentes aún mantienen la fe en Alberto Fernández. Admiten que hay poco tiempo para que llegue “competitivo” al cierre de listas, pero insisten en que la economía puede ”repuntar” en el segundo semestre; dicen que “ya pasó lo peor”; confían en el plan del ministro de Hacienda, Martín Guzmán, y señalan que el Presidente, a pesar de todo, sigue siendo uno de los dirigentes del FDT con menor nivel de imagen negativa.
De todas formas, los esperanzados también están inquietos, y le piden al dubitativo jefe de Estado que acelere la confirmación de su precandidatura para una interna a viva voz. Sueñan con un acto de lanzamiento que, por ahora, no está en los planes del protagonista. “Se tiene que apurar antes de que terminen de armar el ‘albertismo sin Alberto’”, dijo, un alto funcionario que espera una definición clara del Presidente antes de que termine julio y ve con preocupación, como alternativa de varios, la figura del flamante ministro de Producción, Daniel Scioli.
En la Casa Rosada dijeron que en el fulgor de la pelea de esta semana con Cristina Kirchner -que arremetió también contra esas organizaciones- referentes de los movimientos sociales afines -no mencionaron cuál específicamente- le “ofrecieron” a Alberto Fernández el acto del Día de San Cayetano como plataforma para lanzar su candidatura. Pero ante una consulta de Infobae, en esas filas negaron rotundamente esa posibilidad.
Al contrario, dijeron que el acto contendrá, inclusive, críticas a su gobierno, en la línea de la manifestación del Día del Trabajador. Si bien agradecen al primer mandatario que los defendiera, y siguen asegurando que “garantizarán la paz social” a pesar de la crisis, no se alinean como antes en torno a su liderazgo de cara a los próximos comicios. Por ahora, ningún candidato presidencial los convence. Pero, al igual que el resto de las tribus, “están armando fuerte” en el conurbano y que tendrán candidatos, al menos, en La Matanza, Navarro, Tandil, La Plata, Moreno, San Martín, Vicente López, y Luján.
Esta semana también Sergio Massa “puso quinta”, como apreció un reconocido dirigente peronista en una charla privada, el miércoles, poco después de que el tigrense empezara a desplegar su estrategia de presión para que el Presidente lo sume al Gabinete. No es la primera vez que avanza en esa dirección, pero sí es inédita la transparencia con que lo hace. Massa dijo, a través de interlocutores, que está siendo empujado en esa dirección por “las bases”, que le darían un ultimátum a mediados de julio en el Congreso Provincial del Frente Renovador. Si no le ofrecieran un espacio de decisión en el Ejecutivo, dejaría la presidencia de la Cámara de Diputados.
Con su pedido para que le den mayor injerencia en el Gobierno, también Massa empezó a apurar su agenda electoral. Durante los últimos dos años, en cada charla en confianza se ocupó de relativizar sus intenciones presidenciales en el corto plazo, y las planteó en referencia a 2027, o incluso más adelante. Pero esta semana empezó a admitir por primera vez que sus planes apuntan a 2023. Lo dejó explícito uno de sus colaboradores, el martes, al difundir la advertencia sobre su eventual renuncia: “Massa quiere ser presidente el año que viene y quiere que al Gobierno le vaya bien. Y en el Congreso se está desdibujando. Si no lo escuchan, va a tener que empezar a trabajar en su campaña desde afuera”, dijo.
En la Casa Rosada, dos altos funcionarios expresaron, por separado, su desconfianza sobre la “amenaza” de Massa. Ambos, coincidentemente, de manera socarrona. Dijeron que probablemente no la ejecute, y atribuyeron la movida a la “desesperación” por el arribo de Daniel Scioli, también aspirante al sillón de Rivadavia, al Ministerio de Producción que dejó vacante Kulfas.
Uno de ellos aseguró que no hay chances de que Alberto Fernández ceda. “Dejar entrar a Massa sería rendirse ante Cristina y entregar el Gobierno, y a esta altura sería suicida. Además, qué va a hacer con Scioli, ¿tirarlo por la ventana?”, se preguntó. El otro no descartó que el Presidente pueda darle un lugar de relevancia en el Gabinete. “A esta altura, conociendo a Alberto, ¿quién puede asegurar o negar algo? Todo puede ser”, dijo un importante jugador del Gobierno que tiene diálogo a diario con el primer mandatario. Por lo pronto, Alberto Fernández invitó a Massa al G7, que se celebra entre hoy y el martes en Munich, Alemania. La especulación en Gobierno es que el tigrense aceptó la invitación porque tiene expectativas de tener el visto bueno a sus exigencias, pero hay dudas sobre la posibilidad de que el Presidente “le suelte la mano” a Guzmán.
En la trinchera kirchnerista, en tanto, aseguran que los dirigentes del conurbano que visitan a Cristina Kirchner en su despacho en el Senado -el desfile es cada vez más concurrido- “ya no se van con el freno de mano puesto”. “Todos se van con el mensaje de que avancen, algo que hasta ahora no estaba pasando con tanta claridad”, dijo un funcionario de las filas de La Cámpora. Según pudo reconstruir este medio, el discurso del lunes envalentonó a dirigentes medios de la organización de Máximo Kirchner que tienen contacto con el territorio en el conurbano. Pero reina la incertidumbre por las cabezas de las listas nacional y bonaerense. La vicepresidenta, aseguran, aún medita nombres, y prolongará ansiedad de los aspirantes hasta último momento.
Entre los anotados del ala sobresale el nombre del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que desde la disruptiva presentación de su renuncia al Gabinete que sacudió al oficialismo adoptó una actitud moderada, de diálogo con sectores vapuleados por la vicepresidenta, inclusive del sector de las grandes empresas y agropecuario. Encarnó ese rol con la bendición de CFK, pero hay quienes dudan, inclusive en el mismo kirchnerismo, sobre el nivel de aceptación que tienen sus acciones en la cúpula del Instituto Patria.
Su visita de esta semana a la intendencia de Moreno, distrito conducido por la dirigente de Movimiento Evita, Mariel Fernández, provocó escozor en La Cámpora. Sobre todo porque ese día “exageró” sus alabanzas a la intendenta, según dijo un importante dirigente K, exactamente dos días después de la acometida de Cristina Kirchner, justamente, a las organizaciones sociales afines, y de la belicosa respuesta de Emilio Pérsico y de Fernando “Chino” Navarro. Inclusive en el ala moderada empiezan a preguntarse si son jugadas consensuadas. En su círculo de confianza aseguran que la sintonía con la vicepresidenta está saludable, que el encuentro en el municipio estaba previsto de antemano, y resaltaron, como otras ocasiones, que “Wado” acciona desde su rol de ministro.
También el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, está anotado en la carrera, pero en su caso es menos claro si jugará pegado a la vicepresidenta, o sólo buscará su aval y se despegará. Después de todo, hoy está construyendo su poder nacional a través de la recién formalizada Liga de los Gobernadores, que no se caracterizan por su afinidad con Cristina Kirchner. Ayer fue el anfitrión de un encuentro con prácticamente todos los jefes provinciales del PJ, donde parieron un documento durísimo contra el manejo económico del Gobierno, la falta de inversiones, el descontrol de la inflación y el desabastecimiento de combustible.
No es el único. En la lista de miembros del nuevo espacio también tiene intenciones Sergio Uñac, de San Juan. Aunque aún no las proclamó públicamente, su nombre está en boca de muchos dirigentes que, si bien lo ven como una figura poco conocida, creen que tiene la ventaja de que su nombre está “limpio” en comparación con los más relevantes. Otros descartan de lleno que el sanjuanino pueda siquiera ser una opción. “No lo conoce nadie fuera de su provincia”, soltó, sin pelos en la lengua, un experimentado dirigente, hoy alto funcionario de Alberto Fernández. Y recordó, para respaldar su argumento, que el único gobernador que llegó a la Casa Rosada en los últimos veinte años, Néstor Kirchner, lo logró de manera excepcional.
La lista de candidatos es larga y los apoyos de cada grupo a los candidatos son, por ahora, inciertos. A pesar de todo, tanto en el kirchnerismo como en la Casa Rosada siguen sosteniendo que la unidad del Frente de Todos seguirá en pie. Para justificarlo, en ambas tribus se aferran a las reiterativas declaraciones de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en ese sentido. Sin ir más lejos, la vicepresidenta lo mencionó por última vez en Avellaneda, a pesar de la acometida. La gran pregunta, de cara al cierre de listas, es si habrá PASO, tal como quieren el Presidente y sus seguidores, o el postulante será designado por la vicepresidenta.
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