En la cumbre virtual de los BRICS que organiza China, y frente a Xi Jinping y Vladimir Putin, Alberto Fernández pronunció un discurso de cinco minutos que evitó la condena explícita a la guerra ilegal que desató Rusia contra Ucrania. La presentación del jefe de Estado fue paradójica: cuestionó las consecuencias sociales y económicas del conflicto en Ucrania, pero no hizo ninguna alusión a la responsabilidad geopolítica de Putin y al constante respaldo que recibe de Beijing.
“Quiero alzar mi voz para que el mundo entero entienda que aunque la guerra se libre en Europa, sus consecuencias trágicas repercuten en América Latina y el Caribe, en África y en todo el hemisferio sur. Somos la periferia que padece. Como lo ha señalado el Papa Francisco, ni el trigo ni los alimentos pueden convertirse en un arma de guerra, ni la persona humana puede volverse moneda de cambio. La paz no solo es necesaria. La paz es urgente porque es urgente hacer un mundo más igualitario”, señaló Alberto Fernández.
Ni una palabra sobre Putin y su decisión de colocar al planeta cerca del abismo.
“Es imperioso que cesen las hostilidades en Ucrania. Queremos ser parte en la búsqueda de una solución que acerque a todos los involucrados, para lograr una paz duradera que deje definitivamente atrás la dinámica desatada por la escalada bélica”, añadió el presidente.
Este tramo del discurso es clave en la perspectiva que Alberto Fernández tiene de la política exterior. El Presidente considera que la guerra librada por Rusia agravó las asimetrías mundiales y propone una mesa de paz para dictar un alto el fuego que permita recomponer el orden global.
Con este argumento geopolítico, llegará el jefe de Estado a la reunión del G7 que se hará este fin de semana en Alemania.
“En este tiempo nos encontramos y como parte de la humanidad que somos estamos obligados a revertir con urgencia la crueldad de este presente. Un mundo fragmentado, incierto y riesgoso nos convoca a reconstruir “la casa común” que nos cobija. Acabar con la violencia, retomar el diálogo y volver a poner en valor la solidaridad son imperativos éticos que esta hora nos impone”, completó el Presidente con un cita implícita al pensamiento de Francisco vinculado al cambio climático y sus consecuencias.
Durante su presentación, el presidente elogió a Xi por su política vinculada a la pobreza en China. Una meta supuestamente cumplida por el Partido Comunista que -hasta ahora- no pudo ser corroborada por ninguna agencia multilateral de Occidente.
“El presidente Xi Jinping sabe muy bien de qué hablo. Recuerdo cuando en 2021 anunció con orgullo el cumplimiento de su meta de terminar con la pobreza extrema en China”, explicitó Alberto Fernández, cuando reclamó por un sistema más justo para los naciones más pobres.
En este contexto, el jefe de Estado propuso a la Argentina como un proveedor global de energía y alimentos. Alberto Fernández -como ya lo hizo en la Cumbre de las Américas- aseguro que el país puede suplir a Rusia en la provisión de gas por las existencias de Vaca Muerta y aportar lo necesario para garantizar la seguridad alimentaria del planeta.
“Somos proveedores seguros y responsables de alimentos, reconocidos en el ámbito de la biotecnología y en tecnología logística aplicada. Esto significa que no solo somos capaces de producir y exportar alimentos. También sabemos suministrar servicios y formar especialistas para que otros países hagan crecer su eficiencia productiva y mejoren así la calidad de vida de sus habitantes”, describió el Presidente.
Y remató: “Tenemos grandes recursos energéticos. Contamos con la segunda reserva mundial de shale gas y la cuarta de shale oil. Empresas argentinas y extranjeras no solo explotan de modo no convencional energías fósiles. También incursionan en la explotación del litio, del hidrógeno verde y de otras energías renovables”.
Al finalizar su discurso, Alberto Fernández solicitó que la Argentina sea incluida como miembro permanente de los BRICS. Además volvió a exigir por la soberanía en Malvinas y por un profundo cambio del sistema financiero mundial.