En ese enclave de peleas permanentes que es el PRO, en las últimas horas se sumaron nuevos ingredientes para tensar aún más el clima interno. La aparición en tono proselitista de Mauricio Macri en La Plata junto con María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo causó urticaria en la plana mayor del larretismo, donde cada vez hay menos dudas sobre la intención del ex presidente de querer volver a la Casa Rosada y, a la vez, más certezas de los escollos que aparecen en su propio partido ante la candidatura a gobernador bonaerense de Diego Santilli, a quien su triunfo electoral en 2021 no le garantiza apoyos unánimes.
Para colmo, en forma simultánea, la convocatoria de Horacio Rodríguez Larreta a vecinos porteños sin militancia para integrar las listas de candidatos en 2023 se convirtió en un nuevo punto de fricción con Patricia Bullrich: la jefa del PRO no está de acuerdo con la idea, impulsada por Emmanuel Ferrario, vicepresidente primero de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
“A tanto tiempo de las elecciones, las únicas listas que nos importan son la lista del supermercado y la lista de medicamentos”, ironizó el diputado nacional Gerardo Milman, mano derecha de Bullrich. Otro representante del mismo sector interno, el vicepresidente del PRO porteño y diputado de la Ciudad, Juan Pablo Arenaza, sostuvo que “el proyecto no es del PRO ciudad” y destacó que “Patricia Bullrich no está de acuerdo ni con el método ni con la forma: para entusiasmar a la gente hay que proponerle un sueño, un proyecto de país y un candidato que llegue a la gente, el resto es artificial”.
Justo esta semana en que estaba previsto un nuevo almuerzo de los líderes del PRO, finalmente suspendido por “problemas de agenda”, la dirigencia del partido volvió a mostrar fisuras preocupantes para una fuerza que aspira a gobernar nuevamente la Argentina y a no igualar el clima bélico que existe entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el Frente de Todos.
“Al candidato de Juntos por el Cambio lo elegirá la gente en las PASO”, afirmó Rodríguez Larreta al abrir ayer la segunda jornada del encuentro federal de la Fundación Pensar. Pero lo que nadie dice abiertamente, aunque todos piensan, es que el problema para el PRO es cómo impedir llegar a las primarias en 2023 con más de una lista de postulantes y quedar así en una posición mucho más débil ante la UCR, envalentonada para liderar las principales candidaturas de la coalición.
Para contribuir a un ambiente enrarecido, la Mesa Nacional de JxC se reunirá otra vez este viernes en Río Cuarto, Córdoba, luego de un mes de inactividad, pero ya se confirmó que no irán Macri ni Rodríguez Larreta. Se trata de otro encuentro temático de la coalición, en este caso dedicado a “Agroindustria e Innovación”, y tendrá lugar luego de que el ex presidente calificó como “uno de los primeros impulsores del populismo” a Hipólito Yrigoyen y originó una fuerte réplica del titular del radicalismo, Gerardo Morales. ¿Hasta cuándo seguirán sin hablarse? Nadie lo sabe. Sólo Elisa Carrió se animó a mediar en esta pelea con aroma a fractura: ya se reunió con Morales en Jujuy y tiene previsto hacer lo mismo con Macri.
El ex mandatario se siente en la gloria: ocupa de nuevo el centro de la escena opositora, fijando una línea dura y amagando con incidir en la definición de las candidaturas. Juega a mantener la intriga sobre su propia postulación para la Presidencia, aunque en el camino desubica tanto a Rodríguez Larreta como a Bullrich, dos candidatos para suceder a Alberto Fernández.
Lo que le faltaba a Macri se le está dando en los últimos quince días: un regreso a las recorridas por la provincia de Buenos Aires, un distrito electoral clave en donde, según las encuestas, mantiene altos niveles de rechazo en el electorado. Hace 24 horas, el diputado Hernán Lombardi publicó en las redes un video en el que el ex presidente es vitoreado en el bar La Biela, en la Recoleta. Quizá no sorprenda tanto porque es un barrio porteño donde el ex mandatario mantiene una buena imagen, pero la noticia más destacada fue su presencia en una visita a la ciudad de La Plata: estuvo ayer por la mañana, sin avisarle a nadie, y se llevó una colección de abrazos, besos y selfies de los vecinos, sin un solo insulto ni agresiones, en un barrio de clase media baja como Tolosa (el lugar donde pasó su infancia Cristina Kirchner). Y lo hizo acompañado por Vidal y Ritondo, dos larretistas (o ex larretistas) que ahora se alinearon claramente detrás del ex presidente. Es el mismo derrotero que siguió el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, quien pasó de ser jefe de campaña de Santilli en el experimento electoral del larretismo en 2021 a declarar: “Macri merece un segundo tiempo, vamos a ver si la gente le da esa chance”.
Mientras, Rodríguez Larreta reforzó su mesa nacional para el armado de su proyecto presidencial y comenzó a dar señales de que no será más ese líder dadivoso que apoyaba a varios candidatos en el mismo distrito, sino uno apremiado por las presiones internas y externas que exige a la dirigencia partidaria que se defina: o se está con él o en la fría vereda de enfrente.
La hiperactividad de Macri es el fantasma que persigue al jefe de Gobierno y a la titular del PRO desde que compartieron un desayuno de la paz a fines de abril y coincidieron en que el ex presidente tenía una centralidad que les quitaba fuerza a ellos y dejaba latente una candidatura presidencial para 2023 que podía sepultar sus propias ambiciones electorales.
En esos mismos días, Rodríguez Larreta respondió asegurándole al Círculo Rojo que está “dispuesto a competir” con Macri para llegar a la Casa Rosada. Para Bullrich, la candidatura de Macri, de su mismo perfil “halcón”, sería una mala noticia. Aun así, celebró como un gol de media cancha la presencia del ex mandatario en una reunión de sus equipos de gobierno.
Vidal, a su turno, toma distancia del larretismo con recorridas por todo el país, el territorio bonaerense y la Ciudad que revelan una apuesta múltiple para 2023: según lo que marquen las encuestas, competirá por la Presidencia o por la jefatura de gobierno porteña. Para peor, como resaltan cerca del alcalde porteño, la ex gobernadora parece sintonizar mejor con Macri, apoya sin titubeos a Ritondo para la gobernación y deja desacomodado a Santilli, el candidato de su amigo Larreta.
La nueva incursión provincial de Macri, de la mano de Vidal, Ritondo y Julio Garro, intendente de La Plata, quien se enteró a último momento de la presencia de sus visitantes, agitó aún más la simulada paz que rige en el PRO, donde hay candidatos a gobernador para todos los gustos: a Santilli y Ritondo se suman jefes comunales como Grindetti, Garro, Diego Valenzuela y Javier Iguacel. ¿Semejante acumulación de postulantes ayuda o perjudica al PRO? La incógnita recién se despejará en 2023.
En plena tregua entre Larreta y Bullrich, por otra parte, el proyecto de “Listas abiertas” que lanzó el jefe de Gobierno hace un día se transformó en otro escenario de disputas. Para el equipo larretista, se trata de una iniciativa que Ferrario le tomó prestada al presidente de Francia, Emmanuel Macron, para renovar un porcentaje de la dirigencia. Pero para la titular del PRO, según sus allegados, es “algo light, ni bueno ni malo, pero poco profundo y centralizado, sin democracia interna”. E incluso “poco democrático” porque se estaría creando “un buró político que evalúa a los que se presentan a la convocatoria”.
La iniciativa porteña fue anunciada con bombos y platillos este miércoles, aunque en el bullrichismo aseguran que su líder se enteró apenas un día antes. La llamó Jorge Macri, ministro de Gobierno porteño, para contarle de qué se trataba. Ella le dijo que no lo apoyaría. El que sí respaldó esta idea del larretismo es Mauricio Macri, partidario de reclutar gente nueva para la política porque es una manera de lograr apoyos dentro del electorado antisistema de Javier Milei, en crisis por sus declaraciones favorables a la venta de órganos y la libre portación de armas, coronadas por su admiración por Margaret Thatcher.
Bullrich saldrá a consolidar su predicamento en el electorado duro: este jueves viajará a Rosario para presentar su plan de lucha contra el narcotráfico, acompañada por Milman, Alberto Fohrig, Damián Arabia y Germán Paatz. Y luego, junto con Federico Angelini, diputado nacional y vicepresidente del PRO nacional, hoy más cercano a Macri, visitará el barrio Godoy, que el bullrichismo define como “un lugar vulnerable afectado por el narcotráfico”, donde hablará con víctimas del delito.
La máxima dirigencia del PRO terminará así esta semana caldeada por las intrigas y las diferencias internas. Y la semana próxima, los mismos que hoy se cuestionan en una batalla sin fin compartirán de nuevo un almuerzo convocado por Macri. Seguramente hablarán de la unidad, esa entelequia que ensalzan todos en el partido, pero que hacen detonar en cuanto pueden.
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