La interna del Frente de Todos se profundizó como nunca desde el discurso de Cristina Kirchner en Avellaneda, el lunes, y en la Casa Rosada consideran que la ruptura de la coalición, aunque virtual, es un hecho. Alberto Fernández se plantó ayer por primera vez frente a la Vicepresidenta y planea enfrentarla -o al candidato que designe- en 2023. Sin embargo, decidió que en lo sucesivo sostendrá su agenda de relaciones con los dirigentes de la provincia de Buenos Aires y del interior, aunque pertenezcan a la órbita kirchnerista. En medio del caos y las desavenencias internas, el jefe de Estado busca mantener, desde su rol, cierta normalidad. Y se esperanza con la posibilidad de conservar adhesiones, tanto para gobernar durante el resto de su mandato, como de cara a las próximas elecciones.
Cuando aún estaba humeante la encendida discusión del comienzo de la semana por los discursos en Avellaneda y en la Casa Rosada, el Presidente visitó, este mediodía, Ensenada, un municipio K. De buen ánimo, entre sonrisas, selfies y fotos, el primer mandatario conversó con el intendente local kirchnerista, Mario Secco, e incluso dio un breve -y lavado- discurso. Llamativamente, también estuvo su ministro de Vivienda, Jorge Ferraresi, miembro del Instituto Patria, que dos días antes había hecho de anfitrión del incendiario acto de Cristina Kirchner.
Dos colaboradores del círculo de Olivos aseguraron a Infobae que, en las charlas íntimas, el intendente y el ministro nunca se refirieron al elefante en el cuarto, es decir, al fuerte malestar que transmitió la ex presidenta anteayer que fue seguido por la respuesta del Presidente. En cambio -dijeron- se limitaron a discutir la actividad del día, que según informaron en el Ejecutivo, estaba prevista desde hace varias semanas y se había postergado por el viaje de Alberto Fernández a la Cumbre de las Américas. “No mencionaron a Cristina. Tuvieron charlas más superadoras, por ejemplo, hablaron de lo mal que jugó Argentinos Juniors contra Newells”, dijo un vocero del Gobierno para bajar el drama al asunto.
La última vez que el primer mandatario visitó Ensenada fue, justamente, con Cristina Kirchner y la primera plana de la dirigencia bonaerense K para anunciar juntos que se retomaría la construcción de obras frenadas durante la gestión de María Eugenia Vidal en la gobernación y de Mauricio Macri en la Presidencia. Restaba entregar las viviendas a los vecinos y se había programado para hoy una visita para hacerlo.
A pesar del virulento discurso del lunes, donde Cristina Kirchner fustigó contra los principales funcionarios del área económica del Gobierno, Alberto Fernández no consideró suspender la visita. Su plan, más allá de que planea enfrentarla en una PASO el año que viene y de que las relaciones con La Cámpora están prácticamente quebradas, es mantener las formas y los vínculos con intendentes y gobernadores, incluso cuando estén alineados con la vicepresidenta.
“Alberto es el Presidente. No va a dejar de ir a inaugurar una obra porque un referente o funcionario sea kirchnerista. No es un guiño ni un intento de conciliación. El acto estaba previsto y se mantuvo en pie porque nos habíamos comprometido. Es lo que corresponde”, dijo un colaborador del jefe de Estado. Y añadió que hubo “muy buena onda” de parte de Secco. “Lo que plantea Cristina es muy distinto de lo que le dicen a Alberto los suyos”, deslizó hoy un alto funcionario con despacho en Casa Rosada que suele conversar con referentes del “otro lado” y percibe que la animosidad no es tal como expresa la vicepresidenta.
Sí le pidió, especialmente, a Victoria Tolosa Paz, diputada nacional y una de las referentes bonaerenses más cercanas, y a Daniel “Chucky” Menéndez, de Barrios de Pie, que lo acompañaran. “Iba a estar en un distrito internamente adverso, como mínimo tenía que ir con algunos propios”, dijo un dirigente albertista, que subrayó la presencia del dirigente social. “Fue otra muestra de su apoyo”, dijo. Y reveló que, hasta último momento, hubo dudas sobre la presencia de Ferraresi, titular del área que llevó a cabo la obra e histórico dirigente kirchnerista.
En los últimos meses Ferraresi venía refugiándose bajo el ala de Alberto Fernández. Pero recientemente empezó a mostrar, nuevamente, señales de afinidad con Cristina Kirchner. De hecho, el lunes hizo de anfitrión del acto donde la Vicepresidenta fustigó contra Alberto Fernández, lo cual causó poca simpatía en la Casa Rosada. En su entorno aseguran que busca mantenerse en una posición de “equilibrio” y de “puente” entre las cabezas del Ejecutivo, y enfatizaron en que le avisó con antelación al primer mandatario que organizaría el acto en Avellaneda. Su intención, dijeron, es mantener saludable la relación con el jefe de Estado, razón por la cualse sumó hoy al acto en Ensenada y viajó en el helicóptero oficial con el Presidente.
El acto, llamativamente, no se transmitió por streaming. En la Casa Rosada dijeron que se realizó con bajo perfil porque el Presidente llegó tarde, lo cual restó tiempo para un despliegue más amplio. Pero admitieron que, en realidad, Alberto Fernández “no tenía mucho más para decir”, después de su discurso de ayer en el Museo del Bicentenario, donde le respondió con firmeza a la vicepresidenta y defendió al Movimiento Evita de Emilio Pérsico.
Mientras Alberto Fernández visitaba Ensenada y conversaba con vecinos junto a referentes kirchneristas, la ex mandataria ratificaba sus cuestionamientos al Gobierno. Entre la mañana y la tarde publicó dos tuits en su cuenta oficial, cuyos contenidos fueron una revalidación de las ideas que había volcado frente a la militancia y sus dirigentes 48 horas antes.
El primero fue un link a un artículo de El Diario.Ar, titulado “La empresa a la que CFK ‘obligó' a exportar pescado para equilibrar importaciones anunció su primer envío de trucha a Japón”, que acompañó con una reflexión: “Ilustrativa nota sobre los resultados del “uso de la lapicera”: se generan dólares que demanda la economía y trabajo genuino que necesita el pueblo. O sea… gobernar, que de eso se trata”, dijo.
El segundo consistió en una foto en su despacho en el Senado con el intendente de Pehuajó, Pablo Zurro, sobre un programa “para transformar planes sociales en trabajo”. “Me contó que también se la envió al Ministro de Desarrollo Social de la Nación”, deslizó, sugerente, en alusión, aunque sin nombrarlo, a Juan Zabaleta, uno de los funcionarios más afines a Alberto Fernández.
El contenido de ambos mensajes fue una revalidación de su postura, a pesar de la fuerte reacción de los movimientos sociales, que ayer lanzaron un duro comunicado como contraataque a las críticas; y de la fuerte réplica del propio Presidente, que, aunque sin nombre y apellido, la calificó como “pícara”.
Hoy en la Casa Rosada seguían considerando el mensaje de la titular del Senado como “un grave error”. “Le retiró a los movimientos sociales el apoyo que le había dado el propio Néstor Kirchner. Aunque sean, más allá de su enojo puntual, parte de su base electoral. Se equivocó terriblemente”, dijo esta tarde, aún indignado, un alto funcionario que responde a Alberto Fernández.
Más allá del enojo, ese “error” satisfizo a varios de los moderados en Gobierno. Consideraban que el dato más importante de la jornada de ayer, a pesar de la respuesta inédita de Alberto Fernández, fue el rechazo que provocó Cristina Kirchner en el Frente Patria Grande y, en particular, en el dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos, Juan Grabois, que desde que resistieron el pacto con el FMI se encontraban en sintonía con el kirchnerismo. Aún tienen expectativas de sumar apoyos para el decaído Alberto Fernández en la próxima elección, y creen que la batalla interna, más allá de la delicada situación económica y de la pésima imagen de la gestión, no está perdida.
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