Luego de que Estados Unidos e Israel manifestaran, respectivamente, su “interés” y su “particular preocupación” por el aterrizaje en la Argentina del avión venezolano con tripulantes iraníes que se encuentra inmovilizado en Ezeiza, el Gobierno sigue minimizando el caso -sobre el que se inició una causa en la Justicia Federal-, y asegura que recibió con satisfacción los comunicados de las embajadas de ambos países porque reconocieron el accionar de las fuerzas de seguridad.
Esta mañana, antes de que EEUU e Israel sentaran postura, la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, había relativizado las denuncias sobre los vínculos entre la aeronave detenida, que transportaba ciudadanos venezolanos e iraníes, sobre la que se inició una causa judicial a instancias de la DAIA y de la oposición de Juntos por el Cambio. En su habitual conferencia de prensa en la Casa Rosada, la representante de Alberto Fernández, directamente, lo consideró una “novela periodística”. Sus declaraciones fueron en misma línea de anteriores expresiones del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que descartó el miércoles que uno de los 19 tripulantes del avión de carga venezolano retenido en Buenos Aires pertenezca a las fuerzas Al Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, al asegurar que sólo hay una coincidencia de nombres.
Pocas horas después de la conferencia de Cerruti, la Embajada de Israel en Buenos Aires emitió un comunicado a partir, justamente, de la polémica generada por la detención del avión, que pertenece a una aerolínea venezolana sobre la que pesa una alerta del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. “Estamos particularmente preocupados por la actividad de las compañías aéreas iraníes Mahan Air y Qeshm Fars Air en América Latina, empresas que se dedican al tráfico de armamento y al traslado de personas y equipos que operan para la Fuerza Quds, las cuales están sancionadas por Estados Unidos por estar involucradas en actividades terroristas”, reza el texto de la delegación diplomática, donde se resalta, también, que el Boeing 747 trasladaba a “un grupo de funcionarios iraníes, entre los que se encontraba un alto ejecutivo de la empresa aérea persa Qeshm Fars Air”.
Minutos después se sumó Estados Unidos, en la voz del embajador Marc Stanley, quien dijo que la administración de Joseph Biden sigue “con gran interés las investigaciones judiciales y policiales” y agradeció los “esfuerzos investigativos de las autoridades argentinas para esclarecer la situación”.
Por la tarde, luego de que trascendieran los comunicados de Estados Unidos y de Israel, en la Casa Rosada mantuvieron la postura inicial. Interpretaron que la inquietud manifestada por la sede diplomática israelí se refería “a un tema global” y a “una postura pública de ellos ya conocida sobre Venezuela e Irán”, y no al avión de Emrasur, filial del Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos (Conviasa). En cambio, prefirieron resaltar el tramo de la misiva que califica como “rápido, efectivo y firme” el accionar para “identificar en tiempo real la amenaza potencial”. De hecho, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, abocado al tema desde el primer día, reprodujo el párrafo del documento con elogios hacia su cartera. “Pensamos lo mismo que venimos diciendo. Que se hizo todo bien”, dijo un alto funcionario en Balcarce 50.
Más allá de los intentos de bajar el tono al tema públicamente, según pudo reconstruir Infobae, el tema del avión ocupa un lugar de importancia en la agenda del Gobierno, sobre todo por las implicancias internacionales. El Presidente sigue de cerca los avances de la investigación que le provee Aníbal Fernández y las repercusiones que releva su canciller, Santiago Cafiero. Si bien en Balcarce 50 hay malestar por el despliegue que le dan los medios de comunicación a la causa, sopesan, a diario, qué postura les conviene adoptar frente a los ataques de la oposición, que lo acusa de inoperancia y, peor, connivencia con el Estado de Irán. Pero, por ahora, eligen restarle relevancia en público.
El kirchnerismo, en tanto, mantiene reserva absoluta sobre el tema, incluso después de la manifiesta inquietud de los gobiernos estadounidense e israelí. “No vamos a decir nada, es una operación gigantesca, armada”, dijeron cerca de Cristina Kirchner. En La Cámpora no sólo relativizan, sino que creen que es directamente “mentira” que haya un vínculo entre el avión y el terrorismo, y consideran, además, que la Casa Rosada debería ser más enfática en el rechazo a las acusaciones. Otro reproche al ala moderada en la serie que vienen evidenciando por el plan económico de Martín Guzmán y por la política exterior, que está a cargo de uno de los funcionarios menos valorados por Cristina Kirchner, Santiago Cafiero, que también resulta ser mano derecha de Alberto Fernández.
SEGUIR LEYENDO: