En el Gobierno dudan de la efectividad de los guiños de Alberto Fernández a Cristina Kirchner para acercar posiciones

Nadie duda de que las expresiones de apoyo a la postura de la Vicepresidenta, de parte del Presidente y de Guzmán, hayan sido un intento de calmar las aguas, al igual que el impulso a la ley de renta inesperada. Pero diagnostican que los gestos son inútiles

Cristina Kirchner y Alberto Fernández la última vez que se mostraron juntos (Franco Fafasuli)

Algunos dirigentes del ala moderada del Gobierno -aunque para sus adentros- le agradecieron al presidente de La Anónima, Federico Braun, el polémico comentario que deslizó en el foro anual de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) sobre el manejo de la inflación en el mundo empresario. Al tocar de manera irónica la fibra que más preocupa al electorado y, por extensión, oficialismo, el supermercadista le permitió al círculo del Presidente retomar, por unos días, la vieja táctica de buscar un enemigo en común para aglutinar a los propios. Sin embargo, hasta los más fieles al Presidente descreen de que esa movida vaya a tener efecto, y el discurso que dio Máximo Kirchner hoy pidiendo que se trabaje en crear “realidades” en lugar de “crear expectativa” le dio la razón a quienes se mostraban escépticos sobre la efectividad de los gestos políticos en un contexto persistente de interna.

Las declaraciones del empresario, el martes en la sala de convenciones hotel Sheraton, donde AEA festejó sus 20 años -”Remarco precios todos los días”, dijo- signaron la agenda del oficialismo para toda la semana. Así lo dispuso Cristina Kirchner, simplemente, a través de un tuit. Esa misma tarde, Alberto Fernández acompañó sus palabras casi al pie de la letra, aunque sin referirse a la vicepresidenta: “Muchas veces he hablado de inflación autoconstruida, que no es otra cosa que remarcación de precios. Y si querían ver la remarcación de precios, esta mañana la vieron en AEA. No me parece responsable que se le pregunte a un empresario de esa magnitud cuál es la solución para la inflación y que su respuesta sea remarcar precios. Me parece una irresponsabilidad”, enfatizó el primer mandatario antes de partir rumbo a Estados Unidos.

En los días que siguieron, mientras las actividades en la Casa Rosada y dependencias afines se planchaban -aún más que de costumbre- por la ausencia del Presidente, otro alto funcionario se encargó de respaldar la cruzada de Cristina Kirchner. No casualmente, fue el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, que tomó el mismo camino que Alberto Fernández, a pesar de que todos los cañones del kirchnerismo apuntan en su contra. Ese tipo de expresiones, dijo, “no deberían dar risa, sino vergüenza”, en alusión al murmullo que se instaló en el foro de AEA después del comentario de Braun. Dos días antes, el titular de Hacienda había enviado el proyecto de ley de renta inesperada que Alberto Fernández y Guzmán habían anunciado hace meses, otro guiño al ala dura.

Máximo Kirchner en Hurlingham, este mediodía, junto a la primera plana de La Cámpora local

Altas fuentes del Gobierno admitieron que ambas declaraciones, al igual que el proyecto de ley, fueron cuidadosamente talladas con el objetivo de traer cierta paz en la interna. “Pero claro. Es la estrategia más vieja del mundo”, confirmó un ministro cuando caía la tarde del jueves en el microcentro porteño, y al mismo tiempo, se mostró pesimista sobre el efecto que puedan llegar a tener estos gestos, a los que Alberto Fernández acudió múltiples veces para contener a la vicepresidenta. “Antes, cuando había más aire, sí podía servir de algo un discurso, una medida. Ahora, para que haya paz, sólo serviría frenar la inflación y mostrar resultados en los bolsillos en los próximos meses”, dijo, algo cabizbajo, el alfil presidencial. “Por cómo están las cosas, no va a servir para nada. Es puro humo”, coincidió un ministro de extrema confianza del Presidente.

El propio Máximo Kirchner les dio la razón a los desconfiados, este mediodía, cuando volvió a cuestionar la situación económica y, mientras el Gobierno se prepara para un nuevo relanzamiento, dijo: “No hay que generar expectativas, hay que generar realidades”. No casualmente, lo dijo desde un municipio atravesado por el conflicto desde que asumió la intendencia Damián Selci, el enemigo número uno de Juan Zabaleta, que tomó licencia para sumarse al Gabinete de Alberto Fernández como Ministro de Desarrollo Social y que hoy ve perjudicada su continuidad en el territorio.

Algunos dirigentes del “albertismo”, sin embargo, buscaron relativizar el cálculo político. Un alto funcionario que suele aconsejar al Presidente aseguró que Alberto Fernández “realmente cree lo que dijo Cristina” y recordó otros momentos en que disparó contra el empresariado. Por ejemplo, cuando los llamó “miserables”. “El hecho de que las miradas coincidan no significa que sea una manera de acercarse”, consideró. Pero también se mostró desconfiado sobre un renacer en el vínculo.

Cerca del primer mandatario no creen que la disminución del tenor de las críticas -el discurso de Máximo Kirchner fue mucho menos belicoso en comparación con sus anteriores locuciones, por ejemplo, en Lanus hace un mes-, e incluso la reserva -el principal espadachín del camporismo, Andrés “Cuervo” Larroque se llamó al silencio - sean señales de que hay una tregua. “No cambió absolutamente nada. Se callaron porque vieron que tanta crítica estaba haciendo trastabillar a Alberto”, interpretó un experimentado dirigente que dice trabajar para la reelección el primer mandatario, pero que últimamente tiene dudas de que la postulación vaya a concretarse. No es el único. Hoy, lo que más preocupa a la dirigencia moderada del Frente de Todos es que Alberto Fernández termine su mandato.

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