Alberto Fernández llegó a Buenos Aires tras participar en la cumbre de las Américas organizada por Estados Unidos. El Presidente reclamó en el foro regional por las exclusiones de Cuba, Nicaragua y Venezuela y planteó una hoja de ruta para mitigar las consecuencias económicas y sociales de la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania.
El jueves a la noche, Alberto Fernández y Fabiola Yañez llegaron a la esplendorosa Villa Getty en Malibú. Caminó a las mesas asignadas por el protocolo de la Casa Blanca, el jefe de Estado se encontró con Juan González, consejero de Seguridad de Biden para América Latina.
-Juan, ustedes me deberían agradecer-, comentó Alberto Fernández, tras los saludos de rigor.
-¿Por qué?-replicó González con una sonrisa atenta.
-Hice campaña a favor de Biden, cuestionando a Trump. Por eso…
-Ok. Gracias-, cerró el asesor de Biden sin perder la sonrisa.
La posición presidencial sobre Trump ayuda a lograr cierta empatía en el Salón Oval, pero Biden y sus consejeros de seguridad también pretenden que Alberto Fernández contenga a los dictadores Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega y cancele las conversaciones sobre centrales nucleares y tecnología 5G con Xi Jinping, líder de China y su Partido Comunista.
El jefe de Estado podría satisfacer las demandas geopolíticas de Washington respecto a Beijing: sólo debería usar la táctica de la dilación, como aplica China cada vez que se le exige que respete los derechos humanos y permita el acceso a la información de Occidente.
Con el flanco chino aún abierto, Alberto Fernández tendrá una difícil faena con Cuba, Nicaragua y Venezuela. Enfrentará una encrucijada realista cuando debate con Biden en la Casa Blanca el concepto de contención para las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
El presidente de los Estados Unidos asume que es complicado revertir esos regímenes autoritarios, pero apuesta a diseñar una hoja de ruta que permita la transición a una democracia frágil. En esta hipótesis regional ingresa Alberto Fernández y su papel en la CELAC, que reconocen Maduro, Ortega y Díaz-Canel como foro regional.
El debut no fue auspicioso. El dictador de Venezuela, visitando a Irán –acusado de volar la Embajada de Israel y la AMIA-, puso a Alberto Fernández como un héroe de Sierra Maestra que castigó en las nalgas al Tío Sam con su discurso en Los Ángeles.
El jefe de Estado argentino puede ofrecer una forma de contención vinculada a mejorar los derechos humanos y a aplacar las declaraciones públicas que afectan a la agenda doméstica de Biden y sus posibilidades de reelección.
El primer objetivo sería Venezuela, que aceptó un proceso de transición democrática que se negocia en Ciudad de México. Es un camino arduo: Maduro y Biden –por igual- tiene fuerzas internas que complican las conversaciones y dificultan los avances.
En este contexto, Alberto Fernández podría ayudar con silenciosas gestiones diplomáticas que recorrerían el eje integrado Buenos Aires, Caracas, México y Washington. No es un hecho casual la designación como embajador en Venezuela de, ex cuadro del partido Comunista de la Argentina.
La Casa Blanca pedirá poco respecto a Cuba y Nicaragua. Y el Presidente tiene poco espacio para actuar allí: La Habana tiene una diplomacia consolidada que hace lo mismo desde 1959, y Managua está manejada por un dictador encerrado en su propio laberinto.
De hecho, si se lee con atención el discurso de Alberto Fernández en la Cumbre, no hay un sola mención a Nicaragua. “Es una batalla perdida. No hay manera de pedir por Ortega si continúa encarcelando a dirigentes opositores”, explicó uno de los miembros de la comitiva que viajó a Los Ángeles.
Antes de esa sesión final de la Cumbre, el presidente de los Estados Unidos invitó a todos sus colegas a un almuerzo distendido que tuvo un detalle protocolar. El líder regional debía concurrir con un solo miembro de la delegación oficial. 1 más 1, en la jerga de la diplomacia.
Alberto Fernández llegó con Sergio Massa, el titular de la Cámara de Diputados.
El chit-chat de Palacio asegura que el Presidente incluyó a Massa en su comitiva oficial para compensar la designación de Daniel Scioli como ministro de la Producción. Scioli y Massa tienen origen italiano y conocen las formalidades de Florencia y Venecia: siempre sonríen para la foto cuando posan para los medios. Y nada más.
Pero en las 72 horas que Massa estuvo al lado del Presidente quedó probado que el titular de Diputados no llegó a Los Ángeles como un premio consuelo concedido por el jefe de Estado.
Massa fue al almuerzo con Biden por decisión política de Alberto Fernández. Y no es poco estar detrás del presidente y escuchar qué piensa el líder demócrata sobre la región, el mundo y los Estados Unidos. Todo acompañado por un menú de tres pasos que incluyó burrata, pollo y postre de chocolate.
La inflación y el precio del dólar dirimirá si Massa maceró en Los Ángeles su desembarco en el Gobierno o sus posibilidades de ser candidato a presidente en 2023.
Martín Guzmán tiene el respaldo absoluto de Alberto Fernández, pero cualquier hecho político puede terminar con un ministro del Gabinete. Matías Kulfas puede dar fe de este axioma.
Massa cuestiona a Guzmán como ministro, y tiene sus discusiones técnicas y políticas con Alberto Fernández. Cristina Fernández de Kirchner coincide con Massa, y La Cámpora espera su oportunidad para iniciar la carga definitiva contra el titular del Palacio de Hacienda.
El Presidente empoderó a Massa en Los Ángeles. Ahora falta saber para qué lo quiere, qué desea el diputado nacional y cuándo.
Tres acertijos que serán resueltos por Alberto Fernández, Massa, la inflación y el dólar.
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