(Enviado especial). Alberto Fernández considera que su viaje a la Cumbre de las Americas sirvió para profundizar sus relaciones políticas y personales con Joseph Biden y fortalecer su papel como nexo diplomático entre las necesidades de la región y los intereses permanentes de los Estados Unidos.
“Yo me presenté como un puente. Y creo que Biden lo entendió. Eso es lo más importante”, explicó el Presidente a Infobae.
La predisposición de Alberto Fernández para acercar el Sur al Norte tiene sus complicaciones geopolíticas. Los jefes de Estado de América Latina tienen distintas concepciones ideológicas y esa pluralidad de opiniones conspira contra las mejores intenciones del Presidente.
No se trata de plantear un pensamiento único para América Latina, pero ciertas voces y discursos afectan directamente la relación con Estados Unidos, que es el otro lado del puente que Alberto Fernández desea construir.
“Alberto Fernández ha hecho un discurso firme, claro, valiente y puso todo en su lugar”, aseguró Nicolás Maduro respecto al discurso del presidente pronunciado el jueves en la Cumbre de las Américas. Maduro hizo estas declaraciones de visita oficial en Irán, un estado fundamentalista acusado de participar en los ataques terroristas a la Embajada de Israel y a la AMIA.
El dictador venezolano, que fue excluido junto a Daniel Ortega (Nicaragua) y Miguel Díaz -Canel (Cuba) de la Cumbre de las Américas, añadió que “después de protestar y rechazar la exclusión”, le “puso la guinda a la torta” y “lo invitó (a Biden) para que participe sin exclusión” de la futura Cumbre de la CELAC.
En Washington conocen el pensamiento totalitario de Maduro y sus relaciones de poder con Irán. Sin embargo, la Casa Blanca consideraba que los cuestionamientos a la diplomacia de los Estados Unidos quedarían encapsulados en los límites establecidos por Alberto Fernández en su primer discurso en la Cumbre de las Américas.
Y por eso Biden comentó al presidente argentino que esperaba su invitación para participar en las deliberaciones de la CELAC que se harán en Buenos Aires hacia fin de año. Ese gesto diplomático del líder demócrata ya es revisado en el Consejo de Seguridad y en el Departamento de Estado.
Es poco probable -ahora- que el Presidente de los Estados Unidos acepte participar de un debate frente a los dictadores Maduro, Díaz Canel y Ortega, que aguardan su momento para causar un escándalo internacional. Biden no se lo perdonaría después de tantos años en el poder, y Alberto Fernández pagaría un costo personal por una factura ideológica que está muy lejos de su pensamiento político.
Esta ecuación pragmática también fue analizada en la delegación oficial que llegó a Los Ángeles. “Maduro es incontrolable, y no nos hizo un favor con esa declaración desde Irán. Y no queremos ni pensar si a Maduro le sumamos a Ortega y Díaz-Canel. Obviamente estamos preocupados, si nosotros queremos que Biden venga a la Cumbre de la CELAC”, reveló un integrante de la comitiva a Infobae.
En medio de la incertidumbre, el Presidente consolida su agenda regional que se vincula a establecer un sistema de coordinación en la producción y distribución de proteínas y energía. Alberto Fernández plantea que frente a las consecuencias económicas y sociales causadas por la guerra de Rusia contra Ucrania, se diseñó un nuevo tablero internacional que puede cambiar las relaciones asimétricas entre el Sur y el Norte.
“Que la tragedia humanitaria que vivimos no nos ciegue. Estoy convencido de que estamos frente a la oportunidad de plantearnos el desarrollo de una verdadera Asociación Estratégica Común. Les propongo dos grandes objetivos: organicemos continentalmente la producción de alimentos y proteínas y desarrollemos nuestro enorme potencial energético y de minerales críticos para la transición ecológica”, señaló el presidente en la Cumbre de las Américas.
Asociación Estratégica Común. Ese el proyecto personal que Alberto Fernández llevará a la cumbre del G7 en Alemania. Su intención es aprovechar ese foro global para proponer -desde América Latina- un paliativo a la crisis económica y social causada por guerra ilegal de Rusia contra Ucrania.
La iniciativa presidencial -que hará desde la CELAC- tiene una falencia estructural difícil de revertir. Los potencias del G7 -Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, por ejemplo- no comparten la perspectiva ideológica de Maduro y sus socios populistas, y eso es una complicación casi indisolubles para Alberto Fernández y sus proyectos para América Latina.
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