(Enviado especial). “Espero ansioso su invitación”, le dijo Joseph Biden a Alberto Fernández cuando concluyó su discurso ante la Cumbre de las Américas. Esa respuesta del presidente de los Estados Unidos es un hecho inédito en la agenda diplomática de Washington. Si finalmente sucede, Biden compartiría un cónclave regional con Nicolas Maduro, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, los tres líderes autoritarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua que la Casa Blanca se negó a invitar a Los Ángeles.
“Presidente Biden. Estoy aquí tratando de construir puentes y derribar muros. Como presidente de la CELAC quiero invitarlo a participar de nuestra próxima reunión plenaria”, señaló Alberto Fernández al concluir su discurso.
Fue un movimiento diplomático sorpresivo que podía haber pasado como una cortesía de un jefe de Estado a otro. Biden sabe lo qué sucedió en la última Cumbre de las Americas que organizó Argentina cuando Néstor Kirchner era presidente y George Bush (h) su colega de Estados Unidos. Y también asume los riesgos de repetir una historia política que marcó la relación entre Buenos Aires y Washington.
Sin embargo, el líder demócrata aceptó el desafío, que implica un infinito riesgo político.
“El presidente se acercó a Biden para saludarlo, y hablaron”, reveló la portavoz Gabriela Cerruti a Infobae.
-¿Qué se dijeron?
-Biden le dijo ‘espero ansioso su invitación’, y el Presidente le contestó ‘se la voy a enviar´.
Nicolás Maduro planteó en público que Alberto Fernández debía invitar a Biden a la Cumbre de la CELAC. Pero fue en una reunión a solas entre el Presidente junto a la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, y el diputado nacional Eduardo Valdés, donde la invitación a la CELAC quedó como cierre del discurso.
Hasta ese momento, el discurso terminaba con Alberto Fernández instando a profundizar el multilateralismo en América Latina.
El Presidente deberá ejecutar un minucioso trabajo diplomático para coronar la llegada de Biden a Buenos Aires. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) está integrada por Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres regímenes autoritarios que tienen pésima relación con la Casa Blanca.
Y el Presidente de los Estados Unidos no se moverá de Norte a Sur para convertirse en el blanco móvil de Díaz -Canel. Ortega y Maduro. Alberto Fernández no tiene intenciones de repetir la experiencia de Néstor Kirchner en Mar del Plata, y eso significa poner en marcha una compleja hoja de ruta con escaso tiempo por delante.
La Cumbre de la CELAC está prevista para primera quincena de diciembre, y Biden llegaría a Buenos Aires con una derrota política en los comicios de medio término. Hay pocos asesores en la Casa Blanca que se atrevan a pronosticar que la administración demócrata vencerá en las elecciones del 8 de noviembre de 2022.
Los desafíos que enfrentará Biden si llega a la Argentina son simétricos con la responsabilidad institucional del Presidente. Alberto Fernández deberá garantizar a Washington que no habrá contra cumbre, que Maduro, Ortega y Díaz-Canel no transformaran a la CELAC en un circo político de nueve pistas y que el comunicado final evitará una monserga discursiva con olor a Guerra Fría.
Biden en la CELAC de Buenos Aires puede ser un punto de inflexión en el gobierno peronista. Alberto Fernández obtendría un éxito diplomático que no sucedió en esta Cumbre -la presencia de todos los mandatarios de la región- y la posibilidad de articular una agenda inclusiva para América Latina consensuada con Estados Unidos.
El presidente tiene seis meses para concretar un sueño geopolítico que ya recibió una señal afirmativa de Biden. Ahora tendrá la difícil tarea de ordenar el discurso y las pretensiones políticas de Maduro, Ortega y Díaz Canel. Un ejercicio de diplomacia continental que se parece a una quimera.