Anoche la Cámara de Diputados le dio media sanción al proyecto que impulsa la implementación de la Boleta Única de Papel y la oposición unificada logró dar un paso adelante con la iniciativa que modificaría el sistema electoral vigente, donde cada frente político presenta una boleta de papel en el cuarto oscuro.
Para el Gobierno el debate por la boleta única es una bandera política de la oposición, que pudo alinear posturas entre los distintos bloques parlamentarios, que logró ganar la agenda pública. Una movida estratégica que no tiene sustento en fallas graves del sistema actual.
En la Casa Rosada consideran que el debate que se está llevando adelante se está dando sobre un sistema electoral que no está en crisis y que no padece problemas de gravedad. Un sistema que puede tener fallas, pero que no ha generado denuncias de corrupción o fraude.
Y, sobre todo, un sistema con el que en los últimos veinte años han ganado elecciones los dos frentes políticos más importantes del país, alternativamente, y donde los frentes más pequeños no han realizado denuncias de fraude que hayan alterado o modificado los comicios.
“¿Cuál es el problema que hay que solucionar? ¿Cuál es el impacto positivo de la boleta única? En Argentina hay una participación promedio del 75% del padrón electoral. Si hubiese problemas graves, no sería tan alto”, indicaron en el Ministerio del Interior.
Según revelaron en Balcarce 50, la primera vez que la boleta única se utilizó en Córdoba el voto en blanco pasó del 7 al 11%, mientras que la inauguración de ese sistema en Santa Fe generó que el voto nulo suba de 0,9 a 8,1%. Ese estilo de voto aumentó por el desconocimiento de cómo elegir con un sistema nuevo.
En ese sentido, en el oficialismo consideran que la iniciativa que aprobó la Cámara baja solo complicaría la elección del 2023, en la que es posible que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio tengan una PASO. “La implementación a las apuradas no tiene demasiado sentido cuando el sistema actual está funcionando bien”, indicaron en el gobierno nacional.
Además, entienden que el robo de boletas, que siempre se suele denunciar en las elecciones, no está contabilizado ni hay claridad sobre cuál es el impacto real que tiene en una elección donde hay miles de mesas distribuidas en todo el país.
“Los problemas que existen no mueven el amperímetro. El sistema electoral representa al soberano”, señalaron en la cartera que conduce Eduardo “Wado” de Pedro, donde también consideran que los partidos chicos no se han quejado por el sistema actual en las últimas elecciones.
Un punto central de la oposición en su defensa a la boleta única es que es más económica. En Interior aseguran que es a la inversa. Que la implementación del nuevo sistema saldrá más caro.
El Gobierno mantiene una posición contraria a la implementación de la Boleta Única de Papel. Y en ese punto, a diferencia de otros tantos de la gestión, hay coincidencias entre la Casa Rosada y el kirchnerismo. Ninguno respalda el proyecto.
Para Alberto Fernández el sistema electoral argentino funciona bien y nunca hubo cuestionamientos de fraude. Entonces, no entiende cuál es el motivo concreto para cambiarlo. Sobre todo teniendo en cuenta que en las dos últimas elecciones se mejoró en el tiempo de escrutinio. En los últimos comicios más del 70% de las mesas estaban escrutadas cuarto horas después de que se cerraron los comicios.
“Equipo que gana, no se toca”, suele decir el Presidente con un ejemplo bien futbolero. Es decir, si no hubo problemas graves con el sistema electoral vigente, como si los hubo en países como Bolivia, Perú o Colombia, para qué modificarlo. Esa postura es la que tiene la mayor parte del peronismo, pero no la totalidad.
Es que además del peronismo cordobés, que está a favor de la boleta única, hay un puñado de senadores peronistas, que forman parte del Frente de Todos, que están de acuerdo con la necesidad de modificar el sistema electoral y pasar a la boleta única de papel.
Pero hay un tema central que no puede pasar inadvertido. Algunos de ellos se inclinan por el sistema que tiene Santa Fe, donde hay una boleta para cada categoría, y no el de Córdoba, que tiene en una sola boleta todas las categorías. Esa diferencia es clave en la discusión que se avecina en la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.
La mirada se centra en cinco senadores. El rionegrino Alberto Weretilneck, el entrerriano Edgardo Kueider, el jujeño Guillermo Snopek, el correntino Carlos Espínola y la cordobesa Alejandra Vigo.
Los tres primeros se inclinan por la opción de la boleta única que se utiliza en Santa Fe, el ex deportista olímpico está dispuesto a acompañar cualquiera de las dos porque considera que debe haber una modernización del sistema electoral, mientras que la senadora de Córdoba apoya la opción que se usa en su provincia.
Kueider, Snopek y Espínola son parte de la coalición oficialista. El ex gobernador de Río Negro suele oficiar de árbitro en algunas negociaciones parlamentarias y la legisladora cordobesa es parte del peronismo opositor al Gobierno.
Juntos por el Cambio, principal impulsor del proyecto, suma 33 votos. Necesita cuatro más para poder aprobar la ley en el Senado. El primer objetivo es avanzar con el proyecto que recibió media sanción, pero nadie descarta que puedan discutirse cambios en el tratamiento en comisión para lograr un consenso mayor y concretar la modificación del sistema electoral.
Al final del camino Alberto Fernández podrá definir si veta o no la ley. Aún no tiene una posición tomada.
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