Mientras la mayoría de los gobiernos democráticos occidentales y cientos de organizaciones de derechos humanos acusan al régimen chino de Xi Jinping de haber detenido en campos de concentración a más de un millón de uigures y miembros de otras minorías musulmanas, el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, aseguró que en la provincia de Xinjiang hay “armonía, desarrollo y prosperidad”.
Durante un reportaje al canal CGTN Español, operado por la cadena estatal de televisión de China, el diplomático consideró que las leyes, reglamentos y prácticas de los más de 300 centros de detención que existen en esa región se ajustan plenamente a los principios y las normas del Derecho Internacional.
Según datos aportados por una investigación internacional, las prisiones del régimen tienen espacio suficiente para detener a más de un millón de personas al mismo tiempo. Sin embargo, Vaca Narvaja afirmó en su declaraciones que en esa región conviven armónicamente muchas étnicas. “Yo me he encontrado en las distintas regiones con una convivencia muy armónica de las etnias y por supuesto en Xinjiang con la etnia uigur –mayoritaria– que también se ha desarrollado y generado una prosperidad sin precedentes”.
Para Vaca Narvaja (hijo de Fernando, fundador de la ex organización Montoneros), detrás del ciento de denuncias por violaciones a los derechos humanos se esconde una campaña mediática y directamente pidió no dejarse manipular por medios que tienen intereses políticos, y que a veces usan el tema de los derechos humanos en su beneficio. “Creo que se dicen muchas mentiras”, aseguró y recordó la frase de Juan Domingo Perón, “la única verdad es la realidad”, aunque el diplomático realmente se encuentra observando la realidad con un prisma que le distorsiona esa verdad.
Un análisis de 2018 del académico Adrian Zenz que se realizó a partir de una base de datos filtrada de números de detenidos para el 65% de los condados de Xinjiang indicaba un millón de detenidos. Chinese Human Rights Defenders, en tanto, publicó una estimación similar ese año, basada en entrevistas con exiliados uigures.
Sin embargo, las estimaciones respecto a las cifras reales de minorías detenidas por las autoridades chinas van más allá de ese balance. Para los investigadores, los funcionarios de la ONU, activistas humanitarios, incluso para los gobiernos democráticos occidentales, la campaña de detención de China en Xinjiang es la mayor dirigida contra una minoría religiosa desde los campos nazis de la Segunda Guerra Mundial”.
A medida que crecen las denuncias, el régimen de Xi Jinping niega la existencia de centros de concentración y sostiene que se trata de “centros de educación y formación profesional” diseñados para “erradicar los pensamientos extremistas”. Antes de la pandemia de COVID-19, un alto funcionario del gobierno local de Xinjiang indicó que los campos de concentración están destinados a “deshacerse del ambiente y el suelo que engendra el terrorismo y el extremismo religioso, y a detener las actividades terroristas violentas”.
La ola de detenciones a musulmanes comenzó en 2016. En ese entonces, escuelas y otros edificios públicos fueron convertidos en centros de detención improvisados. Pero rápidamente el esquema represivo evolucionó hasta convertirse en una sofisticada red de prisiones, que se extiende a través de casi toda la región de Xinjiang, que tiene aproximadamente el mismo tamaño que el estado norteamericano de Alaska.
La planificación de las prisiones se lleva a cabo con meticulosos detalles: desde el tamaño de las barras en las ventanas hasta el espaciamiento de las luces a lo largo del perímetro y la altura de las torres de vigilancia. Las celdas están diseñadas para albergar entre ocho y 16 personas, con un espacio de entre 5 y 7 metros cuadrados por cada una.
Gracias al centenar de reportes y denuncias, que ponen de manifiesto el esquema de represión y tortura contra las minorías étnicas y religiosas, cada vez son más los ex detenidos que se animan a contar en primera persona cómo son las condiciones de reclusión. Sin embargo, para Vaca Narvaja ese relato no existe. Incluso en su entrevista, el diplomático ha destacado que “China ha generado prosperidad”.
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