El desembarco de Daniel Scioli en el Gabinete -será el sucesor de Matías Kulfas en el Ministerio de Producción- fue repentino, pero no sorprendió a nadie en el Gobierno. Hace meses se rumoreaba que Alberto Fernández estaba decidido a tener a su “amigo” cerca -junto a Agustín Rossi, a quien nombró en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI)- para enfrentar el segundo tramo de un mandato complicadísimo por las internas con Cristina Kirchner, en el contexto de crisis económica, y con el FMI al acecho, pendiente de que se cumplan las metas del acuerdo por la deuda que firmó hace pocos meses.
El primer mandatario y el embajador en Brasil -asumió en 2019- tienen una relación estrecha desde la época en que Néstor Kirchner era presidente, Alberto Fernández jefe de Gabinete y Scioli vicepresidente. Como suelen contar quienes lo conocen, el ex motonauta fue uno de los pocos funcionarios que respaldó al ex jefe de Gabinete cuando se alejó del gobierno de Cristina Kirchner, en 2008. Y a pesar de que rompió, también, los lazos personales con el matrimonio presidencial para embarcarse en un camino de disidencia que se prolongaría durante más de 10 años.
Más allá de la historia en común, desde hace unos meses la relación se afianzó y la frecuencia de sus encuentros aumentó. Suelen verse cada vez que el embajador en Brasil regresa a la Argentina, casi siempre en Olivos. Los une, más que nunca, la experiencia común de lidiar con los vehementes cuestionamientos, en público y en privado, de Cristina Kirchner. Después de todo, Scioli logró superar sus dos mandatos al frente de la provincia de Buenos Aires a pesar de la evidente desconfianza de la entonces presidenta, quien al igual que hoy, la dejaba a la vista con gestos y mensajes entre sarcásticos y directos.
El jefe de Estado pensó cuidadosamente, durante la tarde del sábado, en el mejor reemplazo de Kulfas, a quien había eyectado de manera intempestiva temprano por la tarde -aunque algunos aseguran que planeaba el movimiento desde hace semanas-, luego de que la vicepresidenta cuestionara al ministro por divulgar información en su contra en relación a la licitación del gasoducto Néstor Kirchner.
Después de algunas horas, se decidió por Scioli, que recientemente lo había acompañado, no sólo en privado, en la serie de demostraciones de fuerza ante Cristina Kirchner; la más reciente, hace dos semanas, en el predio de la Uocra, donde se sentó en la segunda fila sobre el escenario. El viernes había estado presente en Tecnópolis, durante el encuentro por el centenario de YPF que el Presidente había montado para empezar a acercar posiciones en la interna, donde sin embargo la Vicepresidenta le hizo una serie de reproches ante los ojos de todos.
Pero había un escollo: el diplomático le había transmitido, en otras oportunidades, que estaba conforme con su rol, y que no tenía intenciones de desembarcar en el epicentro de un gobierno atravesado por las internas. Prefería, en cambio, continuar “aportando al desarrollo” desde Brasil, donde había logrado aceitar un vínculo aceptable con el presidente y líder de la derecha, Jair Bolsonaro; y, al mismo tiempo mantener la llegada con su principal contendiente, mucho más afín a las ideas del peronismo, Luiz Inácio Lula Da Silva.
El pedido para que se sume a la primera plana del Gobierno le llegó a Scioli por teléfono, tarde, pasadas las 20, de la voz de Alberto Fernández, que lo llamó desde Olivos. En principio hubo dudas sobre la efectivización. Inclusive después de las 21, cuando la portavoz, Gabriela Cerruti, hizo el anuncio oficial de que Scioli pasaría a formar parte del Gabinete, en la Casa Rosada deslizaban que aún no era seguro que aceptaría, y que habría que esperar “unas horas” hasta la confirmación definitiva. Minutos después lo dieron por hecho.
En Balcarce 50 enumeran una larga lista de razones por las cuales el primer mandatario se decidió por el ex motonauta. No sólo alegan que le tiene una confianza casi ciega, sino que valoran el hecho de que está acostumbrado a lidiar con Cristina Kirchner. Además, destacan que el futuro ministro tiene buena relación con la cartera de Producción, con la que trabajó en distintos temas vinculados a la agenda bilateral con Brasil durante sus dos años como embajador.
Más allá de la relación y de la valoración de sus atributos, Alberto Fernández se aseguró de que no hubiera riesgos de que Scioli sea vetado por Cristina Kirchner. Más allá del pasado espinoso, desde el Instituto Patria y La Cámpora dejaron saber que aprobaban su designación. Prueba de ello fue el reciente elogio que le regaló durante un acto, hace poco, Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior y el principal alfil de la vicepresidenta en la Casa Rosada, cuando dijo que el embajador “es un ejemplo”. “Qué lindo sería que se premiara a los embajadores por la cantidad de producción que logran asentar en los territorios donde cumplen funciones”, sostuvo.
Fuentes calificadas confiaron a Infobae el diálogo que mantuvieron Alberto Fernández y Scioli ayer por la noche. “Alberto lo llamó y le dijo: ‘Me gustaría que te sumes. En este momento necesito de vos. Daniel le respondió que estaba a su disposición para ayudar en lo que necesitara y que reconocía que este es un momento en el que hay que poner el hombro”, revelaron.
Aunque aceptó, el ex gobernador le pidió al primer mandatario unos días para terminar de acomodar cuestiones personales y diplomáticas en Brasil, por lo que la fecha del nombramiento oficial aún no fue determinada. Scioli aprovechará los días que Alberto Fernández permanezca en la Cumbre de las Américas, que se realiza en Los Ángeles, para terminar de cerrar su agenda en Brasil, y no asumirá formalmente hasta la semana del lunes 13. Probablemente visite a Alberto Fernández en Olivos, hoy, para terminar de delinear los objetivos políticos antes de su llegada (de lo contrario, volverán a hablar por teléfono). En principio, dejaron trascender, no se estaría pensando en realizar cambios en el organigrama del ministerio.
Un detalle al margen, aunque no menor: por ahora, Scioli niega tener intenciones de competir por la presidencia en 2023 y suele repetir que acompañará a Alberto Fernández en su carrera por la reelección. Pero son pocos los que dudan, tanto en el Gobierno como por fuera, de su ambición de desquitarse de los comicios contra Mauricio Macri en 2015, cuando compitió como delfín de Cristina Kirchner, y perdió.
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