En plena agitación por el anuncio del reencuentro de Cristina Kirchner y Alberto Fernández tras 93 días, el Presidente les presentó a 13 gobernadores y funcionarios enviados de 18 provincias el borrador de un proyecto de ley para ampliar la Corte Suprema, una iniciativa de dudosa constitucionalidad y escasa viabilidad política. Se trató más de una propuesta que se inscribe en la lógica de la interna del Frente de Todos que de una iniciativa con chances de ser convertida en ley.
En concreto y con el objetivo manifiesto de ser “más federal”, el borrador que compartió el Presidente con los caciques territoriales establece que cada provincia nombre un representante en el máximo tribunal al que se sumará otro por el Poder Ejecutivo Nacional, con paridad de género, claro. Alberto Fernández llegó a la reunión flanqueado por Vilma Ibarra y el cristinista Juan Martín Mena, viceministro de Justicia.
Es una iniciativa que parece contrariar, a la inversa, el principio general del Derecho “quien puede lo más, puede lo menos”. Sin haber logrado aprobar el pliego de Daniel Rafecas como jefe de los fiscales, ni consensuado una jurista de nota para cubrir la vacancia de Elena Highton o la conformación de un nuevo Consejo de la Magistratura, el gobierno parece mostrarse con el vigor suficiente para empujar una iniciativa que implica, en los hechos, descabezar el actual Poder Judicial.
“Es inconstitucional. Nunca se pensó en una Corte con representaciones provinciales. En la Constitución las provincias están representadas en el Senado, que son los que eligen, a su vez, a los jueces de la Corte. Es un disparate total. Acá lo único que está claro es que Cristina está buscando la impunidad. Esto no tiene destino. Aún cuando pudieran sacar esta ley con una Corte de esos números, para aprobar esos jueces se necesitarían dos tercios. Imposible”.
La definición -que es de Elisa Carrió- tiene el “defecto” del interés político -al ser una voz de la oposición- y la “virtud” de precisar la vinculación que en este proyecto tienen las dos dimensiones de la política: la arquitectónica, que construye instituciones; y la agonal, que se refiere a la pelea de facciones. Es que el anuncio de Alberto Fernández pareció más un gesto hacia la Vicepresidenta que el anuncio de una política de Estado.
Lo reafirma la ausencia de los mandatarios de Juntos por el Cambio Horacio Rodríguez Larreta (CABA), Rodolfo Suárez (Mendoza), Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes), pero más aún las de Juan Schiaretti (Córdoba) y Omar Perotti (Santa Fe), los dos peronistas con juego y vuelo político propios.
Según confirmó Infobae, sí estuvieron Axel Kicillof (Buenos Aires), Raúl Jalil (Catamarca), Jorge Capitanich (Chaco), Mariano Arcioni (Chubut), Gildo Insfrán (Formosa), Sergio Ziliotto (La Pampa), Ricardo Quintela (La Rioja), Omar Gutiérrez, (Neuquén), Arabela Carreras (Río Negro), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Gustavo Melella (Tierra Del Fuego) y Osvaldo Jaldo (Tucumán). También, participaron los vicegobernadores Laura Stratta (Entre Ríos), Omar Carlos Arce (Misiones), Roberto Gattoni (San Juan), Carlos Silva Neder (Santiago Del Estero). Y el presidente de la Cámara de Diputados de Salta, Esteban Amat Lacroix.
Sin embargo, de todos esos, al menos tres, después de los anuncios, dejaron trascender que no están de acuerdo. “Sólo va a avanzar si hay acuerdo y consenso. No van a quedar pegados con esto”, revelaba anoche uno de los invitados que prefirió no ser la piedra de la discordia en la reunión que tendrán hoy en el Consejo Federal de Inversiones donde hablará más de otras cosas, que de este proyecto.
La lógica del peronismo y el Frente de Todos
Más allá de la Corte, los gobernadores peronistas están buscando diagonales de colaboración que los separe de la interna en las que estuvo hasta hoy estructurada el Frente de Todos. Con el presidente recostado en la CGT y el Movimiento Evita y Cristina Kirchner rivalizando desde La Cámpora. “Están intentando excusa para reunirse, temas que los congregan y detrás de esta discusión con la Corte ellos tienen la cuestión de los subsidios que recibe la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano”, explica otra analista.
“Hay un hartazgo con los candidatos porteños y que los recursos terminen en Buenos Aires. La crítica a la Corte es un argumento porque saben que si falla a favor de Rodríguez Larreta van a convalidar que les den más fondos a los porteños. La mayoría de los gobernadores son ideológicamente pragmáticos, flexibles y tratan de despegarse de la lógica de la grieta. Ellos están preocupados por la gobernabilidad pero estas cosas los unifica”, agrega.
En línea con la conveniencia, esta semana estuvo dominada también por gestos de distensión de parte de Alberto Fernández y sus aliados hacia Cristina Kirchner. Así pueden leerse los ataques fervorosos a Mauricio Macri. “Para los que se identifican con Cristina, un Alberto sofocado y colorado por gritarle insultos a Macri es mejor que el Alberto que habla de su reelección. Cuando el Presidente hace eso no le habla a Macri ni a los que votaron al Frente de Todos, le habla a Cristina”, explica otro consultor político.
Es modular el idioma que entiende la Vicepresidenta y que puede emparejar, en su irritado estado de ánimo, las deficiencias de la gestión, principalmente, económica. Es que su blanco no cambió: sigue teniendo en la mira a Martín Guzmán, a quien identifica como el arquitecto de la derrota del pasado pero, sobre todo, del futuro. Si “París bien vale un misa”, su principal ministro vale un insulto a Macri y un ataque a la Corte.
Más, cuando la hostilidad empieza a superar las fronteras de La Cámpora y alcanza al Frente Renovador de Sergio Massa. Con el argumento del “alivio fiscal”, el presidente de la Cámara de Diputados tiene a su equipo trabajando en nuevos proyectos para reducir impuestos que generan incomodidad en el Casa Rosada. Siempre: “Es la economía, estúpido”.
La oposición y sus dilemas
Así como la economía desordena al oficialismo, Javier Milei, como economista, distorsiona el frente opositor. Con alivio, los estrategas de Juntos por el Cambio son espectadores de sus últimos tropiezos mediáticos. Ya había salido raspado de la polémica por la libre portación de armas y se metió, de lleno, en discutir otro problema inexistente: la venta de órganos. El que a hierro mata ¿a rating muere?
Son declaraciones que, aunque impacten de manera relativa en los televidentes, generan un efecto disuasorio en la oposición para negociar o sacarse fotos. Esa distancia se pondrá a prueba en estos días, a medida que avance la organización del “acto libertario” en la cancha de El Porvenir, el primero que hará en el Conurbano bonaerense. El lugar elegido tiene un mensaje. Es Gerli, Lanús, el territorio gobernado por Néstor Grindetti, un intendente con peso propio, que osciló entre Macri y Larreta y que ahora medita sus próximos pasos.
El acto, que tendrá estética de recital -tocará el cantante popular David “El Dipy” Martínez- será un termómetro de la convocatoria: el piso son 10 mil personas. “Milei está tan corrido a la derecha que desplazó la política hacia el centro. Después de tantos años de un progresismo que a veces se pasaba de rosca, ahora Milei equilibra el escenario y puede favorecer miradas más racionales”, explicó un analista que trabaja para uno de los precandidatos.
Tanto Larreta -que presentó sus planes ante el poderoso CICyP- ni Macri o Patricia Bullrich -ambos de recorridas por el interior- tienen miradas similares en el qué hacer, pero diferencias profundas en los instrumentos y los “socios” para un futuro gobierno. Menos beligerantes son las disidencias entre Gerardo Morales, Facundo Manes o Alfredo Cornejo.
“Mi experiencia me dice que los candidatos que van a presidir el recién aparecen a cuatro meses de las elecciones. Yo estoy ida, pero puedo volver. Sería una situación demasiado excepcional, un requerimiento abrumador”, avisó ayer, desde Córdoba, Carrió.
Aunque las discusiones de cúpulas no lo registran, en el territorio la mirada es otra. “Falta mucho pero hoy me abrazaría a Milei. Así sean 4 o 5 puntos que tenga el año que viene, esos votos me pueden hacer ganar o perder la elección”, confesó un dirigente de Juntos que tiene que lidiar con el día a día en un municipio del empobrecido conurbano bonaerense.
En otros laboratorios, que miden el humor social para el denominado “círculo rojo”, hay una lectura preocupante. En sondeos de opinión empiezan a registrar dos fenómenos simultáneos y peligrosos. La identificación de “los políticos” o el “sistema político” como un problema tan o más importante que la corrupción o la inseguridad. Como un “que se vayan todos” renovado.
Es la crítica a “la casta”. ¿Efecto Milei? Por ahora son datos, no tendencia.
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