Oscar Centeno, chofer del Ministerio de Planificación entre 2004 y 2015, escribió mucho. Sus anotaciones, plasmadas en 8 cuadernos, pusieron al descubierto una trama de corrupción que tiene a casi 150 personas imputadas a la espera de un juicio oral.
También sacó fotos y grabó videos, que fueron entregados a la Justicia. Y habló: su confesión como arrepentido fue determinante para poder avanzar con las investigaciones que se realizan en la Argentina. Pero nunca se lo vio ni se lo escuchó hasta hoy.
El conductor declaró a fines de abril como testigo ante el juez de la Audiencia Nacional de España, Hugo Morales, quien investiga el presunto pago de coimas de la compañía Isolux al gobierno argentino vinculadas a la Usina de Río Turbio. Infobae accedió a través de fuentes de la justicia española a la grabación de la audiencia virtual y publicó en esta nota los fragmentos más importantes de los dichos de Centeno.
El remisero, que continúa bajo la órbita del programa de imputado colaborador y su lugar de residencia es secreto, contestó 40 preguntas con la asistencia de su defensor oficial; presentó un aspecto distinto al de las imágenes que trascendieron de él, con barba de varios meses y anteojos negros, vistió una camisa cuadrillé negra, con remera gris abajo.
La audiencia, que se extendió una hora y trece minutos, no estuvo exenta de dificultades técnicas. Los problemas de audio obligaron al testigo argentino a intercambiar computadoras y micrófonos con su abogado ante la insistencia de los funcionarios judiciales que no podían entender lo que el conductor tenía para decir.
En la primera parte del cuestionario, Centeno se presentó como un militar retirado y ex chofer del Ministerio de Planificación. Reconoció además la autoría de los cuadernos.
“Escribía porque era una costumbre castrense que solía tener formada de anotar todo lo que se hacía con el vehículo. El horario de salida y de entrada, y el lugar al que se iba, además de otras cosas personales”, explicó.
Dijo que comenzó con las anotaciones “desde el principio”, cuando empezó a trasladar a funcionarios del Ministerio de Planificación, entre quienes mencionó al ex subsecretario de Coordinación, Roberto Baratta, al ex secretario privado de Julio De Vido, Nelson Lazarte, al ex director de Energías Renovables, Fabián Ezequiel García Ramón, y al ex asesor Hernán Gómez. Y paró de escribir en noviembre de 2015, un mes antes de que se terminara el segundo mandato de Cristina Kirchner, porque -aseguró- tomó conciencia de lo arriesgada que era su conducta.
Contestó además una pregunta que no tenía respuesta hasta ahora: ¿por qué no hay cuadernos de 2011 y 2012? “Dejé de escribir porque había fallecido el doctor Néstor Kirchner y pensé que no se iban a hacer más estos viajes y además porque tenía un poco de temor porque yo sacaba fotos y videos”, dijo.
La única persona que conocía la existencia de los cuadernos era “Bacigalupo”, reconoció. “Bacigalupo” es Jorge Bacigalupo, un amigo a quien Centeno le confió la guarda de una caja con los cuadernos, fotos y filmaciones porque temía que la Policía lo allanara. El hombre finalmente le entregó las anotaciones al periodista del diario La Nación Diego Cabot, quien investigó el caso y cedió una copia de los ejemplares a la Justicia argentina. Tiempo después, Bacigalupo le devolvió los cuadernos a Centeno, quien hasta ahora decía que los originales habían sido quemados. Durante la declaración brindada ante la Justicia española no fue tan elocuente: “Yo estaba convencido de que los había quemado, sin embargo ahora dudo porque aparecieron algunos según escuché en las noticias”.
Los viajes
El segundo tramo del cuestionario judicial buscó respuestas sobre los viajes que hacía Centeno que -según describió en sus anotaciones- siempre tenían la misma metodología: pasaba a buscar a uno o más funcionarios, llegaban a lugares que le informaban en el trayecto, recolectaban bolsos con dinero y luego los trasladaban a distintas direcciones. Gracias a investigaciones periodísticas y judiciales, se pudo determinar que las oficinas donde se retiraban los billetes pertenecían a grandes empresas que tenían negocios con el Estado.
“El trayecto se comunicaba cuando íbamos, por eso hice algunas anotaciones cuando escuchaba algún nombre. Todo lo que podía lo dejaba asentado por si en algún momento, que yo no sabía qué era lo que estaban haciendo hasta cierto momento, era arriesgado. Entonces quería tener anotados nombres, patentes, algún dato que sea fiel a lo que decían y que quedara asentado”, respondió sobre las características comunes que tenían los trayectos que realizaba a bordo de un Toyota Corolla gris modelo 2010.
Centeno contó que “en ciertas oportunidades” alcanzó a ver los billetes, que generalmente eran “dólares”, aunque presumía que algunas ocasiones los botines también incluían otras monedas, como pesos argentinos. Los fajos no sólo se trasladaban en bolsos. También vio “bolsas de papel madera, cajas y valijas”.
“¿Adónde lo llevaban y a quién se lo entregaban?”, le preguntaron. “Uruguay 1306, Casa de Gobierno, Quinta de Olivos y en la calle son los lugares que recuerdo”, respondió. Uruguay 1306 es la dirección del edificio donde reside la vicepresidenta Cristina Kirchner, sobre quien Centeno no hizo ninguna referencia. Sí nombró como receptor de un pago a Martín Larraburu, asesor del entonces jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina.
El ex empleado del Ministerio de Planificación Federal reconoció además haber tomado una foto en donde se ve a Baratta ingresando con un bolso en la mano a un edificio ubicado en Maipú 741, dirección donde se encuentran las oficinas de la empresa Isolux en Argentina, dato determinante para la investigación que se realiza en España. El testigo agregó: “El que se ve de espaldas es Nelson Lazarte”. No obstante, repitió en varias ocasiones que no tenía información sobre los presuntos pagos de la compañía y los ejecutivos que habrían participado de esas operatorias.
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