A instancias de un pedido de Alberto Fernández, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, buscaron relativizar, esta tarde, la interna que se arrastra hace semanas en el oficialismo por la recategorización del impuesto a las Ganancias. Después de una reunión de una hora y media con el primer mandatario y la cúpula de la CGT, cuyos términos se fueron modificando sobre la marcha, brindaron juntos una conferencia de prensa improvisada en las escalinatas principales de la Casa Rosada. El titular del Frente Renovador, que venía presionando para actualizar el gravamen a través de cartas y comunicados públicos, negó que hubiera “presionado” y dijo que sus intervenciones fueron para “marcar un camino”. En cambio, el titular de Hacienda prefirió atenerse a comunicar los ribetes técnicos de la medida y se reservó las opiniones políticas.
Las diferencias empezaron a evidenciarse hace dos semanas, cuando Massa envió una nota al ministro -que hizo pública-, pidiéndole que la actualización del impuesto se adelantara lo más posible en el marco inflacionario, cuando las proyecciones ubican el índice anual en torno al 80 por ciento. El mensaje, considerado efectivamente como una forma de presión para obtener rédito político, provocó malestar en Economía. Le respondieron que la modificación de las escalas del gravamen era “obvia” y que se venía discutiendo desde marzo.
Sin embargo, en los días que siguieron no hubo avances y ayer el presidente de Diputados volvió a avanzar al advertir que, en caso de que no se impulsara la recategorización por decreto, presentaría un proyecto de ley para forzarla desde el Congreso.
Para evitar que la disputa se agravara, ayer, hacia la tarde, el Presidente intervino y ordenó generar un encuentro de conciliación pública para el día siguiente. Es decir, para hoy. El apuro para organizar el cónclave, que se sumó a las diferencias entre Massa y Guzmán, llevó a que los planes fueran cambiando sobre la hora. Lo que se había presentado como un acto de anuncio se transformó en una “reunión de trabajo”, y en la Casa Rosada admitieron que hasta esta mañana los detalles aún no estaban definidos. Restaba una conversación final para terminar de delinearlos. Otro cambio fue que a último momento se sumaron los otros miembros de la cúpula de la CGT, Carlos Acuña y Pablo Moyano (cuando en principio sólo estaba previsto que fuera Héctor Daer).
El Presidente llegó por la mañana a la Casa de Gobierno. Poco después arribó Guzmán, lo siguieron los popes sindicales, y por último, a las 11.55, se presentó Massa, que venía presionando a la cartera de Economía para que avanzara rápido con suba de la deducción especial. Los seis se encontraron, primero, en el despacho presidencial, donde discutieron los ribetes políticos de la medida, y luego se dirigieron al salón Eva Perón.
El diálogo se prolongó por más de una hora. El monto del mínimo no imponible se definió en un ambiente tensionado, pero todos los actores, conscientes de que el Frente de Todos ya está gravemente atravesado por la interna entre Economía y el kirchnerismo, buscaron poner paños fríos a la reciente disputa. Desde la Presidencia buscaron remarcar, inclusive, que hubo intercambios distendidos de miradas sobre los partidos de fútbol que se jugaron ayer.
El escenario elegido para anunciar la alícuota -definieron que el monto sea 280 mil pesos, cifra algo superior a los 275 mil que pedía el presidente de Diputados- fueron las escalinatas de la sede del gobierno nacional. Guzmán tomó el micrófono primero y, con seriedad y amabilidad, se limitó a revelar a la prensa los montos. También remarcó que la medida se llevaba a cabo en pos de una “redistribución sustentable”, en línea con su discurso habitual.
Después fue el turno de Massa, que también reivindicó la decisión, nombrando al Presidente y a Guzmán, pero introdujo, a la vez, una mirada política. “A los que hablaron de presión, extorsión, les digo que esto no se trata de si gana uno u otro. Acá ganaron los trabajadores. Debatir soluciones no es pelear, sino marcar un camino para encontrar la mejor respuesta a los problemas de los argentinos”, dijo. Después, Daer, el único de los sindicalistas que tomó la palabra, le agradeció a Massa por el impulso a la medida, y recordó que es una bandera histórica del tigrense desde que asumió, a través de la estrategia de “alivio fiscal”. El ministro, en cambio, prefirió mantener para sí las apreciaciones sobre las tensiones, evidentes y manifiestas por distintas vías, durante los últimos días.
En la Presidencia también quisieron bajar el tono a la disputa. Un hombre muy cercano a Alberto Fernández dijo, al terminar el encuentro, que “no hay ningún ruido entre Martín y Sergio”, e incluso agregó que todos en Gobierno “agradecen” al titular del Frente Renovador por la propuesta. “Él no haría nada para perjudicar al Presidente, y hoy perjudicar a Guzmán es ir contra Alberto”, sostuvo en declaraciones off the record.
Sin embargo, hoy en la Casa Rosada y en Hacienda reinaba, de fondo, la desconfianza. Guzmán, que se resistía a adelantar el anuncio a la espera de la revisión trimestral del FMI y la aprobación del demorado Presupuesto, finalmente debió ceder por pedido de un primer mandatario preocupado por bajar el nivel de confrontación en un contexto delicado para el oficialismo por las críticas flagrantes del kirchnerismo. La semana que viene, cuando se cierren las dos últimas paritarias y haya sido aprobada la primera revisión del FMI, se publicarán en el Boletín Oficial los nuevos topes, acordados sobre la hora, para el impuesto a las Ganancias.
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