En la víspera del 25 de Mayo, el presidente Alberto Fernández decidió volver a la histórica sede del PJ nacional para retomar protagonismo en el espacio del partido. Rodeado de unos 120 dirigentes sociales y los ministros más cercanos, defendió una vez más su gestión y envió un fuerte mensaje indirecto, a la vicepresidenta Cristina Kirchner y al jefe de La Cámpora, Máximo Kirchner, los principales actores disidentes del Frente de Todos en la interna del Gobierno por el rumbo de la economía. Si bien no mencionó sus nombres, a nadie en el encuentro íntimo le quedó dudas sobre quiénes eran los destinatarios.
“Para los compañeros y compañeras que dudan, los hechos les van a demostrar que dudaron sin motivos”, dijo el Presidente, con voz firme, al cerrar el breve discurso que brindó desde el segundo piso del histórico edificio de la calle Matheu. El encuentro había sido organizado por la diputada nacional Victoria Tolosa Paz, con la consigna de que se hacía “a puertas abiertas”, entre vino, empanadas, y locro, en conmemoración de la Revolución de Mayo. Fue un mensaje de fortaleza ante las críticas de la vicepresidenta y sus delfines en el Frente de Todos, que no enviaron a ningún representante. Tuvo lugar en la víspera del tradicional Tedeum en la Catedral Metropolitana, donde el arco oficialista descuenta que el arzobispo Mario Poli brindará un discurso muy crítico de la delicada situación social que atraviesa el país con un 40 por ciento de pobreza y una inflación imparable.
En el cónclave hubo, sin embargo, algunos guiños a la necesidad de mantener la unidad, que varios de los participantes consideraron como “imprescindible”. Uno de ellos fue el motivo oficial en torno al cual se organizó: sus gestores repetían que era por la celebración de un nuevo aniversario de la asunción de Néstor Kirchner al frente del Ejecutivo nacional. Aunque uno de los pesos pesados del albertismo señaló que la convocatoria llevaba otro mensaje oculto: mostrar que Alberto Fernández y muchos de quienes hoy lo acompañan son miembros fundadores del kirchnerismo, y del Frente de Todos, y que el Presidente no es un referente que haya llegado al poder “con el 4 por ciento de los votos”, como declaró en marzo uno de los dirigentes más importantes de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque.
El encuentro estaba convocado para las 20 y Alberto Fernández se presentó a las 20.35. Al llegar fue abordado por decenas de dirigentes que se abalanzaron para saludarlo. Estaban los ministros de su órbita cercana: Santiago Cafiero (Relaciones Exteriores), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Jorge Taiana (Defensa), Gabriel Katopodis (Obras Públicas), Daniel Filmus (Ciencia y Tecnología) y Matías Lammens (Turismo y Deportes), además de la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, la titular de Aysa, Malena Galmarini; y la subsecretaria de Asuntos Parlamentarios, Cecilia Gómez Mirada. También fueron de la partida dos ex integrantes del Gabinete con los que el Presidente aún mantiene una relación estrecha: Ginés González García, eyectado por el Vacunatorio VIP hace dos años; y el ex ministro de Defensa, Agustín Rossi, hoy uno de sus principales consejeros. Además estaba el ex piquetero Luis D’Elía, hoy enemistado con Cristina Kirchner, que se refugió bajo el ala presidencial.
El primer mandatario dio una entrevista a un canal de TV, se tomó selfies, y conversó con varios de los dirigentes, entre ellos su amigo, y organizador del evento junto a Tolosa Paz, Enrique “Pepe” Albistur. Después, pegado a varios de los ex ministros de Néstor Kirchner que hoy ocupan lugares en el Gobierno, empezó a hablar, micrófono en mano.
Lo primero que hizo, durante su corto discurso, fue mostrarse emocionado al recordar a Kirchner ante el puñado de referentes peronistas que lo escuchaban atentos y sólo lo interrumpieron para aplaudirlo, sobre todo cuando hizo mención a Juan y Eva Perón, y la doctrina peronista en general. La elección de la sede del PJ -que el primer mandatario comanda- es parte del plan, aún en ciernes, para usar el sello peronista como espacio para fortalecerse dentro del Frente de Todos y, al mismo tiempo, mantener a la coalición oficialista cohesionada en el marco de las disputas internas.
El encuentro fue, para muchos de los presentes, una manera de apoyar al presidente en la gestión -”cambiemos el chip”, pidieron- pero también de respaldarlo en su ya blanqueado plan de reelección para 2023. No tanto en la pelea contra la oposición, sino puertas adentro. Algunos inclusive entonaron un cántico en tono proselitista: “Alberto presidente, Alberto Presidente...”, gritaron apenas el jefe de Estado culminó su breve alocución, que tuvo alusiones a la resolución de los desafíos de la pandemia, a la recuperación de la economía, y las intenciones de redistribución en “un gobierno peronista”.
Hace unos diez días que el ala kirchnerista del Gobierno no embiste contra la administración de Alberto Fernández. La interna pareció haber llegado a un pico máximo con el discurso de Cristina Kirchner en Chaco y con las duras palabras que transmitió Máximo Kirchner, desde Lanús, en contra del Presidente y de su ministro de Economía, Martín Guzmán. Después de su regreso de Europa, desde donde había asegurado que irá por la reelección, no hubo nuevas salidas de referentes kirchneristas con críticas abiertas en los medios, como venía ocurriendo. Aunque el sábado La Cámpora le hizo un pedido de “valentía” desde Mendoza, las declaraciones de Wado de Pedro y Anabel Fernández Sagasti se mantuvieron en los límites de lo aceptable.
Sin embargo, en el “albertismo” no se animan a declarar que haya bajado la espuma. Creen que el “debate”, como calificó Cristina Kirchner hace dos semanas a las diferencias de ideas en el oficialismo, sigue presente. Quieren la unidad, pero al mismo tiempo están decididos a defender al Presidente. Después del mini discurso de anoche, Tolosa Paz, en diálogo con Infobae, retomó la frase más fuerte que había pronunciado su jefe político y dijo que el rumbo de la gestión económica, con el crecimiento de 10 puntos y la baja en el desempleo, es “el correcto”.
De todas formas, muchos de los dirigentes presentes descartaron que el encuentro de anoche haya sido el puntapié para crear una fuerza propia. Son conscientes de la falta de ímpetu del Presidente para intentar imponerse con un armado formal en torno a su figura frente a la carrera electoral que se aproxima. Decepcionados, algunos referentes fantasean con crear el “albertismo” sin el beneplácito de Alberto Fernández. Un deseo que, admiten, no tiene futuro sin el aval indispensable del líder, y que por ahora está lejos de hacerse realidad.
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