“Gestionaremos con la gente que esté alineada con este rumbo económico”, le comentó Alberto Fernández a Martín Guzmán, según relató el propio ministro, durante una reunión que tuvieron en la Quinta de Olivos el 11 de abril de este año. Para ese momento las críticas del kirchnerismo a la Casa Rosada habían aumentado considerablemente.
El ministro de Economía pidió en ese momento tener “un apoyo político claro” a su programa económico. Fue un mensaje directo al corazón del kirchnerismo. En especial, a Cristina Kirchner, la jefa política del espacio que más cuestionamientos lanzó sobre Guzmán en lo que va del año. Más que Juntos por el Cambio.
A partir de ese momento, funcionarios cercanos al Presidente, como Aníbal Fernández, Juan Manzur y Santiago Cafiero, repitieron el mismo concepto en distintas entrevistas. Al que no le gusta la dirección de la gestión, que se corra del camino y que deje de poner palos en la rueda.
La estrategia la adoptó Alberto Fernández luego de que el kirchnerismo redoblara las críticas contra su gestión y la de Martín Guzmán. Sobre todo a partir de la decisión de La Cámpora de votar en contra del acuerdo con el FMI en el Congreso. Fue el punto de quiebre y, hasta el momento, de no retorno.
El desarrollo de esa estrategia no logró que el kirchnerismo ceda en sus críticas semanales, y cada vez más intensas, pero le permitió al Presidente abstraerse de los reclamos internos. Hasta que puso un pie en Madrid y decidió contestarle a Cristina Kirchner, en forma directa, las distintas críticas que había recibido.
La renuncia del Secretario de Comercio, Roberto Feletti, fue un resultado positivo - según la óptica albertista - al plan de acción que llevó adelante el Jefe de Estado para amortiguar los dardos K. “Va en sintonía con la idea de que el que no esté de acuerdo, puede irse”, aseguró un funcionario de confianza del Presidente.
En el corazón de la Casa Rosada destacan que “nadie está obligado a ser parte de un Gobierno con el que no coinciden” y advirtieron que “Feletti no estuvo de acuerdo con pasar bajo la órbita del Ministerio de Economía”, lo que evidentemente empujó su decisión de dar un paso al costado.
El último viernes el Gobierno oficializó que la Secretaría de Comercio iba a pasar de estar bajo el control del ministerio de Producción, a estar bajo el techo del Palacio de Hacienda. Fue un movimiento que buscó darle fortaleza y poder a Guzmán, quien a partir de ahora tendrá bajo su supervisión la política de control de precios. En ese cambio acompañaron a Feletti hasta el borde del precipicio. Este lunes saltó solo.
Hasta ese día el trabajo en conjunto entre Feletti y Guzmán se venía dando sin inconvenientes. Tal es así que desde ambos entornos siempre señalaron que la relación entre ambos era buena y cordial, pese a las diferencias de criterio que existían respecto al direccionamiento del plan económico.
En el Gobierno sobrevuela la idea de que la salida de Feletti no fue una decisión personal, tal como la describió en la carta que le envió a Alberto Fernández, sino que hubo una decisión política de fondo en la que estuvo inmiscuida la vicepresidenta Cristina Kirchner.
El ex funcionario argumentó que hubo “discrepancias sobre el sendero trazado y las herramientas seleccionadas”. Desde otra perspectiva, también se puede considerar que el kirchnerismo abandonó el barco de la “guerra” contra la inflación después de que los controles de precios fallaran. El ex secretario de Comercio reporta a la Vicepresidenta y cada movimiento político bajo su órbita no es imprevisto ni inconsulto.
“Mi reconocimiento a Roberto Feletti por su esfuerzo por imponerse a los monopolios que inciden en la formación de precios. No le dieron las herramientas necesarias”, escribió el legislador de origen radical, muy ligado a la Vicepresidenta, Leopoldo Moreau. Esas palabras parecen retratar fehacientemente la idea del kirchnerismo.
En la Casa Rosada sostienen que Feletti se fue en buenos términos del Gobierno y que agradeció el trato que recibió. No habló con el Presidente, solo se lo informó a Guzmán. “Es una nueva etapa con la Secretaría en el ministerio de Economía. Está todo bien. Ayer amaneció con la novedad de que prefería dejar a Guzmán con las manos libres para armar su propio equipo”, indicaron desde el entorno presidencial.
La salida de Feletti y el ingreso de Guillermo Hang, ex compañero de la Universidad de Guzmán y hasta ayer director del Banco Central, aumentaron el poder del ministro de Economía, criticado permanentemente por el kirchnerismo, en especial por Máximo Kirchner, y sostenido por el Presidente, a quien no le gusta decir que lo ratifica, porque asegura que nunca estuvo en duda.
El empoderamiento de Guzmán cayó bien en el Gobierno. Tanto que un conocedor de los pasillos del Ministerio de Economía habló de subirse a la “guzmaneta”, en referencia a un término futbolero utilizado para marcar que hay un proyecto al que los críticos empezarán a acoplarse cuando los resultados empiecen a ser positivos.
En esa misma sintonía se expresó anoche Luis D’Elía, uno de los nuevos voceros que tiene la Casa Rosada, durante una entrevista en C5N. “No sé que van a hacer todos los que critican cuando en agosto la inflación sea del 3%, como lo dicen los principales analistas de la economía”, sostuvo en un tono enérgico.
Los resultados del plan económico de Guzmán son decisivos para el proyecto de reelección de Alberto Fernández. Sobre todo el operativo anti inflacionario. Si los niveles de inflación comienzan a bajar en los próximos meses, aún con un piso alto, la continuidad del ministro estará asegurada y el Presidente tendrá algún motivo concreto para anhelar cuatro años más en Balcarce 50.
La salida de Feletti es una buena señal para Fernández, quien ha decidido gestionar en soledad, sin cerrar acuerdos con el kirchnerismo. Sobre todo después de la falta de apoyo político que quedó expuesta en el acto de la UOCRA de la semana pasada, donde hubo un vacío de poder significativo.
Después de la renuncia, un área clave en la lucha contra la inflación quedará bajo la órbita de Guzmán, el ministro al que cuestionan de todos los sectores del Frente de Todos, pero que no solo sigue en pie, sino que está más fuerte que antes.
SEGUIR LEYENDO: