Alberto Fernández decidió cuestionar en público la estrategia geopolítica de Joseph Biden respecto a la guerra ilegal que libra Rusia contra Ucrania y la decisión de excluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela de la Cumbre de la Américas, cuando la Cancillería aún golpea todas las puertas en Washington para lograr una visita oficial a la Casa Blanca.
El presidente bosqueja su discurso para la Cumbre de la Américas, y su intención es criticar ante ese foro regional la agenda de política exterior de Biden vinculada al conflicto bélico en Ucrania y a la relación diplomática de Estados Unidos con los regímenes autoritarios de América Latina que operan junto a Rusia en el tablero internacional.
Alberto Fernández se transformó en un ácido crítico de Biden, y su mirada sobre la política exterior de la Casa Blanca fue descripta sin eufemismos durante sus encuentros reservados con Pedro Sánchez, Olaf Scholz y Emmanuel Macron.
Los líderes de España, Alemania y Francia exhibieron un diplomático silencio ante los cuestionamientos del jefe de Estado, que hizo hincapié sobre las sanciones económicas contra Rusia y la constante provisión de armamento militar a Ucrania.
“Argentina no mandaría armas a nadie para que nadie más muera”, aseguró el Presidente ante Scholz en Berlín.
La mirada crítica de Alberto Fernández sobre Biden confundió a sus aliados europeos. Sánchez, Scholz y Macron aún no pueden discernir si el jefe de Estado argentino no entiende las razones y posibles consecuencias geopolíticas de la guerra en Ucrania, o si intenta cumplir la promesa que hizo a Vladimir Putin cuando lo visitó en Moscú a pocas semanas de la invasión ilegal.
En esa oportunidad, Alberto Fernández ofreció que la Argentina sea la puerta de entrada de Rusia en América Latina. El Presidente conoce la doctrina del militar prusiano Carl von Clausewitz, que expuso sus pensamientos en el libro De la guerra. Von Clausewitz enseñó: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”.
Y por eso sorprendió en Europa las opiniones que el jefe de Estado desplegó durante su gira relámpago. Sin sanciones económicas ni abastecimiento bélico para Ucrania, Putin ya hubiera izado la bandera de la Federación Rusa en la plaza principal de Kiev.
Pero las dudas políticas de sus interlocutores europeos pueden implicar un casus belli diplomático para los Estados Unidos.
La administración demócrata hizo muchísimos esfuerzos para lograr que Argentina cierre su acuerdo de negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y ahora exige que la Casa Rosada pague con lealtad los servicios prestados en un board que estaba muy remiso con la propuesta de Martín Guzmán.
Alberto Fernández tiene intenciones de cuestionar a Biden por su estrategia en la guerra europea durante la Cumbre de las Américas. Santiago Cafiero (canciller), Gustavo Beliz (secretario de Asuntos Estratégicos) y Jorge Arguello (embajador argentino en Washington) no acompañan esa postura presidencial y explican en Olivos que sería tomar un camino sin retorno.
El jefe de Estado argumenta que su rol como titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) lo obliga a tomar una posición en contra de los bloqueos económicos y de la entrega de armamentos que hace Washington y la Unión Europea (UE).
La CELAC tiene como socios activos a Cuba, Nicaragua y Venezuela, que juegan al lado de Rusia cuando se cuestionan sus masacres y genocidios cometidos durante la guerra contra Ucrania. Es muy probable que en Washington interpreten que el eventual discurso pacifista de Alberto Fernández sólo encubre una posición geopolítica a favor de Putin.
En este contexto, las relaciones diplomáticas con Estados Unidos pueden volcar definitivamente si Alberto Fernández combina su crítica sobre la guerra en Europa con la decisión de Biden de excluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela de los países invitados a la Cumbre de las Américas.
El Presidente -otra vez- se apoyará en la CELAC para justificar su probable discurso contra la diplomacia regional de la Casa Blanca. Miguel Díaz-Canel (Cuba), Daniel Ortega (Nicaragua) y Nicolás Maduro (Venezuela) son líderes autoritarios y Biden no tiene intenciones de invitarlos a su Cumbre de las Américas.
Alberto Fernández considera que Biden comete un error al aislarlos, y si finalmente no son participantes del foro regional, utilizaría su tiempo de exposición para cuestionar una estrategia diplomática que tiene un componente electoral doméstico muy importante.
Hay elecciones de medio término en Estados Unidos, y la administración demócrata puede perder frente a la ofensiva del partido republicano. Si Biden aceptara a Cuba, Nicaragua y Venezuela en la Cumbre de las Américas, la derrota en noviembre será un hecho cierto y catastrófico para el Salón Oval.
En Olivos, el presidente opina que Biden perdió muchísima credibilidad en Estados Unidos, que tiene fuerte responsabilidad en la invasión de Rusia a Ucrania, y que su agenda diplomática en América Latina aún se mueve al compas de la lógica geopolítica de la Guerra Fría.
Alberto Fernández también considera una señal de maltrato político que el Departamento de Estado no haya fijado un encuentro oficial con Biden en Washington, pese a los constantes pedidos que hizo el embajador Arguello desde enero de 2020.
Todo suma en Balcarce 50 al momento de preparar la posición política del Presidente ante el foro regional que deliberará en Los Ángeles. Su irritación personal con Biden y su perspectiva sobre las relaciones exteriores con la Casa Blanca.
Alberto Fernández era jefe de Gabinete cuando Néstor Kirchner echó a George Bush de la Cumbre de las Americas en Mar del Plata.
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