En el grupo de funcionarios cercanos a Alberto Fernández crece la decepción y la impaciencia. Varios días después de su regreso de Europa y de una semana de nuevos y repetitivos cruces con el kirchnerismo, siguen esperando una señal clara de fortaleza parte del Presidente en la pelea con el ala dura. Pero tras las sucesivas negativas, se impone el desánimo, inclusive ante el destello de luz que podría significar el acto de este viernes con gobernadores, intendentes y 20.000 trabajadores.
Como publicó Infobae, la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), que lidera Gerardo Martínez, organiza el cónclave con representantes del peronismo para defender a Alberto Fernández, que brindará en esa ocasión su primer discurso después de semanas de bajo perfil, durante las cuales apenas se expresó en entrevistas. Será en Esteban Echeverría, y están invitados jefes provinciales, intendentes, legisladores, funcionarios nacionales, dirigentes del PJ y de la Confederación General del Trabajo (CGT).
Sin embargo, en los despachos afines no hay demasiada expectativa para ese día. Al contrario, esperan poco, y dicen tener cada vez menos fuerza para defender al Gobierno de los embates. “Estamos en un loop que parece no tener fin. Pensamos que en mayo cambiaría algo, pero fue igual a marzo y abril. Nada indica que en mayo vaya a haber novedades”, dijo un hombre del círculo del Presidente que hace meses recibe promesas de que se armará, de una vez por todas, el albertismo. Ya perdió las esperanzas.
En sus filas hay decepción por la falta de iniciativa para desplazar a los funcionarios más críticos -inclusive los de menor rango- o para lanzar oficialmente una fuerza propia. Aún sienten el sabor amargo de la frustración de los cambios en el Gabinete que les habían prometido para después de Semana Santa y que se suspendieron a último momento. En la lista de funcionarios entrantes estaba, por ejemplo, Agustín Rossi, el ex ministro de Defensa que hoy está muy cerca de Alberto Fernández, pero que aún no tuvo el visto bueno para su regreso al organigrama oficial. Aunque visita a menudo el despacho del primer mandatario -sin ir más lejos, estuvieron juntos ayer por la tarde-, todavía no tiene fecha para su desembarco.
A medida que se aproximan las elecciones -si bien falta, las perciben muy cerca-, desde los distintos despachos de los “moderados” se quejan al unísono del precio de seguir a bordo de una nave que se tambalea entre las acometidas de propios y ajenos. Sobre todo para aquellos que tienen mucho para perder en sus respectivos territorios. “Juanchi (Zabaleta) puso en juego Hurlingham, Katopodis puede perder San Martín, hasta Manzur arriesga Tucumán por Alberto. Y todo a cambio de un constante mirar para el otro lado”, sostuvo con dureza -en diálogo con Infobae- un importante armador del nunca concretado albertismo. Los ministros mencionados, sin embargo, niegan esas preocupaciones. Todavía están en carrera y aseguran que, por el momento, no planean bajarse.
En la Casa Rosada miran con preocupación, al mismo tiempo, cómo los funcionarios del ala kirchnerista en las áreas más sensibles del Gobierno empiezan a levantar el perfil. Federico Basualdo, el subsecretario de Energía; Federico Bernal, de Enargas; Ricardo Feletti, de la secretaría de Comercio, se mostraron muy activos en los últimos días. Y ven aproximarse un redoble en los embates con motivo de la suba de tarifas.
En esa línea, les restan importancia a las reuniones orientadas, supuestamente, al alto el fuego entre los dos espacios principales del oficialismo. Aseguran que los encuentros del ministro Guzmán con su par de Interior y alfil de Cristina Kirchner, Eduardo “Wado” de Pedro, el lunes, y con el secretario Feletti, ayer, no son más que “humo”. “Aun si hubieran sido pensadas en serio para limar asperezas, las diferencias de fondo no lo permitirían. Después hay que firmar las políticas, y en ese momento, como están las cosas, no hay coincidencia posible”, sostuvo un dirigente afín al Presidente.
Nadie quiere hablar de un límite para la paciencia, pero en Balcarce 50 señalan que mantendrán el acompañamiento al Presidente en tanto crean que puede funcionar “el proyecto de Guzmán”. El apoyo se basa en algunos datos positivos, especialmente el crecimiento de 10 puntos el año pasado, y la proyección de cuatro y tres puntos para 2022 y el 2023. Sin embargo, llamativamente coinciden con Cristina y Máximo Kirchner en la expectativa de que esos porcentajes se traduzcan en una mejora en el poder adquisitivo. Si bien creen en el plan “racional” de Guzmán, y consideran directamente “una locura” el planteo del kirchnerismo sobre la necesidad de mayor emisión, tienen dudas de que se desacelere la tendencia a la suba de precios, debido a la falta de confianza en la administración nacional, a la guerra en Ucrania y al impacto certero de la suba de tarifas energéticas.
Algunos mencionan agosto como fecha para empezar a exigir señales políticas concretas que, creen, deberían estar basadas en los resultados económicos. “Las elecciones están lejos, pero no tanto. Si tenemos en cuenta el mundial, queda junio, agosto, septiembre y octubre. Después se para todo por las fiestas y el receso de verano, y en marzo ya vamos a tener encima el cierre de listas”, simplificó un alto funcionario.
Aunque el Presidente declaró a viva voz -en diálogo con un diario extranjero- sus intenciones de ser reelecto, no hay seguridad, inclusive entre los propios, sobre sus posibilidades reales de pelear por ese proyecto. En su entorno hacen cuentas: si el plan económico de Guzmán funciona, tendría que bastar para que el Presidente eleve al menos 15 puntos su intención de voto. Algunos no creen que esto sea posible. Sobre todo porque los próximos meses la gestión deberá llevarse a cabo bajo una conducción partida, que según reclaman en distintos ministerios, ralentiza la ejecución de políticas hasta el hartazgo.
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