Juntos por el Cambio todavía no se repone del shock. Su máxima dirigencia pasó una semana agitada: ya no sorprenden las tensiones y las intrigas, pero esta vez se instaló el temor a una ruptura, pese a que nadie lo admitirá. Todo comenzó el lunes pasado, cuando Mauricio Macri les dijo a otros referentes del PRO: “Tenemos que diferenciarnos y no seguir cayendo en la trampa del radicalismo”. Y se agravó 72 horas después luego de que el ex presidente bajó una línea inquietante a sus diputados: “La unidad por la unidad misma no sirve”.
Cada vez más acomodado en su reconvertido papel de líder, o de próximo candidato presidencial, Macri criticó al radicalismo por haber fogoneado la votación en la Cámara de Diputados de la ley que fija el marco regulatorio del cannabis medicinal y cáñamo industrial porque prevé más aparato estatal y nuevos impuestos (en rigor, una tasa), dos de los puntos que la coalición se había juramentado no votar. Los diputados del PRO se abstuvieron o votaron en contra de esa ley, apoyada por Gerardo Morales, titular de la UCR y gobernador de Jujuy, porque su provincia será beneficiada por plantaciones y emprendimientos productivos que serán un negocio más grande que el del litio.
Pero el ex presidente también reprochó que haya tenido media sanción el proyecto de ley sobre respuesta integral al VIH, respaldada por amplia mayoría, con apoyo radical, de la Coalición Cívica y del PRO, aunque en este último caso sus diputados rechazaron la creación de un régimen jubilatorio especial para quienes tengan VIH, hepatitis virales, tuberculosis e infecciones de transmisión sexual y votaron en contra de un artículo que propone la extensión indeterminada del vínculo laboral evitando causas de despido para los que sufren esas patologías.
Para Macri, estas votaciones desvirtúan los postulados del PRO en favor de un Estado más chico y con menos impuestos, pero, sobre todo, podrían derivar en una fuga de votos propios hacia opciones liberales como las de Javier Milei. Por eso alertó a sus pares partidarios sobre la necesidad de no seguir ciegamente a un radicalismo que “sigue enamorado del Estado protector” y pidió tener algo en cuenta: “La gente quiere un cambio y nosotros tenemos que representar ese cambio”, aseguró. Allí fue cuando relativizó la importancia de mantener la unidad opositora si no contempla la defensa de valores y conceptos muy firmes: “¿De qué sirve la unidad si no representa el cambio?”.
La postura del ex mandatario heló la sangre de sus socios de coalición. También de “palomas” del PRO como Horacio Rodríguez Larreta: en el almuerzo del lunes en Puerto Madero, tras escuchar el ataque macrista a la UCR, alertó que así podría ponerse en jaque la unidad de JxC. Esa misma noche, el exabrupto de Macri fue el comentario obligado en los corrillos de la cena anual de la Fundación Libertad. En ese evento, incluso, el discurso duro del ex jefe del Estado incluyó el pedido de “dirigentes que conmuevan y que sean el cambio, no el recambio”, y una advertencia que pareció dirigida al ala blanda opositora: “Nunca más lo políticamente correcto, que es joder a la gente”.
En forma simultánea, ardía un Zoom del bloque de diputados radicales, convocado de urgencia por su titular, Mario Negri, ante la indignación que causó el ataque de Macri. Hubo quejas y mucha catarsis, aunque se decidió bajar los decibeles al episodio en nombre de la paz interna. Lo mismo resolvió Morales: según su entorno, no dirá una palabra para contestarle al ex presidente. Tampoco lo llamará.
No es el mejor momento de Juntos por el Cambio. Macri encendió la mecha el lunes al mediodía. A la noche cruzó un gélido saludo con Elisa Carrió en la cena de la Fundación Libertad. Rodríguez Larreta abrió el evento el liberalismo con un discurso en el que ratificó su fe moderada y dejó una frase para que lo destrocen los “halcones” que piden sangre: “Hay que negociar, y negociar es ceder para poder hacer”. Poco después, le contestó Patricia Bullrich ante el mismo auditorio: “No hay medias tintas. No podemos jugar al medio. El medio es la continuidad de la decadencia”, dijo, antes de terminar pidiendo “un cambio cojonudo”. La interna del PRO, exhibida impúdicamente.
El jefe de Gobierno se tomó revancha el viernes pasado cuando logró una postal de la unidad con tres gobernadores radicales en Corrientes: el anfitrión, Gustavo Valdés; Morales y Rodolfo Suárez, de Mendoza. Formalmente, se reunieron para firmar un convenio de promoción turística, pero el valor de esa imagen fue netamente político tras la embestida antirradical de Macri. Los cuatro hablaron de lo sucedido y acordaron mirar hacia adelante. Cerca del titular de la UCR sospechan que el ex presidente quiere romper JxC y echarle la culpa a él. Hace no tantas semanas, Macri se preguntaba si Morales buscaba dejar la coalición en medio de tantas versiones sobre sus acuerdos con Sergio Massa y Alberto Fernández. La desconfianza es una de las sustancias más abundantes (y venenosas) en las filas opositoras.
En la Coalición Cívica (CC) también están desconcertados con la actitud de Macri. No entienden por qué puso en la mira algunas votaciones de la Cámara de Diputados: en la misma sesión que se aprobó la ley sobre cannabis, aseguró un dirigente alineado con Carrió, los diputados del PRO votaron “un blanqueo espantoso”. Se refería al régimen de fomento a la construcción, impulsado por Massa y el jefe de la bancada del PRO, Cristian Ritondo, que incluye el blanqueo de fondos en el exterior no declarados que se podrán repatriar para proyectos inmobiliarios en el país. Y para relativizar tanta pureza ideológica del macrismo, el mismo referente de la CC recordó que el PRO votó en 2014 el proyecto de moratoria previsional junto con el kirchnerismo, una iniciativa por la que se instrumentó, como en 2005, la incorporación de millones de ciudadanos al sistema previsional, con un altísimo costo fiscal, que es el mismo que cuestiona el ex presidente.
Para el Gobierno, que sigue enredado en la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, lo que está pasando en Juntos por el Cambio es una excelente noticia. A este ritmo, no todo está perdido para 2023. Un altísimo exponente del oficialismo interpretó que lo que está haciendo Macri es hablarle a Javier Milei con la cabeza puesta en una segunda vuelta en las elecciones. “¿Cuánto puede aportarle la UCR electoralmente? ¿Un 6% de los votos? Milei tiene hoy 15 o 17 puntos en las encuestas. La jugada de Macri es inteligente -razonó- porque si se acerca a los libertarios puede ganar un ballotage y, de paso, se sacaría de encima a los radicales, a Carrió y a Rodríguez Larreta”.
En la UCR algunos creen que lo que le pasa a Macri es simple: “No supera el hecho de haber perdido el liderazgo en Juntos por el Cambio -sostuvo un dirigente con peso propio-. No pudo imponer su rechazo al acuerdo con el FMI y debió ceder ante lo que proponían Morales y Carrió para evitar el default. Tampoco pudo dejar sin presupuesto al Gobierno cuando se votó el proyecto en el Congreso”.
Después de la última y traumática reunión de la Mesa Nacional de JxC, cuando hubo cortocircuitos por el comunicado que le cerraba las puertas a Milei, sus dirigentes volverán a verse el viernes próximo en La Matanza: será uno de los encuentros sectoriales que se habían acordado, en este caso vinculado con la política social. Escucharán el informe de las cuatro fundaciones de los partidos que integran Juntos por el Cambio y recibirán a referentes sociales, en un partido del conurbano clave y signado por índices socioeconómicos lacerantes.
¿Estallará el conflicto en esa reunión? Hay algunos que quieren quejarse por la forma en que se ventilan las diferencias en la coalición. Macri no va a estar: ese mismo día se va de viaje a Arabia Saudita y Qatar. Puede ser un alivio para quienes buscan patear para adelante este cuadro explosivo, aunque, tarde o temprano, Juntos por el Cambio seguirá demostrando que llegar a una tregua es casi imposible.
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