El kirchnerismo se tomó unos días para volver a la carga contra la Casa Rosada, pero luego de tomar carrera, arremetió con mayor fuerza que nunca, aunque nuevamente, sin romper el Frente de Todos. Esta noche, frente a la militancia, en un ambiente cerrado y de capacidad acotada pero repleto de banderas, el titular de La Cámpora, Máximo Kirchner, les respondió con vehemencia a Alberto Fernández y a su ministro de Economía, Martín Guzmán, que días antes habían defendido la gestión nacional, en sendas entrevistas, de las duras críticas de Cristina Kirchner. Al primero le recordó que “todo aquel que quiere conducir, tiene que haber sido conducido”. Y al segundo le reprochó el estado de la economía a pesar de tener “el apoyo del FMI, de Kristalina Georgieva, del Presidente, de la principal central de trabajadores, de los movimientos sociales y de Clarín”.
Desde la sede del club Podestá, en el distrito bonaerense opositor de Lanús, Kirchner recogió el guante de las declaraciones que había esgrimido el Presidente durante su gira por Europa, de la que regresa mañana. Mientras Alberto Fernández se encontraba en pleno vuelo sobre el Atlántico junto a ministros y voceros afines, el líder camporista y presidente del PJ provincial volvió a exigirle que escuche los reclamos de su espacio y cambie el rumbo económico: “Nuestro pueblo se conduce obedeciendo. Cuando uno quiere conducir, debe saber obedecer, y el pueblo manda. Y para saber conducir el dirigente tiene que haber sido conducido”, lanzó, entre vitoreos de los pocos seguidores que habían dejado ingresar al reducido estadio.
Fue la primera recomendación de varias que le hizo Máximo al Gobierno del que forma parte, pero del que viene tomando distancia, a viva voz, junto a otros legisladores y funcionarios, aunque sin alejarse formalmente. “Lo que más me preocupa es cuando los dirigentes, más que romper la ola, quieren surfearla. La ola no se surfea, se rompe, porque sino, se hace más grande”, advirtió. “Más que echar la culpa, hay que ponerse encima de los problemas. Esto le va a servir a la gente, y después, el año que viene, que cada ciudadano vote como quiera”, insistió.
Brindó el explosivo discurso exactamente una semana después de la presentación de Cristina Kirchner en la Universidad Nacional de Chaco Austral, en tierras de Jorge “Coqui” Capitanich, y adoptó el mismo tono épico, muy crítico, e irónico. “Vemos dirigentes de monopatín en los medios, que van con el monopatín, de medio en medio, y logran que los traten bien. No sé las concesiones que harán”, deslizó con sarcasmo el hijo de la Vicepresidenta, en referencia a los ministros de Alberto Fernández, que durante los últimos días respaldaron al Gobierno en distintas entrevistas.
La respuesta a Guzmán, que el lunes hizo una pormenorizada justificación de su gestión, fue la más filosa y detallada. Junto a dirigentes locales, como Julián Álvarez, y sindicalistas, como el recientemente reelecto Roberto Baradel, Máximo Kirchner se tomó varios minutos para describir la baja en el poder adquisitivo de los salarios, el principal reclamo público del kirchnerismo a la gestión económica. Luego disparó: “Escuché al ministro de Economía decir que no tiene apoyo político. Yo le digo: tenés el apoyo del FMI y el de Kristalina, de la central sindical más importante (la CGT), de los movimientos sociales y del Presidente. ¿Cuánto más apoyo querés para que las cosas salgan bien?”, le dijo, de manera inusualmente directa.
Después insistió, picante: “No he estudiado fuera del país (como Guzmán), pero entendí que hay una nueva clase de discusión política. ¿En serio creen que debatir ideas causa inflación, y que no es causada por el funcionamiento de las importaciones y las exportaciones?”, cuestionó.
Como ocurre habitualmente, el jefe camporista dedicó buena parte del esfuerzo discursivo, que duró 50 minutos, al gobierno de Mauricio Macri, específicamente por el endeudamiento con el FMI. Pero el eje principal y recurrente, a lo largo de toda la alocución, fue Balcarce 50. Si bien reconoció como positiva la gestión económica durante la pandemia -de nuevo, respondiendo la entrevista del Presidente con el diario El País, de España-, el grueso del mensaje fue condenatorio. “Hubo una hiper concentración del ingreso tras la pandemia. Nuestro país se cayó 10 puntos en 2020. Y el año pasado se recuperó 10 puntos. Pero lo que hay que entender es que los números son diferentes. La recuperación no es la misma”, dijo. Guzmán y el resto de los ministros albertistas resaltan, cada vez que tienen oportunidad, ese crecimiento porcentual, entre otros datos positivos de la macroeconomía, como la baja del desempleo y la estabilidad del dólar.
“La baja en la participación significa que bajó el poder adquisitivo de nuestra gente, y subió el de las grandes empresas. Es simple, es fácil. Guzmán, a todo, le dice obvio”, ironizó. Y, a continuación, retomó la petición que hizo hoy el presidente de la Cámara de Diputados y jefe del Frente Renovador, Sergio Massa, para actualizar ganancias de acuerdo a la inflación, y que el ministro avaló poco después. “Guzmán dice que era obvio que había que hacerlo, o que había que actualizar el salario, como propusimos hace unos días y ocurrió. Le agradezco, pero no en mi nombre, sino por los miles de trabajadores afectados”, dijo.
A pesar del evidente malestar, que se manifestó, en la nueva embestida, en la línea de Cristina Kirchner, su hijo pareció reivindicar, una vez más, la continuidad del Frente de Todos. “No quiero correr a nadie por izquierda. Quiero que a la gente le vaya bien. Por eso fuimos a construir la unidad”, sostuvo, e inmediatamente después aseguró, frente a las especulaciones, que no busca postularse a un cargo en las próximas elecciones. “Esto es un aporte, que viene de las ganas de debatir a donde vamos. Nada más”, finalizó. Ahora, una vez más, se abre la incógnita sobre la respuesta de Alberto Fernández, que aterriza mañana en Buenos Aires, y no tiene agenda definida para los próximos días. Por lo que dejó entrever en diálogos con los periodistas que lo acompañaron en su gira por España, Alemania y Francia durante los últimos días, planea resistir las presiones que le ordenan eyectar a Guzmán y nombrar a un ministro acorde con las expectativas del kirchnerismo.
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