Entre tanta figura repetitiva y gastada que abunda en la política argentina, empiezan a irrumpir algunos dirigentes nuevos que tienen un desafío más grande que el de sus colegas de mayor experiencia. Por ejemplo, salir de la zona del confort de “la casta”, para apelar a un término de moda del diccionario “mileiano”, y sintonizar mejor con los problemas de la gente.
Es el caso de Emmanuel Ferrario, de 36 años, vicepresidente de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y, a la vez, vicejefe del gobierno porteño, un genuino producto del semillero del PRO que ascendió con rapidez y que no pierde de vista la desconexión de la política con la sociedad: “Los argentinos están hartos de que la política les grite. La política está volviendo sordos a todos los argentinos que están pasando un momento de mucho sufrimiento”, afirmó a Infobae.
Por eso está enfocado en criticar al gobierno nacional porque avanza con “una agenda que tiene que ver con privilegios, con perpetuarse en el poder, y no tiene nada que ver con las necesidades de los argentinos”. Más aún, dijo que “la Vicepresidenta y el Presidente se preocupan por construir salvavidas para ellos mientras el resto nos hundimos”.
También le apuntó a su propio espacio: “Hay millones de argentinos que se sienten defraudados, enojados, y tienen razones de sobra porque hay un Estado que no está dando respuesta. Lo que tenemos que hacer -señaló- es definir nuestro programa. Ser específicos. Ir al detalle. No tenemos una hora que perder desde que asuma Juntos por el Cambio en el 2023″.
Ferrario aseguró que también apunta contra los privilegios de la clase dirigente, convencido (¿al igual que sus colegas?) de algo clave para acercarse a la gente: “En el próximo gobierno, el primer esfuerzo tiene que hacerlo la política”.
Nacido en Rafael Obligado, en el partido bonaerense de Rojas, trabajó al lado de Horacio Rodríguez Larreta en el gobierno de la Ciudad y de María Eugenia Vidal en la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Es licenciado en Relaciones Internacionales y realizó dos master en políticas públicas en las universidades de Stanford y Harvard. Debutó electoralmente en los últimos comicios legislativos como primer candidato a legislador porteño, en una apuesta a captar con su figura al electorado joven.
Esos sí: su juventud no le impidió contestar como sus colegas más experimentados cuando se le preguntó qué imagina para su futuro político: “Fui candidato por primera vez el año pasado y empecé hace un par de meses. Tengo una responsabilidad muy grande por delante y mi mayor preocupación ahora es ver cómo podemos seguir transformando la Ciudad, con la Legislatura activa, cerca de los porteños y las porteñas. Es eso estoy pensando”.
— La última reunión de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio terminó con un polémico comunicado que le cierra las puertas a Javier Milei y que generó nuevas tensiones internas. ¿Por qué la coalición opositora no logra resolver mejor sus diferencias?
— La unidad en Juntos por el Cambio es incuestionable. No solamente porque creemos que Juntos por el Cambio es más competitivo si estamos unidos o porque vamos a gobernar mejor si somos una coalición diversa, sino también porque la gente nos mata si nos separamos. Yo camino las calles de la Ciudad todo el tiempo y si hay algo que te dicen es no se peleen, no discuten.
— Pero igual se pelean...
— Lo de esa reunión fueron chisporroteos, momentos de tensión puntuales en un contexto que estamos atravesando, pero bajo ningún concepto está en duda qué país queremos, cuál es el Norte, hacia dónde estamos yendo. Eso es lo más importante. ¿Juntos por el Cambio está unido? Sí. ¿Para qué? Eso es en lo que tenemos que trabajar. Tenemos un año y medio por delante para trabajar este contrato de propuestas de nuestra coalición, como hicieron otros países y otras coaliciones de gobierno, para hablar de frente con la gente, con los argentinos y las argentinas, y decirles “esto es lo que Juntos por el Cambio les propone”.
— Patricia Bullrich habló de una “metodología no transparente” en Juntos por el Cambio y de “decisiones que tienen que ser más abiertas y más democráticas”. ¿Lo que está pasando no es más grave?
— Juntos por el Cambio tiene sus reglas, funciona, y hay acuerdos, pero lo más importante en este momento es entender qué es lo que los argentinos están sintiendo con la política en general. Los argentinos están hartos de que la política les grite. La política está volviendo sordos a todos los argentinos que están pasando un momento de mucho sufrimiento. Entonces en este momento Juntos por el Cambio y el gobierno, pero principalmente el gobierno, lo que tiene que ofrecer son soluciones. Una hoja de ruta. Hacia dónde queremos llevar nuestro país. El año pasado fue mi primera elección y decidí ser candidato porque hay otra manera de hacer política y creo en la política como una herramienta de transformación. Juntos por el Cambio tiene una responsabilidad muy grande de transitar este año y medio que queda hacia la elección siendo transparentes con los argentinos y contándoles qué es lo que queremos hacer cuando gobernemos. Tenemos que llegar bien preparados. En el 2015 teníamos un objetivo superior, que era sacar al kirchnerismo del poder, y así nació Juntos por el Cambio. Antes llegamos con esa meta, pero luego fuimos definiendo nuestro programa durante la gestión. Eso no nos puede volver a pasar ahora. Entonces, también podríamos decir que Juntos por el Cambio definió la semana pasada mesas de trabajo de políticas públicas que son muy importantes para hablar de energía, de desarrollo productivo, de educación, ya hubo una de narcotráfico. Esas son las conversaciones que tenemos que tener. Tenemos que dejar de hablar de nombres propios y empezar a hablar de ideas.
— Sí, pero si la cúpula opositora se pelea de esa forma también es muy difícil que la gente confíe en los políticos. Imagínese si vuelven al gobierno y repiten lo que sucedió en aquella reunión de JxC.
— La visión de país que tiene Juntos por el Cambio es una y eso está fuera de discusión. Una cosa es que haya una tensión puntual, pero nosotros sabemos qué queremos para nuestro país, sabemos que queremos un país abierto, que queremos educación, que queremos trabajo, que tenemos una responsabilidad muy grande. El descontento de millones de argentinos tiene razones de sobra. Yo tengo 36 años, cada año de mi vida hubo 30 puntos de inflación más o menos, sacando la híper. 25 puntos de pobreza núcleo. Así me crié en este país. Hay millones de argentinos que se sienten defraudados, enojados, y tienen razones de sobra porque hay un Estado que no está dando respuesta. Lo que tenemos que hacer ahora es definir nuestro programa. Ser específicos. Ir al detalle. No tenemos una hora que perder desde que asuma el gobierno de Juntos por el Cambio en el 2023.
— Las encuestas siguen marcando un crecimiento de Milei. ¿Cómo se logra frenarlo y captar a ese electorado que hoy lo apoya y que representa el descontento en la clase dirigente?
— Lo que más me preocupa es este sentimiento muy fuerte de decepción, enojo y angustia. Leía en una encuesta que 9 de cada 10 argentinos confirman que sienten que en la Argentina no hay justicia. Y que para 7 de cada 10, la Argentina es un país desigual. Ahí es donde estamos parados. En ese contexto tenemos una responsabilidad, que es mucho mayor que antes, de cómo les hablamos a esos electores. Cómo logramos empatizar con lo que están pasando. En nuestro caso, en la gestión de la Ciudad de Buenos Aires hay un hecho concreto de que hay otra forma de hacer las cosas. Yo coordino, administro y lidero la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, donde Juntos por el Cambio es una coalición amplia, diversa, y estamos dando discusiones que son profundas. La semana que viene, por ejemplo, vamos a tratar la reforma del Estatuto Docente. Este no es un hecho aislado, sino el producto de una política educativa que lleva años en la Ciudad de Buenos Aires, que tiene un foco primero en lo urgente, que era la infraestructura de las escuelas, luego fue la educación digital, la robótica, la programación, seguir trabajando para que los chicos tengan jornada extendida, y ahora lo que estamos haciendo es transformando la carrera docente. Y es una manera de empatizar con ese sentimiento de la gente mostrando que hay otra forma de hacer las cosas.
— Algunos alertan que está registrándose “un 2001 sin estallido social”, al referirse a la ruptura de los lazos de la sociedad con sus dirigentes. ¿Está de acuerdo con esa interpretación? ¿El voto a Milei no representa precisamente eso?
— Estamos afrontando una situación social y económica que es muy triste, muy compleja. Las familias la están pasando muy mal, llegá al 15 del mes y no sabés cómo vas a terminarlo, y las familias tienen que dejar la prepaga, cambian a los chicos de escuela y tienen que vender sus autos porque no les alcanza. Y con la inflación, los emprendedores y los productores tienen que actualizar los precios y no saben si vender o no vender. La semana pasada me impactó porque estuve visitando un local gastronómico y el dueño me dijo algo que me impactó: “Los argentinos nos levantamos para sufrir”. Cuando escuchás eso y del otro lado lo que ves en las noticias es a políticos peleándose con políticos o titulares de diarios sobre que la Vicepresidenta no se habla con el Presidente, ¿cuánto más lejos podemos estar de lo que le está pasando a los argentinos? Eso nos interpela y nos da un nivel de responsabilidad tres veces más grande que el que teníamos antes.
— ¿En la Ciudad van ajustando la estrategia de acuerdo con lo que marcan las encuestas? ¿Qué tipos de temas atraen más a los votantes de Milei? ¿Se gobierna de esa forma también?
— Tenemos una convicción de hacia dónde queremos ir en la Ciudad. Lo de la educación es un ejemplo claro. O lo de los Metrobuses. Hace años cuando arrancamos el primer Metrobús las encuestas nos decían que hacerlo en la 9 de Julio era una locura y lo hicimos porque estábamos convencidos del valor que eso tenía. Lo mismo con las bicisendas. O trasladar la Casa de Gobierno al Sur. Tenemos un Norte, una visión de lo que creemos que es lo mejor para la Ciudad. Por supuesto después buscás encuestas para ver, es un instrumento más en la gestión para entender. Es una manera de agrupar información. Pero necesitamos políticos que tengan convicciones, que tengan ideas claras. No podés estar todo el tiempo preguntándole a la gente en encuestas qué es lo que quieren y que las políticas vayan adaptándose a eso. Eso no puede ser.
— El gobierno porteño tiene fama de hacer encuestas para todo y de manejarse mucho con el veredicto de los sondeos de opinión.
— Una cosa es usar la encuesta como un instrumento de información, pero nada de eso tiene que ver con el norte y la visión que tiene Horacio (Rodríguez Larreta) para la Ciudad. Por ejemplo, mover la Ciudad al Sur. O un montón de políticas que Horacio siguió adelante incluso si las encuestas le decían que eso no funcionaba. Hoy, por ejemplo, se cumple un año del fallo de la Corte que habilita a la Ciudad a mantener las escuelas abiertas, después de dos años que el gobierno nacional militara el cierre de las escuelas. El Gobierno de la Ciudad fue adelante y bancó porque eso era lo que era correcto. Esa es una convicción pura. Además, es una manera de vincularnos con los porteños y las porteñas donde no les pedimos un voto de confianza en base a nada, sino en base a lo que venimos haciendo los últimos años y a la transformación concreta que estamos haciendo en la Ciudad.
— Quería volver al tema de los jóvenes. ¿Detestan la política porque no les da respuestas? ¿Cómo se revierte?
— La situación de los jóvenes en nuestro país es realmente preocupante. Uno de cada dos está desempleado. No se sienten representados por la política. Muchos se sienten echados del país. Los que pueden, piensan en irse y los que no, tienen que ver cómo pueden salir adelante. Claramente, la política no les está hablando, no les está dando las soluciones que están esperando. Lo que tenemos que trabajar nosotros es cómo damos oportunidades concretas, cómo se les permite que puedan ejercer más su derecho a elegir. Uno puede elegir libremente si tiene oportunidades. No solamente más oportunidades sino que puedan acceder a ellas. Yo llegué a la Ciudad hace 19 años. Me crié en un pueblo muy chico, vine a estudiar, me gané una beca, hice toda mi vida profesional y personal en la Ciudad de Buenos Aires. Y lo que tuve en todo ese momento fueron oportunidades.
— No es el caso de la mayoría de los jóvenes de hoy.
— Es que la situación está mucho peor. Y vemos un gobierno nacional que lo único que piensa es cómo puede sobrevivir en el poder. Vemos a una Vicepresidenta y a un Presidente que se preocupan por construir salvavidas para ellos mientras todo el resto de los argentinos nos hundimos. La semana pasada fue noticia que hubo reunión de gabinete en el gobierno nacional, que los ministros se sentaron a hablar de la gestión. Nosotros, en el Gobierno de la Ciudad, hace años que nos juntamos todos los miércoles a las 8 de la mañana en distintos lugares de la Ciudad para hablar de la gestión, para ver cuáles son los proyectos, qué temas tenemos que resolver. Esa es una forma de ser y hacer. Y también es otra manera de comunicarnos con los jóvenes.
—Elisa Carrió dijo que Rodríguez Larreta es “ni” y no se juega. Patricia Bullrich, que no hará reformas de fondo porque “tiene una idea más de negociar que de enfrentar”. ¿Qué siente ante estas críticas de los propios aliados?
— Horacio es un hacedor 24x7. Es una persona que continúa la transformación que había iniciado Mauricio Macri en la Ciudad, pero que revolucionó la manera en que se gestiona. Lo vemos en la educación, en la salud, en la seguridad. Sus convicciones son bien profundas y su capacidad de liderazgo en el hacer requiere firmeza, convicción.
— Bullrich también sostuvo que el triunfo electoral en la Ciudad no fue lo que esperaban y puso de nuevo bajo la lupa un tema que ya se analizó: ¿no hay una demanda de mayor dureza por parte del electorado porteño?
— Cuando pienso en firmeza, pienso en la demanda contra la Corte Suprema por la coparticipación, en la batalla por las escuelas abiertas. Hay elementos de sobra para hablar de la firmeza y la convicción de Horacio para llevar adelante transformaciones. Pero lo más importante es no hablar de nombres propios, Juntos por el Cambio tiene que hablar de ideas y de la capacidad para implementarlas de cara al 2023. Toda nuestra energía tiene que estar puesta ahí.
— Hay una pregunta clásica para todos los dirigentes de Juntos por el Cambio: ¿cuál tiene que ser el papel de Mauricio Macri? ¿Debería competir de nuevo por la Presidencia?
— Mauricio es súper importante en todo este espacio, es el fundador de este espacio junto con Lilita (Carrió) y con Ernesto (Sanz). Tiene un rol clave por la unidad de nuestro espacio. Está activo. Tiene un rol muy, muy, muy importante.
— ¿Por qué falta tanto para las elecciones de 2023, pero parece que se hubiera anticipado el clima electoral entre los dirigentes? ¿Es por el peso de las peleas en el Gobierno? ¿Por la crisis social y económica?
— Es, por supuesto, por la situación del gobierno nacional y lo mal que la estamos pasando. Hay una demanda de propuestas: “Ustedes qué van a hacer, qué están preparando, qué es lo que quieren hacer, ya fueron gobierno, qué aprendieron, por qué lo van a hacer mejor”. Ahí es donde Juntos por el Cambio tiene una responsabilidad muy grande los próximos meses y tiene que focalizarse. Y esta idea de “estamos pasados diez estaciones, estamos hablando de candidaturas cuando lo que tenemos que hablar ahora es sobre cuál es nuestro programa”. Eso es muy importante, basta de políticos hablando de política, la agenda de Juntos por el Cambio no puede ser Juntos por el Cambio. Tiene que decir qué están pensando sus equipos, qué aprendimos, cómo lo queremos hacer, de qué manera, cuál es el sentido, para qué estamos unidos.
— ¿Ese clima electoral anticipado es también porque la gente mira a la oposición ante la magnitud de la crisis? ¿Cree que hay una demanda sobre si van a hacer lo mismo que en el gobierno de Macri o algo distinto?
— Lo que ven es un gobierno nacional que está completamente disociado, con agendas que no tienen nada que ver con lo que les pasa a los argentinos, la inflación, el desempleo, el aumento de las tarifas, y lo que ven es que piensan sólo cómo se puede modificar la Corte, el Consejo de la Magistratura. Una agenda que tiene que ver con privilegios, con perpetuarse en el poder. No tiene nada que ver con las necesidades que tienen los argentinos. Entonces obviamente los que nos miran dicen: “Ustedes tienen una responsabilidad, cómo se están preparando”. Esa es la conversación con nuestro electorado y con los argentinos en general.
— En esa conversación, ¿tienen en cuenta que la gente está cansada de ajustarse el cinturón mientras se mantienen los privilegios de la política? ¿Un eventual gobierno de Juntos por el Cambio tiene previsto modificar ese cuadro?
— Sí, de hecho, el pobierno de la Provincia de Buenos Aires, cuando estábamos nosotros, del 2015 al 2019, avanzamos con una agenda muy importante desde ese momento con todo un plan de mejora del gasto y de achique de estructuras.
— ¿En la Ciudad también lo hacen?
— Sí, la Ciudad también lo viene haciendo. Cuando el gobierno nacional intempestivamente le corta a la Ciudad el 13% de presupuesto por la coparticipación, que era el presupuesto de todo el Ministerio de Educación para un año, la Ciudad de Buenos Aires afronta parte de ese recorte con un plan de mejora del gasto muy grande. La Ciudad está convencida también de ese Norte. La Legislatura también, lo viene haciendo en los últimos seis años. Creo que en el próximo gobierno el primer esfuerzo tiene que hacerlo la política para lograr ese intercambio, esa conversación, ese diálogo con los argentinos.
— ¿En qué debe traducirse ese esfuerzo?
— Yo sé que lo están estudiando en el Congreso de la Nación. Hay distintos elementos que hay que estudiar bien en profundidad y sobre los que que hay que avanzar. Por ejemplo, la bicameralidad en las provincias y las jubilaciones de privilegio.
— Usted es muy joven, se capacitó y podría tener una excelente carrera en el sector privado. ¿No estaba más cómodo antes de entrar en la función pública? ¿Se arrepiente de haberse metido en el famoso “barro” de la política?
— Es un salto grande, pero yo lo hago con mucha alegría desde la convicción. Estoy convencido de que hay otra forma de hacer las cosas en política y me metí por eso. Tenemos una responsabilidad enorme de caminar por la calle dando el ejemplo y mostrándole a todos que hay otra manera de hacer política y que va más allá de la gestión. Nosotros somos una coalición de gobierno que tiene más de diez partidos. En la Legislatura, esta coalición es diversa, es heterogénea, y yo tengo un rol de coordinación de todo eso. Y lo que caracteriza a esa coordinación es el diálogo para generar los consensos, que es la manera en que se hacen las transformaciones. Muchas de las grandes transformaciones que hizo la Ciudad surgieron de leyes y esas leyes nacen de consensos, de acuerdos, de diálogo. Por eso me da mucho orgullo decir que soy parte de eso.
— ¿Por qué esos consensos no se alcanzaron con el Estatuto Docente, criticado por los sindicatos?
— Es un proceso que arrancó hace cinco años el Ministerio de Educación y en el que habló con todos los actores: todos fueron escuchados y participaron cerca de 20.000 docentes. Lo que simboliza esta reforma es un estatuto que desde hace 30 años no se modifica. Desde 1985, el año en que nací, cuando se usaban las máquinas de escribir y no había Internet. Pero cambió todo y hay necesidad de aggiornarlo. Lo que busca el estatuto es básicamente poner el incentivo en la formación y no únicamente en el paso del tiempo, en la antigüedad. Lo que busca es generar lo que se llama una carrera horizontal. Que aquellos docentes que quieren crecer, tener más jerarquía, tener un incentivo económico, puedan hacerlo estando frente al aula. Además, formaliza el rol de los preceptores, que fueron clave durante toda la pandemia en el acompañamiento de los estudiantes y principalmente cuando volvieron a las escuelas. Y se inscribe en la transformación más integral que tiene la política de educación en la Ciudad, que tiene que ver con las jornadas extendidas, las prácticas formativas. Por ejemplo, la semana pasada el gobierno porteño lanzó formalmente las prácticas formativas educativas. Van a ser 29.000 alumnos del último año del secundario que van a poder hacer prácticas en el sector privado, el tercer sector o el sector público, lo que ellos quieran para su vocación. Ya hay inscriptas más de 600 organizaciones y arrancaron ayer 10.000 alumnos. Eso es muy importante porque forma a los chicos y chicas de la Ciudad en competencias, en habilidades, para cuando tengan que dar su paso al mundo real, al mundo del trabajo. Y eso es una visión de hacia dónde queremos que los jóvenes de la Ciudad se formen. La Ley del Estatuto Docente trabaja en ese sentido y consolida una transformación de varios años en la Ciudad, que busca básicamente una educación de calidad.
— Rodríguez Larreta cree que si llega a la Presidencia debe tener el apoyo del 70% del electorado para hacer las reformas necesarias. Pero ¿para alcanzar ese 70% no hay que negociar y conceder, y así se debilitan las transformaciones?
— Las transformaciones que son sustentables, es decir, aquellas que dan marcha atrás cuando viene un próximo gobierno, requieren de consensos, de que todos valoremos que estamos mejor que antes. Eso es una transformación profunda, que va al hueso. Y la Argentina necesita transformaciones profundas porque es la manera de que generar más empleo, de que aquellos que quieren invertir vean que las transformaciones son de mediano y largo plazo. Esa es la importancia del consenso y el diálogo.
— ¿La crisis interna del Frente de Todos puede derivar en algún conflicto institucional grave?
— El sistema democrático en Argentina está garantizado y es lo que los argentinos queremos. Sí siento un nivel de disociación cada día más amplio con lo que estamos esperando los argentinos. Vemos un kirchnerismo que está preocupado por sus internas mientras todos estamos esperando y diciendo: “Pará, ¿y qué hacemos ahora? La inflación del mes pasado fue de 6,7%, ¿cuánto va a ser la de este mes? ¿Cómo seguimos adelante? ¿Qué solución dan? Necesitamos que lo que digan y lo puedan cumplir.
— Pese a todo, ¿usted es optimista? La clase dirigente, en general, transmite pesimismo.
— Sin dudas, soy optimista. Hay un futuro mejor para los argentinos. La Ciudad de Buenos Aires es un ejemplo de que hay otra forma de hacer, que tiene que ver con la manera en que se gestiona. Los argentinos nos merecemos empezar a hablar de futuro. El presente es muy oscuro, difícil, muy malo, pero para los argentinos hay un mejor destino.
— ¿Aunque gane Milei las elecciones?
— Los argentinos necesitamos votar un plan de gobierno, un programa serio, con iniciativas concretas, y Juntos por el Cambio tiene que tener la mejor oferta en 2023.
— ¿No quiere ni mencionarlo a Milei directamente?
— No, es que el eje está en lo más importante, que son las ideas, el programa. Tenemos que focalizarnos en eso.
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