“A veces hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño”. La cita, expresada por un funcionario de La Cámpora, alude al título de una de las cartas que publicó en 2014 Cristina Kirchner. En ese momento, la entonces presidenta escribía sobre el ex gobernador bonaerense Eduardo Duhalde, pero en el actual contexto, en el kirchnerismo retomaron sus palabras para referirse a Alberto Fernández, poco después de que el jefe de Estado respondiera, por primera vez en público en meses, a los feroces cuestionamientos de La Cámpora, en especial por la gestión del ministro de Economía, Martín Guzmán.
El Presidente había decidido hacer mutis por el foro, según dejaron saber en Casa Rosada cuando empezaron a enardecerse las críticas kirchneristas, hace más de un mes. En esa tesitura se mantuvo durante semanas, a pesar de los cuestionamientos crecientes en su contra, por redes y medios, de los principales alfiles de Máximo y Cristina Kirchner. Pero ayer la estrategia cambió, luego de que el ministro de Desarrollo Comunitario de la Provincia, Andrés “Cuervo” Larroque, embistiera con una frase aún más fuerte, al menos en comparación con las que viene hilando desde la marcha por el Día de la Memoria. El 24 de marzo había dicho que Alberto Fernández “ganó con el 4% de los votos”. Y la semana pasada opinó que “a Guzmán no lo votó nadie”. Esta mañana fue más allá y lanzó, lisa y llanamente, que el Gobierno “es de La Cámpora”.
Casi en simultáneo, y en una línea similar, su jefa, Cristina Kirchner, ratificó la frase que había deslizado durante su discurso durante la cumbre de EuroLat en el CCK. “Que te pongan una banda y te den el bastón no significa que te den el poder“, había dicho. Entonces, sus laderos habían negado que la frase hubiera sido en contra del Presidente. “Lo dijo muchas veces, en referencia al poder real. No tiene nada que ver con la interna”, habían advertido, preocupados por las lecturas en el sentido opuesto, que florecían por doquier. Ayer al mediodía, como Larroque, la Vicepresidenta redobló la apuesta y volvió sobre el mismo eje: “Se puede ser legítimo y legal de origen, y no de gestión”, dijo en Twitter. Esta vez, nadie intentó desviar el blanco del dardo.
En Balcarce 50, los colaboradores del Presidente no esperaban que respondiera, y creían que se mantendría incólume como durante el último mes, pero ocurrió lo contrario. “Yo no soy el dueño del Gobierno, nadie lo es”, dijo Alberto Fernández desde General Pico, La Pampa, adonde viajó a hacer una serie de anuncios con el gobernador peronista Sergio Ziliotto sobre inversiones millonarias en obras que, en el contexto de crisis política, pasaron inadvertidos. Junto a él estaba sentado Eduardo “Wado” de Pedro, que si bien es tan camporista como Larroque, se presenta como nexo político-institucional moderado entre el Presidente y el kirchnerismo. A pesar de lo descarnado de la interna, el ministro político elige, adrede y con el aval de Cristina Kirchner, mantenerse al margen de la exposición de la interna. Y Alberto Fernández, al compartir distintos actos con él, se presta a ese juego de señales contradictorias. En el Gobierno denominan ese tipo de acciones como “unidad hasta que duela”.
En La Cámpora esperaban con ansias una reacción de Alberto Fernández, y consideraron logro que ocurriera. Pero a pesar del “triunfo”, aún aspiran a que Guzmán salga eyectado, mientras que vuelven a apuntar, también, contra sus pares de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni. “Hay que pegarle para que actúe, así funciona. La única forma de que reparta es apretándolo. Y a la postre lo termina haciendo”, dijo un funcionario kirchnerista, que justificó su afirmación en los cambios que apuró el jefe de Estado en el Gabinete, el año pasado, después de la carta de Cristina Kirchner por la derrota en las PASO.
Las actuales embestidas son, según el camporismo, una continuidad de aquella disruptiva misiva. “La cuestión de fondo, nuestra línea estratégica, ya fue trazada en la carta de Cristina. Ahí está la base de todo: que no es Alberto, ni es Guzmán, son las políticas económicas. Ese era y es el punto”, sostuvo un integrante de peso en la fuerza de Máximo Kirchner.
En el Gobierno aseguran que la respuesta de Alberto Fernández fue “políticamente correcta” y que no derivará en cambios en el Gabinete, sino que el Presidente mantendrá sus acciones restringidas al terreno de las palabras y la gestión. “Lo que dijo Alberto fue en un marco y con un tono institucional. Dijo que gobierna para el pueblo y que el gobierno es del pueblo. No le responde al Cuervo, como sí lo hacen Aníbal (Fernández, el titular de Seguridad), (el ex ministro Agustín) Rossi o (el líder piquetero, Luis) D’Elía”, dijeron en la sede del Gobierno, y agregaron que no encuentran justificación a la perpetuación de los cuestionamientos.
Creen que ya están incluyendo al sector duro en la gestión, como viene exigiendo La Cámpora, y ponen como ejemplos las actividades de los últimos días: el acto de anteayer con Luana Volnovich, titular del PAMI; la asignación de más gendarmes en Rosario a través del Ministerio de Seguridad para paliar las consecuencias violentas del narcotráfico; el acto de ayer en tierras pampeanas con De Pedro por el programa Capitales Alternas; y se adelantan al cónclave del próximo viernes con intendentes y el gobernador fueguino, Gustavo Melella, en Ushuaia, para un anuncio sobre nuevas viviendas. “Nuestra respuesta es la gestión, y estamos gestionando. Si quieren sumarse, que se sumen. Y si se quieren ir, que rompan. Pero son ellos los que rompen, no nosotros”, remarcó, con tono vehemente, un funcionario muy cercano a Alberto Fernández.
En Balcarce 50 sostienen que la expectativa del ala dura del Frente de Todos sobre la salida del ministro de Economía se verá frustrada. Repiten, como hace semanas, que Guzmán es intocable. Inclusive cuando ya se advierte que la cifra de la inflación de abril, que se conocerá en los próximos días, no será una buena noticia, a contramano de las aspiraciones en la Casa Rosada y en Hacienda cuando el principal indicador sobre el rumbo de la cuestionada gestión del Presidente, para propios y ajenos, es justamente la capacidad para manejar la inflación incontrolable. En el círculo íntimo del primer mandatario aún tienen esperanzas: “Sabemos que pinta mal, pero no tan mal. Si se mantiene igual o baja un poquito, festejamos. Si sube, estamos al horno”, admitió, crudamente, un alfil presidencial, con el recuerdo fresco del 6,5 por ciento del mes pasado.
Como si fuera poco, hoy se coló en la agenda pública otra diferencia entre La Cámpora y el “albertismo”, esta vez por un tema vinculado a la gestión del agua y la energía, que es clave en el centro del país. En su mensaje desde General Pico, el Presidente adelantó que no laudará a favor de Mendoza por Portezuelo del Viento, como viene exigiendo el gobierno del opositor radical Rodolfo Suárez. Reveló que, en cambio, ordenará un estudio ambiental, en un intento de hacer equilibrio en la pelea entre esa provincia y La Pampa. Su decisión despertó el rechazo de una de las principales alfiles de Cristina Kirchner, la senadora nacional mendocina y dirigente de La Cámpora, Anabel Fernández Sagasti, que hacia el final de la tarde condenó abiertamente la medida presidencial al considerar -en un hilo de tuits- que se privilegia una postura “caprichosa y demagoga” de parte de La Pampa.
Después del nuevo giro en la espiral del conflicto, que tuvo como novedad principal la primera reacción de Alberto Fernández en mucho tiempo, hay expectativa por los dos actos que encabezarán prácticamente al mismo tiempo, en paralelo, las dos cabezas del Ejecutivo. El Presidente anunciará obras en Tierra del Fuego, mientras que la Vicepresidenta recibirá en Chaco el Doctorado Honoris Causa de la universidad nacional junto al gobernador Jorge Capitanich, su ex jefe de Gabinete y uno de los pocos dirigentes del oficialismo que declara abiertamente sus aspiraciones a la presidencia.
Un funcionario en Balcarce 50 elaboraba, esta tarde, una comparación entre la distancia geográfica y política de los eventos políticos de la jornada final de esta semana. Y se preguntaba, como muchos en el Frente de Todos, cuál será el cariz de los mensajes que se escucharán pasado mañana, respectivamente, en el sur y el norte del país. Un hombre del kirchnerismo opinó que los mensajes cruzados de hoy fueron la antesala de un pico máximo en el conflicto político. Pero en lugar de augurar una ruptura que, por ahora, de un lado y otro siguen rechazando, aventuró que con la disparada de cruces podría estar preparándose el terreno para un entendimiento, aunque bajo términos inciertos. Mientras tanto, crece el hartazgo en las distintas terminales del Gobierno por el foco permanente en la interna. Algunos lo atribuyen a los medios que la exhiben. Otros, a los dirigentes que se enfrentan en público y alimentan la exposición de la grieta interna en medio de la crisis económica.
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