“Acá los que están construyendo la derrota son (Martín) Guzmán, (Matías) Kulfas y (Claudio) Moroni”. La frase del secretario general de La Cámpora -la organización política más grande del país y una de las bases sustanciosad del Frente de Todos- Andrés “Cuervo” Larroque no dejó lugar a conjeturas. Lo dicho por el también ministro de Desarrollo de la Comunidad del gobierno de Axel Kicillof señaló con nombre y apellido al problema central que el cristinismo vislumbra sobre el gobierno nacional: la falta de distribución del modelo económico reinante que sostienen los ejecutores de la política económica. El otro es la actitud del presidente Alberto Fernández para con la vicepresidenta Cristina Kirchner: no llamarla.
La carencia para palpar el crecimiento y reactivación que promueve discursivamente la Casa Rosada es el meollo de la cuestión para los principales dirigentes de La Cámpora. Ese podría considerarse el punto macro. Sin embargo, en el tramo político hay más y tiene que ver con la construcción y el rumbo del Frente de Todos, desde su constitución hasta esta parte. En la organización que conduce Máximo Kirchner -donde Larroque, a través de su rol de Secretario General, se ha vuelto una especie de vocero con distintas entrevistas- trazan una breve línea histórica. En ese recorrido coinciden que hasta las PASO del 2019 ni Guzmán, ni Kulfas, ni Moroni, contribuyeron a la construcción política del Frente de Todos. El ejercicio político -magnánimo dijo Larroque- fue de Cristina Kirchner.
Pese a ello, el equipo económico/productivo que definió Fernández fue aceptado. Sobre los dichos particulares de Larroque, un dirigente de la Cámpora describe el escenario: “El Cuervo hizo muchos esfuerzos para construir el Frente de Todos, como todos nosotros, y lo que vemos es que no se tuvo en cuenta eso; de hecho, tampoco estamos cumpliendo con el contrato que le ofrecimos a la sociedad en la elección del 2019. No le resolvemos los problemas a la gente”. Los esfuerzos a los que hace referencia se enfocan en el acercamiento a sectores refractarios a lo que había sido la gestión kirchnerista propiamente dicha.
Lo que se discute puertas adentro, pasó el umbral y se esparció hacia afuera. “No nos sorprende lo del Cuervo, esto ya se lo habían hecho saber al presidente de distintas manera, ahora fue en los medios”, asegura una funcionaria kirchnerista que no es de La Cámpora pero convive en la gestión.
“El gobierno es nuestro”, dijo Larroque. Ante la consulta de Infobae, una fuente de La Cámpora amplió: “En nuestro gobierno, el gobierno del kirchnerismo, no puede haber un ajuste como el que está habiendo y quienes ajustan son, casualmente, aquellos que aparecieron después de las PASO de agosto del ‘19 (Moroni, Guzmán y Kulfas) y son los que no están cumpliendo el contrato electoral”. Larroque dijo que no piensan en 2023 y que el problema es ahora, pero en el kirchnerismo ya deslizan que si la ecuación no cambia, no va a haber 2023 para nadie.
En cada intervención de Larroque la tensión se agudiza. Nadie, en el universo kirchnerista, da garantías de que la escalada haya terminado. Y, salvo Máximo Kirchner en algún acto en territorio bonaerense y bajo su rol de presidente del PJ provincial, es Larroque el designado para marcar con firmeza el rumbo que se anhela; pese a que el propio ministro de Desarrollo diga -como lo hizo durante la nota con María O’Donell en Urbana Play- que hablaba a título personal.
Guzmán, Kulfas y Moroni están apuntados. En el cristinismo no dejan trascender nombres concretos para un potencial reemplazo. Mientras tanto, en el gobierno de Kicillof ven pasar los misiles y buscan esquivar las esquirlas de los proyectiles. Sin embargo, el mandatario bonaerense largó algunas señales de disconformidad como lo hizo esta semana desde Lanús, donde al cerrar un acto con intendente de la Tercera sección electoral sentenció que “no puede haber crecimiento sin justicia social”. Es que, como relató Infobae, en el kirchnerismo reconocen el crecimiento post pandémico con algunos indicadores positivos, pero el cuestionamiento -nuevamente- está en la política distributiva.
Ni el método ni los resultados: no hay redistribución y la guerra contra la inflación fue declamativa. En La Cámpora creen que el método de los tres funcionarios del gabinete apuntados no tiene resultados eficaces y no hay señales -sostienen- de que vaya a cambiar en el corto plazo.
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