Durante la 12ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, la Iglesia advirtió por el crecimiento de la grieta, al afirmar que “hay un contexto reticente al diálogo y afecto al monólogo”. Así lo expresó Monseñor Oscar Ojea, Obispo de San Isidro y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en su Homilía de la Misa de Apertura.
“En su primera Encíclica, Ecclesiam Suam, San Pablo VI plantea la relación de Dios con la humanidad como un diálogo, que comienza con el diálogo de la creación. Más adelante en la misma carta pone cuatro características necesarias para el diálogo: este debe ser claro, confiado, sencillo y prudente. Sin embargo, muchas veces este diálogo fracasa o se hace imposible llevarlo adelante. La misma palabra de Dios en la liturgia de hoy nos da cuenta de diálogos que no fructifican”, comenzó contextualizando Ojea.
Y luego sí, aludió de lleno a los conflictos en el ámbito político: “Encontramos hoy un contexto nacional y mundial reticente al diálogo y afecto al monólogo. En la escena nacional todo es controversial. La primacía de las emociones y las pasiones divide familias y amigos. En este clima se hace muy difícil pensar y escuchar”.
“Nos llenamos de rencores y nos alejamos unos de otros. Muchas veces elegimos el silencio en nuestros encuentros y preferimos por temor al conflicto, evadirnos con temas triviales, aunque es difícil encontrar algunos en los que no haya controversia”, completó con respecto a la grieta.
Posteriormente, el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina también hizo hincapié en los acontecimientos que se dan fuera de la Argentina: “Como telón de fondo en el plano internacional tenemos la realidad de la guerra y todas sus consecuencias humanitarias que pueden ir blindando nuestro corazón para sucesos tan tremendos como las muertes diarias de tantos, en especial la muerte de niños, la desesperación de los refugiados. Todo esto unido al rápido enriquecimiento económico de algunos que lucran con las guerras y la venta de armas”.
“Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo dialogar, para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar. No hace falta decir para qué sirve el diálogo, me basta pensar que sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta”, agregó Monseñor Ojea.
Ya para concluir su Homilía, el Obispo de San Isidro afirmó: “Tenemos la responsabilidad de dialogar para llegar juntos a la manifestación de algunos indicios del querer de Dios para nosotros, para su pueblo que peregrina en la Argentina. Es una responsabilidad, pero sobre todo es una gracia para la que hay que disponerse y abrirse porque supone nuestra naturaleza y el Señor no es de avasallar libertades”.
“Le pedimos a la Virgen de Luján, la patrona de nuestro pueblo argentino, que nos ilumine en estos días para enriquecernos con la diversidad de nuestras experiencias y miradas y alegrarnos pos descubrirnos nuevamente renovados en la gracia de la comunión fraterna”, consideró Ojea.
Recientemente, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina había compartido una reflexión por la celebración del Domingo de Pascua, en la que no escatimó advertencias al conjunto de la dirigencia política y el Gobierno, entre las que reclamó “no distraerse en posicionamientos hacia el futuro”, en una referencia con connotaciones electorales.
“Vivimos momentos muy difíciles en nuestro país, asistimos a una cierta descomposición de los vínculos entre actores sociales, reina la profunda desconfianza, se usa un lenguaje agresivo, muchas veces se maltrata. Todo esto entretiene en un sentido y hace perder de vista el problema fundamental: cómo atender las necesidades de nuestro pueblo, especialmente las necesidades más urgentes”, sostuvo.
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