El actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, fue reelecto como Jefe de Estado por un nuevo período de cinco años tras vencer en el ballotage a la abogada y líder de la extrema derecha Marine Le Pen. Según estimaciones, el candidato de La República en Marcha (LREM) obtuvo un 58,2% contra un 41,8% de la postulante de la Agrupación Nacional (RN).
Pocos minutos después de conocerse el triunfo de Macron, el presidente Alberto Fernández lo saludó en sus redes sociales y celebró el resultado. “Las y los franceses se expresaron claramente en favor del proyecto democrático de Emmanuel Macron. Frente a las voces estridentes de la extrema derecha, propagadoras del odio y del prejuicio, la fuerza tranquila de los demócratas vuelve a ser la mayoría política de Francia”, sostuvo.
En esa línea, el Jefe de Estado argentino indicó: “Las voces agresivas y confrontacionales no son la respuesta. En tiempos de redefiniciones en el escenario internacional, la victoria de Macron es fundamental para profundizar el multilateralismo”.
Macron se convirtió en el primer presidente francés en conseguir el segundo mandato de forma consecutivo. En tanto, se dio una victoria más estrecha que en 2017, cuando el actual Presidente venció también a Le Pen con un 66,1% de votos contra el 33,9%.
La líder de la extrema derecha asumió la derrota electoral pocos minutos después de que cerraran los colegios electorales (a las 20 de Francia, las 15 hora Argentina). “Gracias por todo”, escribió Le Pen en su cuenta de Twitter y luego agregó en declaraciones a la prensa: “El resultado de esta noche representa en sí mismo una victoria rotunda. No tengo ningún resentimiento ni rencor por haber perdido”.
“Siento un profundo agradecimiento a todos los que confiaron en nosotros en la primera vuelta, y a todos los que nos acompañaron en la segunda”, remarcó la candidata presidencial derrotada. Según datos del Ministerio del Interior, la participación en la segunda vuelta alcanzaba un 63,23%, dos puntos menos que en 2017 (65,3%).
Esta cifra también marca un descenso de casi dos puntos con respecto a la participación a esa misma hora en primera vuelta (65 por ciento). El ballotage se dio con las encuestas en favor del actual mandatario, pero la acotada diferencia con la dirigente de la extrema derecha configuraba en un delicado y expectante escenario a futuro en Europa, marcado por el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia y el temor por el ascenso de figuras conservadoras.
La segunda vuelta surgió del resultado de las primarias en las que el presidente centrista se impuso con el 27,85% de los votos ante la líder de Agrupación Nacional que obtuvo un 23,15%, pero que, aún así, resultó insuficiente y tras el primer debate presidencial televisivo durante el último tramo de la elección.
La clave en la elección estaba en cómo votarían los seguidores del candidato de extrema izquierda Jean-Luc Mélenchon, dado que en 2017, los votantes que responden a Mélenchon en la primera vuelta se volcaron, en su mayoría, por Macron y tan solo un 5% eligió a Le Pen.
Pero casi un total del 45% de los votantes de izquierda optaron por no asistir a votar o hacerlo en blanco. Con base en el malestar económico y la tensión internacional, las encuestas manifestaban que las abstenciones o votos en blanco podrían haber aumentado durante esta elección.
El actual mandatario comunicó que votó a través de un gift publicado en sus redes sociales en el que se lo ve depositando el sobre de papel madera en la urna. “He votado. A los miles de franceses y francesas que permiten que se lleve a cabo la votación: gracias. En los colegios electorales de nuestras ciudades y pueblos, ustedes son el corazón palpitante de nuestra democracia”, tuiteó Macron.
Algunas horas antes, lo hizo Le Pen y lo dio a conocer de la misma manera, con un mensaje más escueto. Si Le Pen hubiera ganado se convertía en la primera jefa de Estado de extrema derecha en la historia del país y en toda Europa.
Los roles de ambos candidatos en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania fueron bien dispares, mientras el actual presidente se mostró abierto al diálogo y como mediador en la contienda, la líder derechista es una aliada directa de Vladimir Putin, por lo que si hubiera ganado fortalecería a Moscú, debilitaría a la OTAN y generaría crisis en la Unión Europea.
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