El inesperado anuncio que hizo el lunes Alberto Fernández junto a su par de Ecuador, Guillermo Lasso, sobre la intención del Gobierno de “recomponer” el vínculo con Venezuela porque los problemas en ese país “se han ido disipando” fue el fruto de una decisión que se tomó en los últimos días y que avanza con reuniones secretas orientadas, en principio, al nombramiento de un embajador en Caracas después de cinco años de representación de segundo rango. El plan avanza a pesar de las críticas locales e internacionales de las últimas horas en atención a las violaciones a los Derechos Humanos en la tierra de Nicolás Maduro, y en la Casa Rosada niegan que se trate de una jugada para acercar posiciones con Cristina Kirchner.
Tras conocerse la decisión política, dos organizaciones humanitarias de proyección global como Amnistía Internacional y Human Right Watch cuestionaron el gesto de acercamiento al régimen de Maduro y también subrayaron la persistencia de los abusos contra las libertades fundamentales de los venezolanos. También se produjo una fuerte crítica de parte de uno de los senadores republicanos más influyentes en las relaciones exteriores de EE.UU., Marco Rubio.
Después de la salida del kirchnerista Carlos Cheppi durante el gobierno de Mauricio Macri, en 2017, quedó a cargo de la embajada argentina el Encargado de Negocios, Eduardo Porreti, que había sido nombrado durante la gestión de Cristina Kirchner y continuó en sus funciones los cuatro años de la gestión de Cambiemos. En el Gobierno creen que ahora es el momento de elevar el nivel de la representación porque, entienden, desescaló el conflicto interno venezolano, en lo político y civil. Se basan, para ese diagnóstico, en el desarrollo de las elecciones regionales, el año pasado, que “se ajustaron a parámetros democráticos” y “donde se impuso la oposición”, según destacó un alto funcionario.
La decisión de “recomponer” el vínculo, que se había enfriado al máximo durante el macrismo y nunca se volvió a reactivar, se tomó sobre la hora. ”No se habló de esto más allá de la semana pasada”, admitió una alta fuente al tanto de los diálogos. Es, tal vez, una demostración del apuro para avanzar con la iniciativa.
Si bien por ahora no está prevista una reunión con la agregada de negocios de Venezuela en la Argentina, Stella Lugo, en Nación aseguraron que el vínculo con la diplomática es “periódico” y que no está descartada alguna conversación en lo sucesivo. Los diálogos se mantienen de manera discreta y con bajo perfil, pero en el Gobierno están confiados en que Caracas “probablemente habrá tomado muy bien el anuncio de Alberto”.
Por ahora en la Casa Rosada no quieren confirmar que el nombre que presentará como candidato será el de Oscar Laborde, diputado del Parlasur y ex dirigente del Partido Comunista, que tiene el respaldo del kirchnerismo más alineado con la Vicepresidenta. Tampoco quisieron informar si ya se presentó su perfil ante el gobierno venezolano. Sin embargo, una alta fuente oficial admitió que seguramente se imponga su nombre. Antes, su pliego deberá tener la aprobación del Senado, donde el Gobierno perdió representación en la última elección y ya no cuenta con la mayoría de los dos primeros años de la gestión.
Señal en la interna
A diferencia de otros nombramientos diplomáticos, Alberto Fernández imprimió al anuncio sobre el vínculo con Venezuela un alto perfil, al revelarlo en persona, durante una conferencia de prensa desde la Casa Rosada junto a su par regional, Lasso. Lo dijo el día de su retorno a la sede del Gobierno después de una semana de ausencia por su paternidad, cuando se esperaban anuncios respecto de los cambios en el Gabinete que se rumorean hace semanas para empezar a dirimir, si fuera posible, las diferencias políticas y de gestión en la administración nacional.
La oposición vio en sus palabras un claro guiño a Cristina Kirchner, ex presidenta de relación históricamente estrecha con los gobiernos chavistas. Pero en la Casa Rosada niegan que sea parte de una estrategia para mejorar la dañada relación del binomio. “Esto no tiene nada que ver con la Vicepresidenta”, afirmó un vocero. Mientras que un funcionario argumentó: “Ni siquiera nos consta que hoy Cristina esté alineada con Maduro. Sí con Chávez, está claro. Pero con Maduro no ha hecho ninguna expresión pública de apoyo”, rememoró.
En Gobierno aseguran que el Presidente le dio trascendencia “porque es un hecho político importante por la complejidad que tiene, en la región y en el mundo”. Pero juran que “no tiene ninguna relación con la interna local”. “Hoy todo se lee en esa clave, pero no todo se puede enmarcar así. Es una decisión estratégica del Presidente a nivel internacional y regional”, dijeron.
El intento de mejorar las relaciones con un país acusado por severas y reiteradas violaciones a los Derechos Humanos y civiles ya provocó una ola de expresiones condenatorias. Sin ir más lejos, ayer el presidente interino en Venezuela, Juan Guaidó, férreo opositor a Maduro, rechazó las declaraciones de Alberto Fernández: “Negar la dictadura no ayuda a los venezolanos”, dijo. Mientras que Amnistía Internacional publicó una dura carta donde destacó que “los problemas de derechos humanos” en ese país “no se han disipado”. A nivel doméstico, también la oposición de Juntos por el Cambio embistió contra la Casa Rosada, a través de redes sociales y declaraciones a medios. Pero en el Gobierno se mantienen firmes y señalan que el nombramiento de un embajador “no significa avalar todo lo que ocurre en Venezuela”.
“¿Por qué un país como la Argentina no puede tener una alta representación donde otros países tienen embajadores?”, se preguntó un funcionario de alto rango al tanto de las gestiones diplomáticas. Y nombró, como ejemplos, a Francia, Alemania, Japón, Portugal, India y Suiza. “¿Alguno de esos países puede ser acusado de bolivariano?”, siguió, retóricamente. Y se contestó: “Tienen representantes porque creen que es mejor tener interlocución con otro país, que no tenerla”.
En la misma línea, no creen que la jugada geopolítica pueda traer problemas en la relación con Estados Unidos, cuando la Casa Blanca busca aislar a los aliados de Vladimir Putin en América Latina por la guerra en Ucrania. Tampoco creen que vaya a incidir en las conversaciones para renegociar las metas del acuerdo con el FMI. “Debería haber un margen de realismo entre los analistas. No es justo decir que si se manda un embajador se está consintiendo todo lo que pasa en Venezuela. No significa nada”, se atajaron en el Gobierno. Y recordaron que el gobierno de Joseph Biden envió en marzo una delegación de alto nivel a Caracas para dialogar con el gobierno de Maduro y con la oposición “para discutir diferentes temas, entre ellos la seguridad energética”, según señaló hace un mes la portavoz de Biden, Jen Psaki.
Por su parte, en los campamentos kirchneristas evitaron hacer el más mínimo registro público de la decisión. Ningún dirigente de importancia salió a mencionarlo. Y los cristinistas “satelitales” o “marginales”, como los llaman en la Casa Rosada y en la propia órbita K, no bajaron el tono a sus habituales críticas al Presidente. Al día siguiente del anuncio, la ex embajadora en Venezuela, defensora de Hugo Chaves y del régimen de Maduro, Alicia Castro, embistió contra Alberto Fernández en una entrevista con Radio Capital, al considerar su elección, directamente, como “un error”. “Él eligió no gobernar con Cristina Kirchner y co-gobernar con el Fondo Monetario Internacional”, disparó la fundadora del partido Soberanxs junto a otros ex funcionarios kirchneristas, Amado Boudou y Gabriel Mariotto.
En declaraciones en reserva, un portavoz de La Cámpora dijo que retomar las relaciones con Venezuela sería visto como “volver a la línea correcta”, pero marcó que, en caso de que fuera un guiño para la Vicepresidenta, es insuficiente para arreglar el vínculo. “Es muy poco. A lo sumo, no descompone”, acotó.
Mientras tanto, ayer algunos funcionarios se agarraban la cabeza por la palabra que usó el Presidente para describir la movida política. “La Argentina nunca rompió relaciones diplomáticas con Venezuela, ni siquiera con Macri. Se habla de recomponer en el sentido de cambiar el nivel de la representación”, explicaron. Por lo pronto, optarán por defender la simbólica medida de Alberto Fernández y avanzar, en fechas aún inciertas, con el nombramiento de Laborde en una de las capitales más problemáticas, a pesar de la serie de cuestionamientos que prometen multiplicarse, pero que consideran infundados.
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