“¿A quién ves mejor, a Horacio o a Patricia?”. Mauricio Macri se lo preguntó a casi todos los interlocutores del PRO con los que se reunió desde su regreso del exterior. ¿Qué busca con esa encuesta artesanal? Dicen que sólo está sondeando los ánimos de la dirigencia, pero que no quiere interferir en la inexorable competencia entre el jefe de Gobierno y la jefa partidaria para definir la candidatura presidencial. Todo lo contrario: procuraría que ambos se fortalezcan para que quien salga elegido en las PASO tenga una mayor legitimidad interna.
Ese también fue el sentido de la cena del martes pasado que compartieron los tres líderes del PRO, más María Eugenia Vidal y Federico Pinedo, en un restaurante de la Costanera. Fue la continuación de un encuentro reservado que se hizo en febrero porque el ex presidente estaba preocupado por la virulencia que estaba adquiriendo la pelea entre Rodríguez Larreta y Bullrich. Por eso cuando estaba en Italia, en medio del Mundial de Bridge, le anticipó a un allegado que iba a interceder en el conflicto: “Se están matando de nuevo”, dijo.
Así se explica que, apenas bajó del avión, haya organizado la comida, aunque esa noche, apenas el mozo se llevó el pedido, se produjo una dura discusión entre los dos precandidatos presidenciales que se calentó más que la carne a la parrilla que habían encargado. ¿El motivo? Los resultados de las últimas elecciones. Exaltada, Bullrich le habría reprochado nuevamente la elección de Vidal, allí presente, para competir en la Ciudad de Buenos Aires. Larreta defendió su estrategia con mucha tranquilidad y aportó cifras de los votos. Macri se mantuvo en silencio. Sólo intervino para serenarlos cuando el enfrentamiento amagó con descontrolarse. No faltó demasiado.
El clima tenso volvió a la mesa cuando hablaron sobre cómo podría definirse el postulante del PRO para la Casa Rosada. El alcalde opinó que la alternativa era realizar internas partidarias o que la decisión surgiera de un pool de encuestas de opinión, hechas por consultoras acordadas entre los dos sectores. La ex ministra de Seguridad se opuso de manera terminante y planteó que lo mejor era que ambos compitieran en las PASO. Macri no opinó. Ante el tamaño del desacuerdo, Vidal propuso postergar ese debate.
Muchos dirigentes del PRO, la mayoría de sus socios de Juntos por el Cambio, no creen que la tregua interna finalmente acordada en la Costanera se pueda sostener. Hay mucho en juego y nadie quiere ceder. Hace meses ya hubo una oferta de Rodríguez Larreta a Bullrich para que desistiera de la candidatura presidencial. “Patricia, pensá en la candidatura a jefe de Gobierno. Yo te gano las PASO”, dijo él. “No tengo los recursos que tenés vos en la Ciudad, pero te voy a ganar igual”, respondió ella. Por eso Bullrich sospechó luego de una operación larretista cuando arreciaron las versiones sobre su decisión de postularse para la gobernación bonaerense. “Es mentira. No me bajo de nada. No compito en Capital y en Provincia no tengo ni domicilio, así que es imposible”, bramó ante sus íntimos.
Ese es uno de los dilemas de Juntos por el Cambio ante la carrera hacia 2023. La pelea en el PRO puede condicionar a todo el espacio. Sobre todo si se descarrila. Eso es lo que quiere evitar Macri, pero también Gerardo Morales, el titular de la UCR, que la semana pasada, salomónicamente, se reunió por separado con Rodríguez Larreta y con Bullrich. Con ambos conversó sobre la necesidad de bajar las tensiones, aunque el gobernador jujeño tiene otra preocupación: cree que son los movimientos de Macri los que pueden poner en riesgo la convivencia en JxC. En la intimidad, aseguran que nota al ex presidente en campaña (la foto con Donald Trump le pareció un símbolo de su lanzamiento) y haciendo maniobras que apuntan a descalificar a sus potenciales rivales internos.
El titular del radicalismo estuvo reunido el lunes pasado con Larreta en la Casa de la Provincia de Jujuy, en la avenida Santa Fe al 900, en una charla discreta y a solas donde hubo espacio para hablar de una jornada sobre políticas ambientales que se hará en mayo en Corrientes, aunque el eje, por supuesto, fue la interna de JxC. Al día siguiente, este último tema también ocupó gran parte del encuentro entre Morales y Bullrich en el Hotel Four Seasons, en la Capital. Además de coincidir en una tregua interna, el líder de la UCR logró que los dos referentes del PRO respalden su idea de que, en medio de la crisis del Frente de Todos y del ascenso de Javier Mieli, Juntos por el Cambio “retome la centralidad política” con una agenda de reuniones sectoriales para analizar los problemas del país.
Esos contactos reservados prepararon el terreno para que el próximo miércoles deliberen los cuatro jefes partidarios de JxC (además de Morales y Bullrich, Maximiliano Ferraro, de la Coalición Cívica, y Miguel Angel Pichetto, del Peronismo Republicano). La escena política está dominada por la agria disputa entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, y en los medios cada vez aparece más Milei. ¿Dónde está Juntos por el Cambio? Sus máximos referentes quieren responder ese interrogante con acciones concretas que les permitan retomar la iniciativa y disimular sus peleas. De por sí, el pacto de no agresión de la dirigencia opositora incluye no hablar en off con los periodistas para que no se ventilen sus diferencias. Eso es más difícil que predecir el final de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Las últimas conversaciones entre jefes opositores ponen en evidencia otro dilema: cómo lograr un funcionamiento interno de la coalición que sirva para la carrera presidencial de 2023 y no se convierta en un obstáculo. Ya es un indicio que no se reúna la veintena de integrantes de la Mesa Nacional de JxC (inactiva desde el 10 de febrero, es decir, desde hace dos meses) y sí lo hagan los cuatro titulares de los partidos. La Coalición Cívica propondrá a sus socios que se ponga el acento en “el programa, las propuestas y la narrativa” a partir del trabajo de las cuatro fundaciones de los partidos y que se mejore el trabajo de coordinación parlamentaria.
Macri, hiperactivo en estas últimas semanas, esta vez no interferirá: viajará nuevamente a Estados Unidos, invitado por la Universidad de Georgetown, para dar charlas este martes y miércoles sobre “los desafíos actuales de la Argentina, la experiencia en la Presidencia, liderazgo, asuntos exteriores, gobernanza y gestión”, según anunció en Twitter. ¿Habrá más fotos con Trump?
En su agenda tan cargada, Macri estuvo el lunes pasado con Diego Santilli -como anticipó Infobae- y aseguran que, aunque no hubo un apoyo explícito, el ganador de las PASO en la provincia de Buenos Aires consiguió al menos el reconocimiento de que es un candidato “competitivo” para disputar la gobernación. En forma paralela, el ex presidente también alienta a Cristian Ritondo para el mismo cargo. A diferencia de lo que sucede con la candidatura presidencial, Macri apostaría a que en las primarias bonaerenses se presente un solo postulante del PRO. Como lo demostró el fuerte porcentaje de votos de Facundo Manes en las PASO de 2021, gracias a su figura y al desarrollo territorial de la UCR, es mucho el riesgo de que un PRO dividido pierda terreno ante un contrincante radical.
Tanto ante Santilli como en otros contactos, Macri se mostró obsesionado con la idea de que Juntos por el Cambio pueda consensuar un “programa de cambio”: cree que, a diferencia de lo que sucedió en 2015, un próximo gobierno no tendrá margen para aplicar políticas graduales y deberá apelar a “un paquete de shock”. Por eso el ex presidente escuchó atentamente los 7 ejes con que el ex vicejefe porteño elabora sus propuestas (seguridad, infraestructura, transformación educativa, salud pública, regionalización provincial, reforma impositiva y fiscal y cambios organizacionales en el distrito) y, sobre todo, cuando le planteó que, ante la gravedad de la crisis, hay que diseñar planes no para los primeros 100 días de gobierno sino para “las primeras 100 horas”. Macri aplaudió.
En el PRO bonaerense, de todas formas, hay algunos que comienzan a tener una inquietud: se quejan de que “los halcones” del PRO minimizan la importancia clave del distrito para ganar las elecciones de 2023. Macri y Bullrich, según referentes partidarios, descuentan que una ola de votos para Juntos por el Cambio a nivel nacional sería suficiente para imponerse en la Provincia.
Esa impresión se compartió en los corrillos del encuentro de líderes bonaerenses del PRO que se hizo hace 15 días para tratar de bajar la tensión interna, al que fueron Santilli, Ritondo, Jorge Macri (titular del PRO provincial y funcionario porteño) e intendentes como Néstor Grindetti, Julio Garro, Diego Valenzuela, Manuel Passaglia y Guillermo Montenegro, entre otros. Allí, el ex vicejefe porteño admitió que “hay varios candidatos” para la gobernación, pero pidió: “Apuntemos para el mismo lado porque tenemos el mismo adversario, el kirchnerismo”. Fue aplaudido, pero los ruidos siguen: el lanzamiento de Juntos Hacemos, el armado político de Grindetti y Garro, que se hará el 22 de este mes, ocasiona cortocircuitos en distritos donde pesa La Territorial, agrupación larretista-vidalista.
Bullrich está planificando un refuerzo de su inserción bonaerense, aunque quiere aprovechar el envión de su imagen en las encuestas y el efecto positivo de su gira por los Estados Unidos y de las reuniones de sus equipos de gobierno, pensadas para amortiguar la sensación de que le faltaba enriquecer su elenco de colaboradores. Eso mismo le transmitió el propio Macri, que busca equiparar sus chances en la interna del PRO ante la compacta impronta del larretismo. Por algo el ex presidente le pidió al diputado Hernán Lombardi que se sumara formalmente al staff bullrichista. Jorge Faurie, ex canciller de Cambiemos, se incorporó la semana pasada, un día después de reunirse con Macri en sus oficinas de Olivos. Con el mismo padrinazgo, Bullrich también alistó a Dante Sica y Claudio Avruj.
En medio de este cuadro tan complejo, los impulsores del PRO Federal (PROFE), la corriente de dirigentes del interior que se lanzó a principios de abril, definieron una agenda intensa de actividades para incidir en las decisiones partidarias y ejercer un contrapeso del “centralismo porteño”: diputados y senadores viajarán a Santiago del Estero, Salta y Neuquén para recorres sectores estratégicos de las economías regionales (como Vaca Muerta o el norte salteño). Y, coordinados por Omar De Marchi (Mendoza), Humberto Schiavoni (Misiones) y Federico Angelini (Santa Fe), preparan su segundo encuentro nacional que tendrá lugar en mayo en Puerto Iguazú. Macri, que los alienta, ya confirmó su asistencia. Todavía no está claro si irán Rodríguez Larreta (presente en el acto inaugural, en Mendoza) y Bullrich. No se lo deberían perder: esos 70 dirigentes de todo el país, decisivos para el armado de cualquier candidato presidencial, son los que se proponen incidir en el armado de las listas y en el futuro gabinete nacional.
La rebelión del PRO en el interior es otro dilema que se suma para poner a Juntos por el Cambio en la encrucijada de acelerar sus máximas definiciones. Es prematuro resolver las principales candidaturas, pero puede complicarse el horizonte de 2023 si la coalición no logra mínimos acuerdos internos que pacifiquen el camino hacia las elecciones y permitan definir sin conflictos las candidaturas, las alianzas y los programas de gobierno. Después de todo, Jaime Durán Barba ya no es el gurú opositor de antes, pero toda la dirigencia de JxC leyó espantada lo que le dijo a Jorge Fontevecchia en una entrevista: “Es posible que Milei llegue al ballotage el año próximo”.
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