Todos en el Gobierno, independientemente de a quién responden políticamente, coinciden en que si no se resuelve la crisis interna del Frente de Todos no se podrán generar expectativas. Y sin expectativas será imposible detener la espiral inflacionaria.
El alarmante dato del 6,7% de marzo, difundido ayer por el INDEC, evidenció lo que economistas y el propio Martín Guzmán preveían. Haber alcanzado la cifra de inflación más alta de las últimas dos décadas tiene fundamentos económicos pero también políticos. La solución corre por los mismos caminos.
Alberto Fernández no tomará decisiones durante este fin de semana santo. Cristina Kirchner tampoco echará leña al fuego luego de su revulsivo discurso ante la asamblea de la EuroLat. Desde el plano económico, en Casa Rosada aseguraron ayer a Infobae que no habrá nuevos anuncios; tampoco está previsto reuniones de urgencias ni declaraciones de funcionarios respecto a la suba de precios. Consideran que fueron suficientes las últimas apariciones mediáticas de Guzmán y del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.
Desde el plano político, Alberto Fernández continúa evaluando cambios en el Gabinete, movimientos que le han planteado dentro de su entorno para oxigenar -una vez más- el Gobierno y lograr celeridad y autonomía con respecto a la Vicepresidenta.
El mandatario transitó la última semana entre Olivos y el sanatorio Otamendi, donde acompaña desde el lunes a la primera dama, Fabiola Yáñez, y al recién nacido Francisco. Durante sus idas y venidas meditó y debatió con los suyos posibles nombres de ministros y secretarios para áreas clave. Durante el fin de semana largo, el Presidente seguirá acompañando a su pareja y a su hijo, y evaluando nombres y cargos en su Gabinete.
Sin embargo, solo moverá fichas si le sirve para cambiar las expectativas. No se trata de reemplazar nombres por nombres, aunque implique purgar presencia de La Cámpora. El o los nuevos ministros deben provocar al menos aires de cambio de rumbo. Hasta tanto es no sea una certeza, Alberto Fernández no tomará la decisión.
El Presidente y Cristina Kirchner saben que si no arreglan la crisis política interna, poco importa quién ejecute en cada ministerio. Así el fin de semana largo servirá de “tregua”, un respiro para el Frente de Todos.
Ayer en el Centro Cultural Kirchner (CCK), la Vicepresidenta no hizo mención al impacto de la escalada de precios registrada en los últimos meses. Pero sí lanzó una dura frase sobre el poder de los gobiernos que fue interpretada, tanto por opositores como por algunos miembros del oficialismo, como una crítica directa hacia Alberto Fernández: “Que te pongan una banda y te den el bastón no significa que tengas el poder”.
En el oficialismo buscaron relativizar su discurso y negaron que fuera un nuevo mensaje en contra del mandatario. Sin embargo, en privado Alberto Fernández admite que está dolido y molesto por las palabras de CFK.
La tensión se mantuvo estos días pese a que el pasado lunes Cristina Kirchner felicitó al Presidente y a la primera dama por el nacimiento del primer hijo de la pareja, y envió un ramo de flores al sanatorio Otamendi. En declaraciones a Radio 10, Alberto Fernández agradeció el gesto y prometió que “en algún momento” volverán a hablar con la dirigente que lo eligió como candidato en 2019.
Con la premisa de que sin acuerdo en la coalición no se puede recuperar la paz dentro del Frente de Todos y la inflación seguirá creciendo y creciendo, el Presidente y la Vice se guardarán durante el fin de semana largo para luego retomar la actividad con definiciones tanto políticas como económicas que llegarían recién a partir de la semana que viene.
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